miércoles, 23 de diciembre de 2009

Tecnología de los adornos chatelperronienses

Los adornos chatelperronienses, realizados con los mismos materiales y formas que los vistos en el Auriñaciense arcaico de los HAM, constituyen un punto de inflexión muy importante en la conducta de los neandertales. La creación de tal proceso tecnológico supone la aceptación de unas capacidades tecnológicas y simbólicas de los neandertales, comparables a las que poseían los HAM del periodo de transición paleolítica. Pues los otros exponentes de simbolismo relacionados con el Neandertal (uso de ocre, enterramientos con simbolismo asociado, gravados en huesos, etc.) no ofrecían la misma seguridad que la creación de tales adornos. Sin embargo, la aceptación de que fueron los neandertales sus creadores tuvo que esperar hasta que las excavaciones arqueológicas ofrecieran pruebas concluyentes.

Desde hace años se conocen datos del registro arqueológico que indican una producción propia de tales elementos decorativos por los neandertales, incluso de que no son mezcla de niveles superiores auriñacienses. Tales afirmaciones se basan en lo siguiente:

- Existencia de restos de la talla de su tecnología lítica y ósea en los niveles chatelperronenses de la Grotta de Renne (D´Errico et al. 1998; Zilhao y D´Errico, 1999).
- En un principio de se apunto hacia la existencia de una diferente tecnología en algunas fases de la producción de los adornos, pues aunque ambos grupos utilizaban los mismos tipos de elementos como adorno y las mismas técnicas para colgar (perforación de la raíz del diente o la ranuración alrededor de la misma), cuando los neandertales agujereaban un diente lo hacían golpeando con una punta dicha raíz, mientras que los humanos modernos lo hacían de forma diferente al preferir raspados repetidos del diente hasta perforarlo (Zilhao y D´Errico, 1999).
- En el yacimiento de Quinçay no existen niveles auriñacienses superiores que puedan contaminar los estratos chatelperronenses, por lo que su industria no puede considerarse como el resultado de una mezcla de los estratos superiores (White, 1993).

Se apreciaba la una realización de los adornos con formas tecnológicas propias, es decir, realizados por los neandertales. En definitiva, que se comprueba una clara intencionalidad en la producción de estos objetos simbólicos, aparentemente con el mismo fin que perseguían los HAM, es decir, reasaltar las diferencias de la individualidad social y/o personal.

Sin embargo, si no había discusión sobre la creación de los adornos encontrados en estos yacimientos chatelperronienses, si de discrepaba en la separación tecnológica de su producción.

Tal discrepancia surgió con la interpretación de la posible existencia de un Auriñaciense interestratificado entre dos niveles Chatelperronienses en la Grotte des Fées en Châtelperron. En estos niveles se encontraron dos caninos perforados (B4, 39.780±390 BP y B5 39.150±600 BP). Uno es de zorro (perforación obtenida por raspado longitudinal de la raíz y luego percusión hasta perforar) y el otro corresponde a un ciervo rojo (perforación obtenida por rotación) (Zilhao et al. 2008).


Adornos de Grotte des Fées en Châtelperron (Zilhao et al. 2008).

Algunos autores (Mellars et al. 2007) consideran que este estrato con útiles auriñacienses y tales adornos corresponde a un Auriñaciense interestratificado entre dos niveles Chatelperronienses. Como los adornos están precisamente en los niveles dudosos, pueden tener el mismo origen que la tecnología lítica considerada como consecuencia de alteraciones estratigráficas.

Mientras que otros (Zilhao et al. 2006) opinan que los adornos encontrados son productos de los chatelperronienses (por su semejanza a los adornos de Grotte du Renne), y que los útiles líticos del Auriñaciense serían consecuencia de alteraciones postdeposicionales. Además, el canino de ciervo rojo perforado es igual al visto en Grotte du Renne. El de zorro está perforado según la técnica del Auriñaciense (Zilhao et al. 2008), diferente a lo visto en Grotte du Renne y Quinçay (White, 1993; Mellars et al. 2007). Según se crea a uno u otro grupo de autores la autoría de los mismos sería diferente.

Con esta discusión, se plantean nuevas dudas: ¿Estamos seguros de que la técnica de golpecitos corresponde exclusivamente a los neandertales, mientras que la de rotaciones se produce sólo entre los HAM? Casi con seguridad, la mayoría de los adornos del Chatelperroniense provienen de Quinçay (donde existe la certeza de la fabricación de adornos por parte de los neandertales) y de Arcy-sur-Cure. De todas maneras lo cierto es que:

- La rotación para la perforación es muy frecuente entre los HAM.
- Los golpecitos para perforar la raíz se aprecia en Quinçay.
- El previo raspado y luego golpecitos se ve en la Grotte du Renne.

La conclusión parece obvia en este aspecto. No hay suficiente seguridad ni criterios para definir en exclusividad la autoría a uno u otro grupo de una precisa técnica. Las dos técnicas pueden haber coexistido en el Auriñaciense y en el Chatelperroniense, o en ambos, lo que impide atribuciones culturales sólo por ser de una u otra técnica (Zilhao et al. 2008).

Sin embargo, hay que tener presente algunas consideraciones que matizan estos comentarios. Primero, parece que hablamos en términos de igualdad tecnológica y cognitiva, lo que no es del todo cierto, pues mientras que de los neandertales exclusivamente citamos tres yacimientos con estas características (de todos los neandertales en Europa y Asia durante toda su existencia), de los HAM son mucho más extendidos en tiempo y yacimientos (Vanhaeren y D´Errico, 2006). Segundo, el periodo de producción de los adornos chatelperronienses (dentro de su particular continuum de desarrollo chatelperroniense) coincide con la aparición contrastada de los adornos atribuidos a los HAM (Rivera, 2009). En ambos casos las materias primas y acabado son prácticamente iguales, hecho que se escapa de la simple causalidad, por lo que no es difícil admitir cierta relación de origen desconocido, pero patente. Tercero, el estudio de tales coincidencias temporales, similitudes tecnológicas y de materiales, así como la desigualdad demográfica y espacial de estos adornos entre las dos poblaciones, requiere métodos más adecuados de estudio, con un carácter claramente multidisciplinar lo más amplio posible, sobretodo con en relación con las disciplinas que estudian la conducta humana en todos sus aspectos (Neurología, Psicología, Demografía social, Sociología, Lingüística, Biología evolutiva, Estadística, etc.).


