viernes, 29 de agosto de 2008

Evolución y conducta

Tras las exposiciones anteriores, teóricas y complejas de entender en todos sus aspectos, es preciso entrar en la práctica arqueológica. Lo primero es establecer una adecuada correlación entre los procesos evolutivos que han dado lugar a nuestro linaje y los datos arqueológicos. Como es lógico, debe existir una plena concordancia entre los enunciados teóricos de tales disciplinas. Sin embargo hay que preguntarse: ¿existe esta concordancia disciplinar? Cuesta decirlo, pero no. 

La teoría de la evolución de las especies iniciada por Darwin (base de toda explicación biológica) indica que el mecanismo de producción de los cambios evolutivos se tiene lugar por medio de las mutaciones producidas al azar, y en la acción de la selección natural sobre estas nuevas formas morfológicas (fenotipos), favoreciendo aquellas que presenten un mayor poder adaptativo o de supervivencia. Esta acción evolutiva sobre las poblaciones que constituyen una especie determinada, producen pequeñas y sucesivas alteraciones anatómicas que con el paso del tiempo originan nuevas especies con otras características morfológicas. La evolución de la conducta se derivaría de los consecutivos cambios anatómicos, estableciéndose una relación directa entre el cambio anatómico y modificación conductual, quedando en el aire la matización de tal relación. Siguiendo estas pautas, en la evolución neurológica humana todo aumento cerebral debe justificarse con alguna mejora adaptativa, para que la selección natural pueda promocionarlo. En general, tal concepción evolutiva ofrece numerosas ventajas, pues es fácil de explicar, comprender y aplicar.  

Sin embargo, es ampliamente admitido que la evolución de nuestro cerebro fue mucho más rápida que la cultural, que siempre se produce tras los cambios neuroanatómicos. La siguiente figura explica, en criterios generales de nuestro árbol evolutivo, tal proceso.



Naturalmente, este ejemplo es una generalidad, por lo que hay que indicar otros con mayor concreción. Todos conocemos que el origen de los humanos anatómicamente moderno se produjo en África hace unos 150.000 años (según los restos paleontológicos y los datos del ADN), lo que no significa que automáticamente o con anterioridad existieran ventajas adaptativas que favorecieran su selección natural. Arqueológicamente sólo se aprecian cambios culturales importantes a partir del 80.000 BP en África, mientras que en otras áreas geográficas (Próximo Oriente) ya sobre el 100.000 BP tenemos humanos modernos con la misma cultura que tenían los Neandertales durante el Paleolítico medio (Musteriense) (Torre y Domínguez-Rodrigo, 2001), que curiosamente está menos desarrollada que la vista en Africa del Sur con las fechas del final del mismo periodo paleolítico (Mcbreart y Brooks, 2000; Mellars, 1989). 

El fósil de Skhül V muestra las características modernas de nuestra especie, pero su cultura es la propia del Paleolítico medio no la del superior, que en definitiva es la que le caracteriza y le ofrece su enorme poder adaptativo. Es difícil compaginar este desarrollo neurológico con tan pobres avances culturales. La evolución, en sus expresiones teóricas más tradicionales no parece que explique esta disfunción evolutiva7conductual.


La explicación radica fundamentalmente en mayor conocimiento sobre la producción de las mutaciones, de la genética durante el desarrollo embrionario y de los propios procesos adaptativos que tienen lugar durante el embriogénesis. Desde luego es un complejo mecanismo de difícil comprensión, pero si queremos comprender el mecanismo evolutivo, hay que profundizar en los mecanismos que tienen lugar en su producción, y aún así en conceptos generales y aún por aplicar en los particulares cambios anatómicos que se producen en la evolución humana.  