* D'Errico, F.; Zilhao, J.; Julien, M.; Baffier, D. y Pelegrin, J. (1998): “Neanderthal acculturation in western Europe? A critical review of the evidence and its interpretation”. Current Anthropology, 39 (supl.): 1-44.
* Mellars, P.; Gravina, B. y Ramsey, C. B. (2007): “Confirmation of Neanderthal/modern human interstratification at the Chatelperronian type-site”. PNAS Vol. 104 (9): 3657-3662.
* Rivera, A. (2009): “La transición del Paleolítico Medio al Superior. El Neandertal”. Arqueoweb 11 UCM.
* Zilhao, J. y D'Errico, F. (1999): “The chronology and taphonomy of the earliest Aurignacian and its implications for the understanding of Neandertal extintion”. Journal of World Prehistory 13 (1): 1-68.
* Zilhao, J.; D'Errico, F.; Bordes, J-G.; Lenoble, A.; Texier, J-P.; Rigaud, J-P. (2006): “Analysis of Aurignacian interstratification at the Châtelperronian-type site and implications for the behavioral modernity of Neandertals”. Proceedings of the National Academy of Sciences. Washington, DC 103: 33, p. 12643-12648.
* Zilhao, J. (2007): “The Emergence of Ornaments and Art: An Archaeological Perspective on the Origins of Behavioral Modernity”. Journal of Archaeological Research, Vol. 5 (1): 1-54.
* Zilhao, J.; D'Errico, F.; Bordes, J-G.; Lenoble, A.; Texier, J-P.; Rigaud, J-P. (2008): “Grotte des Fées (Châtelperron): History of Research, Stratigraphy, Dating, and Archaeology of the Châtelperronian Type-Site”. PaleoAnthropology. Pennsylvania. p. 1−42.
* Vanhaeren, M. y D´Errico, F. (2006): “Aurignacian ethno-linguistic geography of Europe revealed by personal ornaments”. Journal of Archaeological Science 33: 1105-28.
* White, R. (1993): A technological View of Castelperronian and Aurignacian Body Ornaments in France. En V. CABRERA, ed. - El origen del hombre moderno en el suroeste de Europa. UNED. Madrid

domingo, 13 de diciembre de 2009

Arqueología, evolución y lenguaje.

En la explicación de la conducta humana durante el Paleolítico se dan como realidades adquiridas una serie de patrones conductuales muy parecidas, por no decir talmente iguales, a las que tenemos en la actualidad. Lo peligroso de tal actuación es que se realiza sin ninguna base que apoye tal afirmación.

Esta actuación tiene sus raíces en la tradicional relación (pobre en sus explicaciones y muy limitada en su desarrollo) que existe entre la explicación de la conducta prehistórica y la teoría de la evolución. La verdad es que, aunque en todos los programas de prehistoria se trate el tema de la evolución humana, tienen mucho más que ver con la Paleontología (fósiles, evolución morfológica, creación de especies, etc.) que con la ciencia que estudia la conducta de esos fósiles: la Prehistoria, Arqueología paleolítica o Antropología prehistórica.

La creación evolutiva de las diversas especies humanas se considera un hecho demasiado categórico, y se ven como entidades biológicas y culturales totalmente independientes, lo que como ya vimos no es tan sencillo (Subjetividad en la divulgación científica).

Sin embargo, el desarrollo de la Arqueología ha podido desmentir tan sencilla y categórica relación: Especie-cultura. Hoy en día, ya nadie atribuye una cultura determinada a una sola especie humana (p.e. Neandertal- Musteriense; HAM- culturas del Paleolítico Superior), sin explicar las diversas variaciones que se conocen (Neandertal: Musteriense y Chatelperroniense; HAM: Musteriense levantino y Auriñaciense). Pero, la explicación evolutiva del proceso de heterogeneidad cultural no está muy desarrollada ni difundida. La verdad es que muy pocas veces se exponen los posibles procesos evolutivos que van a posibilitar tal forma de evolución cultural, incluso existe cierta controversia sobre este problema (Biología evolutiva, Psicología y conducta humana).

En este sentido, donde más se nota esta traslación de conductas modernas al pasado, es cuando se habla de simbolismo. Prácticamente los humanos del Paleolítico Medio (neandertales y HAM) podían desarrollar cualquier tipo de conducta simbólica, lo único que se necesita es encontrar unos restos arqueológicos que permitan especular sobre esta posibilidad, sin conocer las condiciones ambientales que pueden o no desarrollar tal conducta ni la forma de desarrollo de sus respectivas capacidades cognitivas. La evolución creaba las capacidades cognitivas y estas se manifestarían casi inmediatamente, sólo necesitaban un leve empujón cultural y, naturalmente todas sus manifestaciones culturas y simbólicas serían iguales.

Pero la realidad, en este caso manifestada por estudios de Etnología, hace necesario matizar algunos aspectos. Todos los seres humanos actuales tienen las mismas capacidades cognitivas, pero su desarrollo y manifestación cultural y simbólica no son iguales. Parece obvio, aunque el trasfondo tiene una gran importancia, pues no me refiero a las manifestaciones culturales que caracterizan a las diferentes poblaciones humanas, sino a la propia conceptualización de su propia personalidad personal y social, y a su ubicación en el tiempo y espacio.

La percepción de la realidad y de nosotros mismos depende del medio en el que nos hemos desarrollado (biológica y culturalmente) y del lenguaje que hemos aprendido. Estas características vivénciales no son iguales entre las comunidades occidentales y, por ejemplo, las sociedades que presentan una aparente perduración de culturas prehistóricas. Sus capacidades cognitivas son exactamente las mismas (en el sentido de la población en general), pero sus manifestaciones difieren sustancialmente. Así, un niño europeo, que desde su nacimiento permanezca en estas particulares culturas, desarrollaría las mismas capacidades conductuales que las de los niños de su entorno, es decir, podría sobrevivir con las mismas garantías que sus compañeros. Pero una vez adulto le costaría mucho adaptarse y sobrevivir a las formas conductuales de los países occidentales.

Mientras que si otro niño de estas comunidades es educado en Europa, adquiriría las formas de conducta propias de cualquier europeo, pero de adulto difícilmente sobreviviría en las condiciones de las poblaciones no occidentales. No es la genética la que marca las diferencias (capacidades cognitivas iguales), sino el medio ambiente que encauzaría el desarrollo cognitivo de cada niño.

Pondré algunos ejemplos contrastados recientemente. La percepción de la realidad que tienen los Q´eqchí (Alta Verapaz, Guatemala), depende de las características ambientales en las que viven (sociales, económicas, culturales, etc.), pues al tratarse de un grupo que practica la agricultura de roza y que no utiliza sistemas de intensificación de la producción, se caracteriza por tener un control limitado de sus condiciones de vida y por consecuencia de una peculiar estructuración de los conceptos de individualidad, tiempo y espacio (Hernando, 1997). El resultado es:

1.- Fuerte sensación de identificación con el grupo como fuente de seguridad frente a la Naturaleza hostil.
2.- Falta de individualización como mecanismo de identidad. Se refuerzan las semejanzas, no las diferencias.
3.- Menor distancia entre el “yo” interior y la realidad exterior.
4.- Énfasis en la representación de la realidad a través de metonimias, dado que no se establece la distancia entre el “yo” interior y la realidad exterior que requiere la metáfora.
5.- Interpretación de la realidad a través de mitos.
6.- Miedo al cambio, a la transformación de cualquier aspecto de la cultura. La falta de control sobre el presente impide pensar con confianza en el futuro.
7.- Énfasis en el presente y en el Tiempo cíclico.
8.- Énfasis en el Espacio como parámetro esencial al que referir la realidad.

El lenguaje es el principal medio de aprendizaje de estas características de desarrollo cognitivo. En este sentido, se ha desarrollado la llamada hipótesis de Sapir-Whoff. Las lenguas llevan a sus hablantes a pensar de determinadas maneras, es decir, las características del lenguaje son las responsables de la estructuración de la realidad que realizan los que de niño adquieren dicha lengua.

Otro ejemplo nos aclara estas ideas. El español divide el tiempo en pasado, presente y futuro. El hopi, una lengua de la región Pueblo de los indios norteamericanos del sudoeste, no lo hace. Sin embargo, el hopi distingue entre hechos que existen o han existido (para lo que nosotros utilizamos el pasado y el presente) y aquellos que no o que todavía no (nuestro futuro, junto con los hechos imaginarios o hipotéticos). Benjamín Lee Whorf (1956) afirmaba que esta diferencia da a los hispanohablantes y a los hablantes de hopi percepciones diferentes del tiempo y de la realidad. De este modo, la lengua provoca diferencias en el pensamiento (Kottak, 1999: 71).

Igualmente, el léxico o vocabulario influye en la percepción. Así, los esquimales tienen varias palabras diferentes para distintos tipos de nieve a las que en español nos referimos sencillamente como nieve. La mayoría de los hispanohablantes nunca notan la diferencia entre los tipos de nieve e incluso podrían tener dificultades en percibirla aun cuando alguien se las señale (Kottak, 1999: 71).

Esto nos lleva a una genérica conclusión, los grupos de la Prehistoria no podían percibir el Tiempo y el Espacio como nosotros lo hacemos, por lo que la realidad que podían conocer era distinta de la que nosotros contemplamos (Hernando, 1999: 31).

En estas circunstancias ¿Podríamos calificar de científicas las afirmaciones de que los enterramientos de los neandertales y HAM del Paleolítico Medio tenían un significado simbólico, que muchas veces se insinúa de carácter metafísico, cuando las características ambientales que vemos en sus yacimientos no se aprecia el necesario desarrollo cognitivo (personal , temporal y espacial) para la creación de tal simbolismo. Si, además, ni conocemos la forma de su particular desarrollo, ni tenemos un método con las mínimas garantías de su estudio?

* Hernando, A. (1997): “Sobre la prehistoria y sus habitantes: mitos, metáforas y miedos”. Complutum 8: 247-260.
* Hernando, A. (1999): “Percepción de la realidad y Prehistoria. Relación entre la construcción de la identidad y la complejidad socio-económica en los grupos humanos”. Trabajos de Prehistoria, 55 (2): 19-35.
* Kottak, C. Ph. (1999): Antropología cultural. Espejo de la humanidad. McGraw-Hill. Madrid.
* Whorf, B. L. (1956): Language, Thought, and Reality: Selected Writings of Benjamin Lee Whorf. Cambridge, Mass.: Technology Press of Massachusetts Institute of Technology.

sábado, 5 de diciembre de 2009

La cognición simbólica en el paleolítico

Cada vez se habla más de la cognición humana, de las variaciones neurológicas con las que se relaciona, y de las ciencias que más se dedican a su estudio (Neurología y Psicología: Psicobiología). Cada vez más, se mencionan en muchos trabajos de Arqueología las capacidades cognitivas de los humanos que crearon los restos que vemos en los yacimientos, del simbolismo que puede estar relacionado en ellos. Se intentar explicar las causas que motivaron la aparición y desarrollo de tales restos arqueológicos (serían el cómo y el porqué del cambio cultural). Pero tales preocupaciones se escapan ampliamente del bagaje académico actual, así como del interés de muchos de los que se dedican al estudio de la prehistoria, pues se carece de métodos y formas que faciliten su análisis y comprensión. Por si esto fuera poco, hay que añadir el continuo aumento de la complejidad que su estudio conlleva, así como su gran dificultad expositiva y divulgativa. No obstante, la comprensión de la realidad humana en todas las épocas pasa inexcusablemente por la utilización y desarrollo de tales ideas y disciplinas. Podemos ignorarlas por un tiempo, pero tarde o temprano se impondrán como formas imprescindibles en el estudio de nuestra conducta, sólo hay que esperar o, lo que sería mucho mejor, empezar a trabajar en esta línea teórica.

Sin embargo, el aceptar tales ideas sólo significa el inicio de una andadura científica llena de arduo trabajo. Conocemos que las pautas de la investigación psicológica se comenzaron a realizar por medio de la propia introspección de los psicólogos, o por la interpretación que se dio a la conducta observada en los pacientes que trataban, sin poder tener una correlación neurológica que lo corroborara. En este sentido, Francis Harry Crick (1916-2004), premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1962 por su contribución al descubrimiento de la estructura del ADN, expone que la razón no es suficiente para entender nuestra realidad neurológica, teniendo una gran capacidad de autoengañarnos sobre el funcionamiento cerebral en relación con el mundo en el que vivimos y consigo mismo, pues lo que conocemos del cerebro es sólo una pequeña parte de su compleja dimensión. Por tanto, la Filosofía (y la inicial Psicología independiente de la Neurología) ha sido en parte estéril durante más de 2000 años, y probablemente seguirá siéndolo hasta que los filósofos aprendan a entender el lenguaje del proceso de la información (Crick, 1994: 220-228). 