Dos son los aspectos que podemos destacar entre los mecanismos del proceso de cambio morfológico: las heterocronías y la embriogénesis. Su estudio podemos ampliarlo en los siguientes apartados:
Evolución y conducta (ArqueoWeb 9:1):
http://www.ucm.es/info/arqueoweb/numero9_1/conjunto9_1.htm
Conceptos evolutivos (Arqueología cognitiva):
http://usuarios.lycos.es/arivera52/evolucion.htm

De estas ideas podemos establecer una serie de características sobre la forma de creación y desarrollo de la conducta simbólica humana:  

- La evolución neurológica de nuestra especie es anterior a sus progresos conductuales y culturales, los cuales se explican mejor dentro del concepto evolutivo de exaptación o psicológico de proceso cognitivo emergente. Es decir, que la evolución no produjo tales cambios en función de las ventajas selectivas que suponen una conducta simbólica, sino que se produjo un aumento de las capacidades cognitivas, que por sí solas no ofrecían en principio mejoras conductuales, pero sí ofrecían una mayor capacidad de obtención informativa de la naturaleza, así como de su procesamiento, simbolización y transmisión (lenguaje simbólico).  

- Se necesita un tiempo para su desarrollo. Su aparición no tiene por qué ser simultánea entre las diferentes poblaciones humanas de una misma especie, momento y lugar, pudiendo unas avanzar en estos procesos y otras quedar estancadas, avanzar más lentamente o desaparecer.  

- Los fundamentos para que tal desarrollo cultural, cognitivo o de conducta se produzca dependen de diversos factores: primero las capacidades cognitivas, de origen evolutivo, que posibiliten este cambio; segundo de la existencia de un acervo cultural previo que pueda facilitar tal desarrollo (tecnología, sociabilidad, alguna forma de lenguaje); tercero de las necesidades sociales y ambientales del grupo, que actuarán como estímulo o motivación consciente para superar los problemas sociales y de supervivencia del momento.  

Todo esto nos indica que la evolución confiere capacidades cognitivas, mentales o intelectuales relacionadas estrechamente con la conducta, pero que necesitan de la cultura (medio ambiente específico que hay que crear previamente) para que se desarrollen.  Con estos datos vemos que el registro arqueológico y la información evolutiva adquieren criterios de concordancia, al menos desde un punto de vista teórico, y mejor fundamentado que la explicación tradicionalmente mantenida.


* McBrearty, S. y Brooks, A. (2000): “The revolution that wasn’t: a new interpretation of the origin of modern human behaviour”. Journal of Human Evolution 39: 453-563. .
* MELLARS, P. A. (1989): Major issues in the emergence of modern humans. Current Anthropology 30 (3): 349-385.

* Torre, I. de la y Domínguez-Rodrigo, M. (2001): “¿Diferencias conductuales entre neandertales y humanos modernos?: El caso del Paleolítico medio en el Próximo Oriente”. Trabajos de Prehistoria, 58(1): 29-50.
* Rivera, A. (2009): Arqueología del lenguaje. La conducta simbólica en el paleolítico. Akal. Madrid.

jueves, 28 de agosto de 2008

Concordancia interdisciplinar

La estructura metodológica de la Prehistoria, como el de todas las demás ciencias, es un fiel reflejo de la realidad científica de nuestra sociedad, tanto en su ordenación académica como en el desarrollo de sus contenidos teóricos y prácticos. En este sentido, su marco teórico, al estar enclavado en el grupo de estudios denominados como Humanísticos, presenta un déficit de información importante en materias que tienen una estrecha relación con el tema principal de su doctrina, es decir, del estudio de la conducta de los seres humanos en el transcurso de su compleja, larga y aún no bien conocida evolución morfológica y cultural.  

No obstante, podemos estar de acuerdo sobre la necesidad de elaborar trabajos interdisciplinares encaminados a estudiar la conducta humana en la Prehistoria. Pero la utilización de las disciplinas (Biología evolutiva, Genética, Neurología, Psicología y Sociología) que tratan estos problemas en profundidad no es una tarea fácil de realizar. Sus contenidos teóricos no se encuentran directamente relacionadas con los aparentemente propios de la teoría Arqueológica. Así, cuando se han utilizado aspectos teóricos relacionados con la Neurología, Psicología y Sociología siempre se ha tenido cierta prevención sobre la utilidad de los mismos, debido fundamentalmente a la complejidad de su compresión y, posiblemente, a la falta de interés por su utilización, en la creencia de que poco o nada puede aportar a una mejor compresión del tema que nos ocupa. Sin embargo, hay que resaltar el importante interés que ha despertado la genética (ADN mitocondrial, genética de poblaciones, ADN de los Neandertales, etc.) en relación con la prehistoria, y su siempre relación con la teoría de la evolución.  