Realmente parece demasiado tajante en su afirmación sobre la capacidad de autoengañarnos, aunque creo que lleva mucho de razón. La capacidad de creer que nuestra razón es suficiente para entender el desarrollo cultural del paleolítico por medio de los datos aportados por el registro arqueológico, sin una metodología psicobiológica que los interprete dentro de los parámetros de nuestra realidad biológica (neurológica, psicológica y somática, inmersa en un mundo con el que estamos interaccionando constantemente), puede que no sea suficiente.

Pretendemos analizar el origen y desarrollo del simbolismo sólo con el criterio que nos dicta nuestro raciocinio. La subjetividad de este intento nos afecta absolutamente a todos, pues ¿realmente sabemos como desarrollaron su pensamiento y conducta simbólica los seres humanos del paleolítico? Todos tenemos las mismas capacidades cognitivas, pero su desarrollo habrá seguido caminos diferentes, aunque dentro de los límites que nuestra biología nos marca. 

Aunque las capacidades cognitivas que el ser humano posee son importantes y de gran potencialidad, es preciso su modelación por medio de la experiencia y del aprendizaje, pues sin estos requisitos no se produce un verdadero desarrollo de tales capacidades, al menos en la forma en que normalmente solemos usarlas. En este sentido, Michael Tomasello indica la importancia del lenguaje y del aprendizaje de los niños para un adecuado desarrollo cognitivo (Los orígenes culturales de la cognición humana. 2007: 198). 

Adquirir un lenguaje lleva, pues, a los niños a conceptuar, categorizar y esquematizar los acontecimientos de un modo mucho más complejo que si no estuvieran aprendiendo un lenguaje convencional, y estas representaciones y esquematizaciones de los acontecimientos añaden una gran complejidad y flexibilidad a la cognición humana. 

Un sencillo, divertido y asombroso ejemplo de tales manifestaciones nos lo ofrece el antropólogo Nigel Barley (1989: 123) en su libro “El antropólogo inocente” donde, al intentar que miembros de la tribu de los dowayos del Camerún identificaran con sus nombres a diversos animales de su medio (leopardos y leones) mostrándoles unas fotografías de los mismos. Con asombro se dio cuenta de que no podían identificar a ningún animal en esas fotos, pues no sabían interpretar lo que se les mostraba. A pesar de conocer perfectamente a los leopardos no los reconocían en las fotografías, pues para poder hacerlo es preciso aprender a verlas con anterioridad, es decir, que el cerebro debía aprender a relacionar un animal viviente con esas manchas de colores o grises que están en un papel, si no se aprende no pueden relacionarse.

Este aprendizaje, en algún momento de nuestra primitiva prehistoria, pudo tener los caracteres de iniciación mágica o religiosa en los inicios del arte prehistórico. Si se mostraban a ciertos miembros de la sociedad prehistórica los dibujos de un animal bien conocidos por todos (bisonte, caballo, reno, etc.) por primera vez, con poca luz y la dificultad del lugar para ver el dibujo mejor, lo cierto es que no verían nada reconocible y necesitarían un aprendizaje iniciático que le pudiera desarrollar sus capacidades visuales en esas extrañas facetas de manchas y líneas de colores. Todo, hasta las cosas aparentemente más sencillas, hay que aprenderlas, es decir, hay que enseñar al cerebro a reconocer una figura, un sonido o cualquier otra sensación susceptible de ser recogida por sus terminaciones sensitivas. 

Por tanto, inferir nuestra forma de ver el mundo o el que parecen ver las sociedades actuales con un desarrollo cultural similar al de la prehistoria, es en definitiva un vano intento. La conceptualización de la individual personal y social, dentro de unos desconocidos patrones temporales y espaciales, es una labor que no puede realizarse sólo con nuestro deseo y forma de usar tales abstracciones. Creo que es imprescindible ampliar nuestro bagaje académico para intentar superar tan difíciles obstáculos. 


* Barley, N. (1989): El antropólogo inocente. Anagrama. Barcelona.
* Tomasello, M. (2007): Los orígenes culturales de la cognición humana. Amorrortu. Buenos Aires.
* Crick, F. H. (1994): La búsqueda científica del alma: una hipótesis revolucionaria para el siglo XXI. Debate. Barcelona.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Objetividad y subjetividad en Arqueología

En teoría, todos perseguimos lo mismo: conocer los hechos acaecidos en el pasado con el mayor nivel de certeza y objetividad posible. Pero en la práctica, las teorías que con tal fin se establecen, lo hacen con un fundamento a veces demasiado endeble. Sobre todo si nos introducimos en el Paleolítico, donde la escasez de datos y la limitación teórica sobre el origen y desarrollo del comportamiento humano van a marcar cualquier estudio que se realice.

En la actualidad, un ejemplo muy discutido es el que concierne al inicio del Paleolítico Superior en Europa, donde dos formas de poblaciones humanas (neandertales y HAM) convivieron, y de alguna manera (sólo uno de ellos, los dos relacionados o por caminos diferentes) se desarrolló en nuestro continente una forma de conducta simbólica (Paleolítico Superior europeo), similar a la que, con cierta anterioridad, puede verse en otras áreas geográficas del Viejo Mundo. Desde entonces, el característico simbolismo de esta cultura moderna ha sido el principal componente conductual de todas las sociedades humanas.

En el análisis sobre qué grupo humano fue el primero en emprender el camino de la modernidad, existen numerosos interrogantes de difícil solución. En los intentos de aclarar esta encrucijada histórica se han expuesto diversas teorías, pero todas presenta importantes irregularidades, tienen defectos teóricos o lagunas explicativas. En la defensa de las mismas, la objetividad muchas veces no pasa de un simple intento, pues enseguida se descalifica la base argumental del oponente ensalzando las formas de la nuestra, cuando la realidad es que todas presentan el mismo tipo de problema: falta de datos que confirmen fehacientemente las líneas teóricas sobre las que se sustentan.

La solución ideal, desde el punto de vista arqueológico, pasaría por el hallazgo de datos arqueológicos y paleontológicos de muy clara interpretación, que no ofrezcan duda sobre la autoría humana de los restos arqueológicos que encontramos de este conflictivo periodo. Sin embargo, las posibilidades de que tales hechos ocurran con la claridad e intensidad que todos queremos no son muchas, por lo que parece importante buscar otros caminos más seguros y posibles que puedan dar luz a estos problemas.

En este último sentido, para superar esta dialéctica hay que racionalizar el debate, e introducir importantes datos que, por corresponder a disciplinas poco usadas en la arqueología, se han mantenido fuera del debate. Esta limitación académica dificultaría la interpretación de la realidad que estamos estudiando: la conducta humana en todas sus facetas. En esta racionalización es primordial conocer los datos y el nivel de certeza que puedan poseer. Básicamente los podemos reunir en dos grandes apartados:

A. Paleontológico: ¿una o dos especies?
En el debate paleontológico se ha olvidado importantes aspectos de la Biología (tanto en general como evolutiva). El concepto de especie no deja de ser un constructo académico, tremendamente útil para clasificar, estudiar y observar la evolución de los seres vivos. Su fundamento es la posibilidad de cruce de dos individuos con descendencia fértil entre los que pertenecen a la misma especie, siendo de diferente taxón si esta condición no se logra (imposibilidad biológica de apareamiento, o de descendencia fértil). De las poblaciones del Paleolítico sólo sabemos lo que sus escasos fósiles nos muestran, así como dónde y en qué periodo temporal se han encontrado. En este sentido, de los neandertales y HAM conocemos:

- Procesos evolutivos diferentes. Actualmente se ha podido estudiar el ADN mitocondrial en diversos restos óseos del Neandertal localizados en diferentes lugares. En tales análisis se ha comprobado la diferencia genética existente entre neandertales y HAM, así como la existencia de una importante diferencia temporal respecto de la separación de las dos poblaciones a partir de un ancestro común, calculándose en unos 500.000 años.
- Aislamiento geográfico durante esa evolución, pues ambas poblaciones se originaron en lugares lejanos (Europa y África), en distintos ambientes y con un aislamiento geográfico, indican la coexistencia temporal y aislada de dos formas evolutivas diferentes.
- Distinta anatomía. Las diferencias morfológicas entre las dos poblaciones son muy conocidas y están bien documentadas en el registro arqueológico. Por medio del análisis dentario como signo biológico del desarrollo ontogénico postnatal, se ha comprobado que los neandertales tenían un desarrollo rápido, llegando a la madurez biológica antes que los humanos actuales, indicando la presencia de un desarrollo ontogénico distinto (Ramírez Roiz y Bermúdez de Castro, 2004). Estos datos recalcan su diferencia anatómica y la existencia de dos líneas evolutivas diferentes.
- Diferencias neuroanatómicas. Los análisis paleoneurológicos han comprobado que nuestra especie presenta una forma evolutiva diferente a la observada en los neandertales, comprobándose un diferente patrón de desarrollo neurológico. En el Neandertal existe una pauta de desarrollo cerebral definido por diversos autores como arcaico, en el que gran parte del cambio está basado en un simple crecimiento general. Mientras que en los HAM se observa un aumento vertical, dilatación del lóbulo frontal y una relativa reducción de longitud y anchura del lóbulo occipital. Se produce un aumento alométrico de la forma y superficie de los lóbulos parietales y posiblemente frontales de nuestra corteza cerebral (Bruner, Manzi y Arsuaga, 2003). Estas distinciones neuroanatómicas indican cierta diferenciación de la superficie del córtex cerebral en las áreas asociativas de los lóbulos parietales y frontales (donde tienen lugar los procesos cognitivos). Si se acepta que son dos líneas evolutivas y un desarrollo ontogénico diferentes, no sería raro pensar en la existencia de diferencias neurofisiológicas en el funcionamiento cerebral de los dos grupos. Tales datos pueden justificar la idea de unas capacidades cognitivas parecidas pero no iguales.

Estos datos, dentro de los clásicos parámetros de la biología evolutiva, inducen a considerar la posibilidad de que sean dos especies diferentes, pero la certeza sólo puede surgir del éxito de una posibles descendencia común y fértil entre ellos a su vez. Como todos conocemos, carecemos de pruebas contundentes que avalen tal hibridación, por lo que tan cierto o falso sería negarlas como aceptarlas plenamente. Conocemos una diferencia anatómica (plenamente demostrada), que no impide una posible hibridación. Incluso se conocen ciertas diferencias neuroanatómicas entre las dos poblaciones, que pueden inducir a pensar en unas capacidades cognitivas parecidas pero no exactamente iguales. Sin embargo, la certeza de estas últimas afirmaciones no pueden demostrarse por medio de los fósiles, sino que debe realizarse a través del estudio de la conducta general de sus productores.

Si aceptamos que puede haber hibridación a pesar de sus diferencias anatómicas, igualmente hay que aceptar la mezcla biológica con la posibilidad de que existan algunas diferencias cognitivas entras las dos poblaciones. La hibridación, proceso meramente biológico, sólo establece la idoneidad biológica en los procesos de la fecundación, en el desarrollo embriológico y en la capacidad de fertilidad posterior. Pero nada indica sobre la posibilidad de diferencias morfológicas (comprobadas entre los neandertales y HAM) que sean compatibles en el proceso de reproducción, ni mucho menos en diferencias cognitivas que no impidan los mecanismos conductuales del apareamiento. Es más, las diferencias anatómicas generales (base sobre la que se distinguen las especies en el Paleolítico) presentarían mayores inconvenientes a la hibridación que las pequeñas diferencias neuroanatómicas y fisiológicas que puedan tener los cerebros de las dos poblaciones.

La demostración por medio de restos fósiles humanos de hibridación, puede indicar que pertenecen a la misma especie biológica (en el aspecto que la biología establece como condición exclusiva de especie: reproducción de individuos fértiles a su vez), pero que presentan diferencias anatómicas (comprobadas) y posiblemente cognitivas (no comprobadas), consecuencia de su independiente evolución de unos 500.000 años en lugares netamente separados geográficamente (Europa y África). Hay autores que califican estas ideas como racismo científico, consecuencia de que aceptar diferencias cognitivas entre los componentes de una misma especie es considerado como tal. Efectivamente, entre todos los componentes de la especie humana moderna (Homo sapiens sapiens) no existen tales diferencias cognitivas, pues todos provienen de la misma línea evolutiva. No obstante, este no es el caso de los neandertales, que presentan un aislamiento geográfico y diferenciación evolutiva de unos 500.000 años, lo que sí da pie a las importantes diferencias anatómicas conocidas y a la posibilidad de cierta diferenciación psicobiológica, a pesar de que pudieran cruzarse entre ellos y tener descendencia fértil..