Que los marcos teóricos de todas estas disciplinas pocas veces se han visto reunidas en la explicación de la conducta humana en la prehistoria, es una realidad conocida por todos, aunque muy mal explicada. Puede que la primera dificultad que se nos presenta en su elaboración es que seguir una pauta fundamental en toda síntesis multidisciplinar: todas las ciencias que se utilicen en su realización deben, inexcusablemente, tener unos componentes teóricos que no sean antagónicos. Si en esta confluencia de explicaciones científicas se apreciasen contradicciones teóricas, habría que pensar que alguna teoría, de las disciplinas usadas, pudiera no ser correcta, pues en la explicación de la realidad humana no pueden coexistir conceptos claramente opuestos. Tal vez el problema sea la falta de articulación de tan dispar información.   

Un ejemplo lo constituye cierta disparidad entre la explicación teórica de la evolución humana y los datos que el registro arqueológico nos ofrece. En Europa y el Próximo Oriente, los neandertales durante el Paleolítico Medio estaban relacionados con el Musteriense y sus distintas variantes regionales, sin que ninguna de ellas ofreciera una aparente mejoría adaptativa o de supervivencia. En el inicio del Paleolítico Superior se produce una diversidad cultural con aspecto de mosaico. En algunas zonas existen conductas más elaboradas y con un claro aspecto simbólico, como puede observarse en el Chatelperroniense y Uluzziense, mientras que en otros lugares perduran las formas tradicionales del Musteriense, como puede comprobarse en diversas lugares de la Península Ibérica, tanto en el sur (Zilhäo y d'Errico, 1999) como en el norte (Maroto et al., 2005). Respecto a los humanos anatómicamente modernos conocemos que en África están asociados a diversas culturas englobadas en el MSA, con un desarrollo cultural que se parece más al Paleolítico Superior que al Musteriense (McBrearty y Brooks, 2000; Mellars, 2005), continuando su evolución cultural de carácter simbólico en el LSA. Con aparente independencia de este desarrollo cultural, durante el Paleolítico Medio del Próximo Oriente estaban asociados a un Musteriense levantino, exactamente igual que el desarrollado por los neandertales en las mismas zonas y sin ninguna ventaja conductual (Torre y Domínguez-Rodrigo, 2001). Es en el inicio del Paleolítico Superior cuando observamos unas formas culturales (Auriñaciense arcaico) plenamente simbólicas o modernas.   

Estos ejemplos nos indican la coexistencia de diversas formas conductuales, entre las poblaciones humanas del momento, con una gran diferencia en su configuración (simbólicas o no simbólicas). Igualmente, queda claro que la evolución cultural de base simbólica puede aparecer en diferentes lugares con grandes desfases cronológicos entre ellas. El registro arqueológico nos muestra que este desarrollo cultural de base simbólica aparece después de la evolución neurológica en las poblaciones que la originaron. Indicando que la aparición de las capacidades cognitivas humanas fue anterior a su manifestación arqueológica, necesitando un periodo de desarrollo cultural para poder materializarse. La inicial aparición de un cambio neurológico, sin aparente mejora adaptativa, es difícil de explicar con los conceptos evolutivos que ofrece la expresión clásica de la teoría sintética, pues las ventajas selectivas de supervivencia aparecieron con el logro de formas de conducta simbólicas o modernas, lo que tuvo lugar en periodos posteriores al cambio morfológico.   

Sin embargo, a pesar de conocer el desfase entre la evolución física y la cultural, en su explicación sobre el desarrollo cognitivo humano no se suele profundizar en las causas evolutivas que justificasen tan peculiar forma de desarrollo cultural, ni su correlación lógica con las remodelaciones neurológicas. Este problema se encuentra corrientemente en la explicación sobre la formación de nuestra cultura simbólica. Se explica la teoría sintética de la evolución y, sin casi conexión práctica, se pasa a exponer los cambios culturales ocurridos a lo largo del desarrollo de nuestro linaje. No se aclara la forma en que estos cambios conductuales se producen, dando por seguro que siempre son consecuencia de las características que la evolución ofrece en sus cambios anatómicos. Tal afirmación no deja, de una forma muy genérica, de ser cierta, pero hay que explicar los mecanismos evolutivos, psicobiológicos, socioculturales y medioambientales) que fueron necesarios para su producción, tal y como nos muestra los datos arqueológicos obtenidos en los yacimientos.
Podemos usar todas las ciencias anteriormente señaladas, pero no cabe duda de que es imprescindible el establecer lazos de unión entre todas ellas, pues todas tienen un único fin: conocer la conducta humana en su origen, desarrollo y modificación. Nuestra tarea no es inhibirnos de tal problema, sino afrontarlo con las herramientas que la ciencia actual nos ofrece. Otro problema es ¿realmente conocemos lo que la ciencia en general nos ofrece?
El siguiente esquema ofrece una estructura teórica sobre tal concordancia.