En este punto sólo los aspectos arqueológicos nos pueden dar indicios sobre la igualdad o no de las capacidades cognitivas de los neandertales y HAM, con independencia de que sean especies diferentes o iguales, y que se hayan mezclado o no. Esto nos permite llegar a una importante conclusión: las capacidades cognitivas derivan de la evolución neurológica, lo que no tiene porqué ser exclusiva de nuestra especie, sino de las condiciones psicobiológicas necesarias para su producción y desarrollo, lo que pudiera suceder en otras especies del género Homo, aunque con el grado de capacidad cognitiva que las características psicobiológicas de sus respectivos cerebros pudieran haber ofrecido. La posibilidad de que así fuera no se ha podido comprobar en la actualidad, pues sólo existe una especie del género Homo, en la que todas sus diversas poblaciones presentan las mismas capacidades cognitivas. El fenómeno es único en la biología y ocurrió en el pasado, por lo que sólo podemos estudiarlo por medio de sus escasos restos (fósiles y conducta).

B. Arqueológico: que contribución tuvieron las dos poblaciones en el origen y desarrollo de la cultura moderna.
La comprobación, en uno u otro sentido, de las anteriores ideas sólo puede realizarse por medio de las manifestaciones culturales que el registro arqueológico nos ofrece, pues la conducta sería la manifestación del desarrollo de las capacidades cognitivas de los humanos que la produjeron. En definitiva, la comparación conductual de las dos poblaciones sería la piedra angular de todo estudio sobre sus respectivas conductas, por lo que la forma de realizarla es fundamental. En este punto es donde la subjetividad científica más ha actuado, pues en el análisis de la conducta de los neandertales (sobre todo en el inicio del Paleolítico Superior) se han omitido aspectos metodológicos importantes en los intentos de demostrar que su conducta fue igual o muy similar a la de los HAM. Igualmente, en el estudio del desarrollo cultural por parte de los HAM ha habido una generalización excesiva, así como una permanente confusión entre el concepto de capacidades cognitivas que poseían y el proceso de su desarrollo condicionado al medio ambiente.

Se aprecia la falta de un método multidisciplinar que nos encauce el origen y desarrollo del simbolismo humano (tanto entre los neandertales como entre los HAM), así como la utilización de una amplia muestra de su población, evitando el sesgo estadístico de unos pocos yacimientosEl principal problema reside en que la atribución de muchas de las conductas claves del inicio de la conducta simbólica no puede realizarse con certeza a ninguna de las dos poblaciones. La falta de fósiles que confirmen su atribución a una u otra población, deja todas las posibilidades abiertas, lo que ha generado el estado de conflictividad teórica actual. Esto ha conducido a una incertidumbre en la atribución paleontológica de los yacimientos correspondientes al periodo de transición paleolítica (45-35.000 BP), tanto a los neandertales como a los HAM.

Siempre se ha comentado que la modernidad la trajeron los HAM a Europa con su cultura del Auriñaciense. Pero desconocemos totalmente su inicio y desarrollo fuera del continente europeo. Cada vez parece más claro que se trata de una generalización (como muchas otras) de la teoría del Out of Africa. De esta generalización se han tenido como ciertas interpretaciones arqueológicas con un fundamento casi inexistente. Es el caso de afirmar que los HAM entraron en Europa con un Auriñaciense (más o menos inicial, arcaico o protoauriñaciense), pero sólo una cultura que caracterizaba a los HAM. Se atribuía a tales poblaciones una unidad tecnológica (tipológica en especial, y tecnológica con aspectos más generales). Casi fue una cultura monolítica, de origen desconocido, que invadió Europa exterminando cruelmente a los indígenas de la época (neandertales). El testimonio arqueológico sobre el que se sustenta tales ideas, estaba más en la mente de los que apoyaban estas ideas, que en los datos obtenidos de los yacimientos.

Con estas ideas, toda cultura que no pudiera relacionarse claramente con el Auriñaciense debía de ser atribuida a los neandertales (Chatelperroniense, Uluzziense, Szaletiense, Bohuniciense, etc.). Lo que tampoco tenía un fundamento adecuado, pero se sostenía con la aceptación de la primera premisa. Esta teórica posición poco fundamentada, y los continuos problemas de atribución paleontológica de los yacimientos, suscitaron un movimiento teórico totalmente opuesto. Se atribuyó a los neandertales un fundamental y primigenio papel en el inicio de la conducta simbólica de Europa. De meros observadores y victimas de los HAM se pasó a ser los verdaderos creadores de las culturas modernas (Chatelperroniense, Uluzziense y las primeras atribuciones del Auriñaciense arcaico) que se relacionan con la conducta moderna y simbólica. Su fundamento se centraba en la descalificación arqueológica de la atribución de los primeros yacimientos auriñacienses a los HAM, sobre la base de errores tafonómicos, estratigráficos y cronológicos de los estudios que llevaron a tal conclusión, problemas que también existían, pero que no se consideraron, en los yacimientos chatelperronienses que fueron la llave del cambio teórico.

Se pasó de un HAM con un desarrollo cognitivo prácticamente igual al nuestro, con todas las connotaciones culturales que nos caracterizaron durante periodos históricos muy posteriores, y un Neandertal con unas capacidades cognitivas muy disminuidas en relación con la de los HAM, a casi todo lo contrario. Un Neandertal con capacidades cognitivas iguales a las nuestras, que les permitió desarrollar las culturas modernas propias del inicio del Paleolítico Superior europeo Chatelperroniense, Uluzziense, Auriñaciense de transición, Bachokiriense, Bohuniciense, etc.), junto con una posterior (36000 BP) llegada de los HAM con un Auriñaciense ya desarrollado (no se sabe dónde ni cuándo) en sus aspectos más característicos, y unas relaciones totalmente desconocidas y la definitiva desaparición del Neandertal.

La objetividad se perdía en ambas posiciones, al aceptar la teoría del Out of Africa tal y como la expusieron en un principio sus autores (p. e. Stringer y Gamble, 1996), o negar totalmente sus propuestas arqueológicas en la parte referente a Europa (D´Errico et al. 2003). Las nuevas afirmaciones sobre la alta capacidad cognitiva del Neandertal, basada en una interpretación de los datos arqueológicos, adolecen exactamente de los mismos o parecidos problemas que se les achacó a los yacimientos atribuidos a los HAM en el inicio del Paleolítico Superior.

I.- Las certezas son escasas, pero valiosas.
- A finales del Paleolítico Medio la conducta de los HAM no tenía las características modernas en el Próximo Oriente, mientras que en el Sur de África aparecieron con claridad patrones conductuales indicadores de modernidad. Cada zona tendría sus propias cualidades medioambientales (sociales, demográficas, culturales, lingüísticas, etc.), y la distancia impediría la posibilidad de relación y comunicación compensadora.
- Aunque aún se opina en que la modernidad se basa en una simple tecnología lítica de características laminares, cada vez se está imponiendo la necesidad de añadir a la anterior otra tecnología de materias primas biológicas (hueso, asta, marfil), así como un incipiente desarrollo de los adornos personales y conductual con cierto simbolismo.
- No existe atribución paleontológica para los yacimientos del Auriñaciense arcaico o de transición, atribuidos a los HAM en principio y después a los Neandertales, por lo que su autoría no puede conocerse con exactitud.
- La única relación de los neandertales con las culturas de la transición son sus escasos restos anatómicos relacionados con el Chatelperroniense (Arcy-sur-Cure y Saint Césaire).
- La modernidad del Neandertal no tuvo las mismas características que las que presenta el HAM. Aunque existentes, no fueron iguales. En el Paleolítico Medio los HAM de Africa del sur presentaron un desarrollo cultural más avanzado que en la Europa del mismo periodo. Sólo se puede relacionar con algunos Neandertales (Chatelperroniense y Uluzziense), pero de la totalidad de la población de neandertales del mismo periodo, sólo una minoría presentaba estas características claramente modernas. Hay que tener en cuenta la comprobada perduración del Musteriense, la posibilidad de un Musteriense con puntas de Chatelperron pero sin tecnología laminar ni ósea, o las culturas de puntas (Neroniense, Szeletiense, Bohuniciense y el complejo Lincombien-Ranisien-Jerzmanowiciense) sin simbolismo ni tecnología ósea comprobada. Tales culturas se extienden, en el mismo periodo de inicio que el Chatelperroniense, por casi toda Europa.


II.- Las dudas siguen siendo muy numerosas, mucho más que las certezas.
Al descalificar las dataciones de los yacimientos atribuidos al Auriñaciense arcaico paralelas a las correspondientes al inicio del Chatelperroniense, sólo se traslada el problema a otros lados, pero no soluciona el problema de la transición en general. El problema no sólo continúa, sino que aparecen nuevas incógnitas:
- ¿Cómo puede explicarse la gran diversidad cultural de los neandertales, donde predominan las culturas no simbólicas entremezcladas con las más modernas o simbólicas, situación que se produce durante milenios?.
- ¿Cómo se aclara la proximidad geográfica de poblaciones de neandertales con culturas claramente simbólicas (Chatelperroniense) con perduraciones clásicas del Musteriense, o la simple extensión de las puntas de Chatelperron?
- ¿Cómo se puede entender la escasa realización de la tecnología ósea, en muchos aspectos ligada a los adornos, pero inexistente en la mayoría de los yacimientos chatelperronienses?
- Si el Neandertal fue el creador de toda la cultura del inicio del Paleolítico Superior ¿Cómo se explica su pequeña o muy escasa representación de tales avances simbólicos en comparación con el gran dinamismo simbólico visto entre los HAM ya desde el inicio del Auriñaciense?
- Si los HAM llegaron sobre el 36000 BP con el Auriñaciense ya elaborado ¿Dónde se originó, a partir de qué cultura y dónde podemos apreciar el continuum cultural que todo desarrollo tecnológico supone, y que se ha visto en el propio Chatelperroniense?

Se precisan teorías lo más amplias posibles, no soluciones parciales. El mundo europeo de los neandertales fue muy irregular, no se corresponde con una natural diversificación cultural, sino a una importante restricción geográfica del desarrollo de la tecnología ósea, y el simbolismo, junto con una limitación en la difusión de ideas. Paralelamente, no se debe intentar soluciones parciales (origen de la cultura moderna por parte de los neandertales) cuando se generan nuevos problemas y se que se ignoran u olvidan (origen de la cultura moderna entre los HAM de Europa).

* Bruner, E.; Manzi, G. y Arsuaga, J. L. (2003): Encephalization and allometric trajectories in the genus Homo: Evidence from the Neandertal and modern lineages. PNAS. 100 (26): 15335-15340.
* D´Errico, F.; Henshilwood, CH.; Lawson G.; Vanhaeren, M.; Tillier, A. M.; Suressi, M.; Bresson, F.; Maureille, B.; Nowell, A.; Lakarra, J.; Backwell, L. y Julien. M. (2003): “Archaeological Evidence for the Emergence of Language, Symbolism, and Music–An Alternative Multidisciplinary Perspective”. Journal of World Prehistory, 17 (1): 1-70.
* Ramírez Roíz, F. y Bermúdez de Castro, J. M. (2004): Surprisingly rapid growth in Neanderthals. Nature 428, 936-939.
* Stringer, C. y Gamble, C. (1996): En busca de los Neandertales. Crítica. Barcelona. 

domingo, 22 de noviembre de 2009

Punta de Chatelperron

El útil más característico del Chatelperroniense es el cuchillo o punta de Chatelperron. Por definición corresponde a una lámina (a veces ancha) con una punta aguda y desviada. Uno de sus lados tiene un dorso curvo obtenido por retoque abrupto por lo general sobre una sola cara. Mientras que el otro lado tiene corte natural no retocado. Es una particularidad de los llamados cuchillos de dorso realizado tanto en lasca como el lámina, y caracterizado por un lado con filo no retocado y con huellas de uso y el otro con retoque abrupto (Eiroa et al. 1999: 72).