* Maroto, J.; Vaquero, M.; Arrizabalaga, A.; Baena, J.; Carrión, E.; Jordá, J. F.; Martinón, M.; Menéndez, M.; Montes, R. y Rosell, J. (2005): “Problemática cronológica del final del Paleolítico Medio en el Norte Peninsular”. Neandertales cantábricos. Estado de la Cuestión. El Paleolítico Medio cantábrico: hacia una revisión actualizada de su problemática Museo de Altamira. Monografías, 20: 101-114. Santander.
* McBrearty, S. y Brooks, A. (2000): “The revolution that wasn’t: a new interpretation of the origin of modern human behaviour”. Journal of Human Evolution 39: 453-563.
* Mellars, P. A. (2005): “The Impossible Coincidence. A Single-Species Model for the Origins of Modern Human Behaviour in Europe”. Evolutionary Anthropology 14: 12-27.
* Rivera, A. (2009): Arqueología del lenguaje. La conducta simbólica en el paleolítico. Akal. Madrid.
* Torre, I. de la y Domínguez-Rodrigo, M. (2001): “¿Diferencias conductuales entre neandertales y humanos modernos?: El caso del Paleolítico medio en el Próximo Oriente”. Trabajos de Prehistoria, 58(1): 29-50.
* Zilhao, J. y d'Errico, F. (1999): “The chronology and taphonomy of the earliest Aurignacian and its implications for the understanding of Neandertal extintion”. Journal of World Prehistory 13 (1): 1-68.

miércoles, 20 de agosto de 2008

Sobre la objetividad en la Prehistoria

El método empleado en la interpretación arqueológica cada vez adquiere un protagonismo más relevante, pues dependiendo de las características de su desarrollo, así tendrán un mayor peso científico las conclusiones que obtengamos.   

El principal problema que siempre se nos presenta es el de la subjetividad del método que empleemos en el estudio de los escasos datos arqueológicos. La realidad es que en todos los métodos interpretativos siempre se nos presentan dos aspectos que lastran continuamente cualquier análisis:  

- El efecto humano, pues los razonamientos que realizamos están elaborados subjetivamente, pues la Razón se configura subjetivamente y sin embargo la subjetividad no constituye la Razón (Criado-Boado, 2006). La Razón se elabora exclusivamente con los conocimientos que pueda aportar su creador. Lo que no se conoce no existe para él, aunque en la realidad son aspectos realmente vigentes que limitan sus conclusiones.   

- El desconocimiento de las bases reales de la conducta. Aunque sabemos que tales bases conductuales no debieron de ser iguales a las nuestras, continuamente actuamos como si lo fueran. Constantemente estamos infiriendo patrones de conducta elaborados con nuestra lógica y razonamiento, los cuales están basados en nuestra cultura, desarrollo social y simbólico.  

De la primera sólo podemos tomar conciencia de su problema, lo que nos obliga intentar mejorar en lo posible los fundamentos de la segunda. No cabe duda que la ampliación teórica de los estudios multidisciplinarios parece necesario, para disminuir en lo posible el grado de subjetividad (inconsciente, o tal vez consciente) que empleamos en el análisis de los datos arqueológicos.       

Actualmente, cada vez se habla más de capacidades cognitivas, conductas simbólicas, evolución neurológica, desarrollo cerebral, y diversas terminologías relacionadas con la Psicobiología.¿Realmente sabemos de lo que hablamos? ¿Conocemos, aunque sea mínimamente, como funcionan, interactúan y se relacionan con la cultura y conducta humana?  

Tal vez haya que buscar algunas respuestas a estas preguntas, si de verdad queremos disminuir la subjetividad en nuestros trabajos arqueológicos.

CRIADO-BOADO, F. (2006): ¿Se puede evitar la trampa de la subjetividad? Sobre arqueología e interpretación. Complutum. Madrid. 17, p. 247-253.

sábado, 16 de agosto de 2008

Propósito del blog

El fin primordial del Blog no va a consistir en la publicación de noticias sobre arqueología con el fin de favorecer su conocimiento y discusión, aunque a veces pueda hacerlo, sino que va a tratar más en hacer pensar sobre el método y fin de la propia Arqueología. En esta disciplina académica parece que tiene las bases metodológicas bien establecidas, y sin embargo las cosas no son tan sencillas, pues sus criterios académicos presentan demasiados criterios subjetivos y una importante limitación teórica. Baste un ejemplo establecido por un clásico profesor de la materia.  

Laurence G. Strauss, en un seminario de Doctorado sobre las novedades en el Paleolítico y Mesolítico europeo que ofreció en Buenos Aires (1996), dictó e ilustró muy bien las diferencias entre la escuela norteamericana y la europea:  

Yo me he formado como arqueólogo antropológico. Mi meta como paleoantropólogo es la comprensión de los modos de vivir. Las diferencias......son diferencias de paradigma: la manera de definir lo que es importante saber, cómo y porqué; estas diferencias provienen de formaciones académicas muy distintas: la mayoría de los prehistoriadores españoles están formados en las Letras y la mayoría de los prehistoriadores norteamericanos en las Ciencias Sociales con grandes dosis de Ciencias Naturales. Creo que hay un sitio para ambas perspectivas a fin de llegar a una visión completa del Paleolítico. El papel de los prehistoriadores venidos de la tradición antropológica americana o inglesa sería el de proponer y evaluar hipótesis acerca del comportamiento y de la adaptación humana. También quizá, su papel es de mitigar un escolasticismo excesivamente estéril, en el estudio de los materiales de la prehistoria. El papel de los prehistoriadores de tradición humanística europea es de describir, ordenar y estudiar de manera muy detallada y precisa, los materiales con los cuales sólo ellos pueden estar íntimamente familiarizados a largo plazo, y de corregir los excesos de optimismo explicativo de sus colegas forasteros.   

El hecho de tal manifestación no se limita a puntos de vista dispares, sino que tiene una trascendencia aún mayor. La objetividad de todo estudio siempre estará limitada por las características del equipo multidisciplinar que realice este estudio. Si el fin primordial de la Prehistoria en el conocimiento de la conducta humana en el pasado, ¿por qué no se utilizan habitualmente las ciencias específicas para tal uso? La realidad es que en nuestros estudios sobre arqueología se nota una falta de utilización de la Biología evolutiva, Psicología, Neurología, Sociología y Lingüística (tratadas en común esfuerzo) en el análisis de la conducta paleolítica, lo que impide la realización de unas conclusiones verdaderamente interdisciplinarias.   

La subjetividad de nuestras conclusiones es paralela a la falta de métodos adecuados para analizar la conducta de nuestros antepasados más remotos. Creo que la única manera de disminuir tal subjetividad sería la elaboración de métodos bien fundamentados con los datos interconectados de todas las ciencias que tengan alguna relación con el estudio de la conducta humana. Esto nos lleva a la utilización de formas metodológicas interdisciplinarias, lo que a pesar de su gran dificultad es necesario su realización. 



Con estas intenciones trataré de exponer un método psicobiológico que explique someramente el funcionamiento de nuestro cerebro y, por tanto, de la conducta que realiza (Estructuralismo funcional). Este modelo nos ofrecería unas pautas sencillas que poder aplicar al registro arqueológico, logrando con su utilización unas respuestas más razonadas y fundamentadas, con lo que la subjetividad habrá disminuido en un importante porcentaje, pues su total eliminación es más un deseo que una realidad. Como puede comprenderse, este sería uno de los principales objetivos de la Arqueología cognitiva, subdisciplina arqueológica donde se ubicaría todo el trabajo que en este Blog se va a realizar y exponer.