Esquema de Punta de Chatelprrron

Al tener unos componentes tecnológicos fáciles de apreciar ha adquirido el criterio de fósil director, fósil guía o fósil característico. Tal denominación se aplica a los restos paleontológicos o arqueológicos cuya presencia puede servir para diagnosticar la unidad estratigráfica en la que se encuentra, debido a que son particulares o exclusivos de una determinada época de la historia geológica, o de la Prehistoria. Como muchos aspectos de la Arqueología, lo que parece simple y es ampliamente admitido pueden plantear problemas interpretativos que se superan los conceptos a tribuidos a la denominación de fósil guía. Los fósiles directores son, como mínimo, buenos indicadores de la tecnología lítica del nivel estratigráfico donde se encuentren, pero a veces no lo son tanto del desarrollo cultural en general de los humanos que generaron tal estrato. 

El Chatelperroniense corresponde con una industria laminar que evoluciona a partir del Musteriense de tradición Achelense tipo B, (MTA B), pues en general suele aparecer donde previamente existía un Musteriense de este tipo o de denticulados, considerándose como una evolución del mismo hacia patrones propios del Paleolítico Superior (Pelegrin y Soressi, 2007). Efectivamente, en niveles musterienses recientes (sobre el 45.000 BP) encontramos una importante evolución laminar y de piezas de dorso, que van progresivamente aumentando. La tecnología para la producción de puntas de Chatelperron se hace predominante, posiblemente por la gran utilidad de tales puntas (uso como cuchillo o puntas de lanzas), de tal manera que parecen ser el centro de toda la talla lítica, usando los subproductos de tallado como base para el resto de los útiles propios de esta cultura (Pelegrin y Soressi, 2007). Lo que no cabe duda es que este útil se extiende por gran parte del oeste de Europa, no sólo en los yacimientos Chatelperronienses, sino en los Musterienses sin tecnología laminar (Musteriense con puntas de Chatelperron), incluso en algunos yacimientos del Auriñaciense arcaico (La Viña, El Castillo, Reclau Viver y L´Arbreda).  

Paralelamente, se entiende que el Chatelperroniense es una cultura que participa plenamente de las características del Paleolítico Superior, al menos las más características de su inicio (tecnología laminar y ósea, producción de adornos). El gran peligro que entraña el usar la punta de Chatelperron como fósil guía, es que cuando en un yacimiento encontramos en algunos de sus estratos con material arqueológico tal punta pueda atribuirse culturalmente al Chatelperroniense, cuando la realidad cultural de los creadores de este estrato pudo ser muy diferente. 

El ejemplo más claro lo tenemos en el estudio del Chatelperroniense de la Península Ibérica. En esta zona geográfica la mayoría de las secuencias chatelperronienses son atribuidas a este conjunto industrial a raíz de la aparición de puntas de Chatelperron en mayor o menor número. Sin embargo, las puntas de Chatelperron adolecen de estudios experimentales y de huellas de uso sobre su funcionalidad. La hipótesis, ya clásica, es la propuesta por Leroi-Gourhan para Arcy-sur-Cure por la que dichas piezas serían cuchillos que se emplearían enmangados en su tercio proximal. En los ejemplares del nivel 10 de Cueva Morín se han encontrado que la mayoría de estas piezas presentan retoques de uso en el filo opuesto al dorso, pero no hemos distinguido ninguna muesca en el tercio proximal. Por el contrario, sí hemos visto como algunas puntas de Chatelperron presentan fractura en lengüeta en su parte proximal, lo que nos podría acercar a una posible utilización de este tipo de piezas como verdaderas puntas y no como cuchillos. Además, los ejemplares con este tipo de fractura son los más típicos y estandarizados Maíllo, 2005).  

Se está observando la pervivencia del Musteriense en fechas más recientes del 40.000 BP, y la existencia de un Musteriense con puntas de Chatelperron (Maroto et al. 2005), en vez de un Musteriense o Chatelperroniense en el sentido estricto. Puede ser la realidad de un Musteriense Final con sus propias características tipológicas, y no simplemente el final del Musteriense (Arrizabalaga e Iriarte, 2006), aunque es evidente que es imprescindible continuar estudiando el proceso y constatar más dataciones. Los datos aportados por los yacimientos arqueológicos son a veces escasos y parciales, siendo muy difíciles apreciar muchas de las características anteriormente señaladas. Diversos autores (Maroto et al. 2005) opinan que, además de encontrar algún fósil director (punta de Chatelperron), debe existir una tecnología claramente laminar para ser atribuido a una cultura moderna (Chatelperroniense). Parece lógico pensar que para asumir una plena modernidad, además de lo ya mencionado, debería haber una tecnología ósea, pues sería un claro índice de la existencia de sus dos principales cualidades (reflexividad y flexibilidad conductual). Esto referente a la industria laminar y ósea, lo que a su vez puede ser independiente de la producción de los elementos simbólicos (adornos) que ofrecen el aspecto más desarrollado de tal cultura, y que ya comente en anteriores comunicados.   

Debemos estudiar las conductas (origen y producción) de los seres humanos del paleolítico, considerando los útiles de los yacimientos como consecuencia de la actividad cognitiva, cultural y social de los grupos humanos (neandertales y HAM), pero la meta prioritaria sería el análisis de la conducta en conjunto, no el útil en sí mismo. Creo que hay que intentar cambiar el sistema de análisis; no del útil a la conducta, sino de las formas conductuales (analizadas dentro de sus características cognitivas, sociales, lingüísticas y simbólicas) llegar a explicar la producción de tales útiles y desarrollo tecnológico (el porqué de su producción en ese momento, causas de su desarrollo, consecuencias sociales, demográficas y económicas de su producción, relaciones simbólicas, etc.). Sin duda, es un trabajo a realizar desde la visión que desarrolla la Arqueología Cognitiva.


sábado, 14 de noviembre de 2009

Genética, Arqueología y lenguaje

La aplicación de la Genética a la Arqueología ha experimentado un enorme auge en los últimos años. La causa no es otra que los numerosos estudios que se han realizado sobre el origen de las especies humanas a lo largo de su evolución, en base al seguimiento poblacional del ADN mt (ADN que se encuentra en las mitocondrias). Igualmente, el conocimiento sobre la secuencia del genoma humano, tanto del nuestro como el del neandertal, está mostrando unos datos muy interesantes, pero que siempre hay que matizar su significado en relación con la conducta de los seres humanos.

Cuando en la actualidad se habla del descubrimiento de genes relacionados con alguna propiedad cognitiva (como en el caso del lenguaje con gen FOXP2), los genetistas entienden perfectamente que lo que puede ofrecer tal gen es la producción o regulación (dependiendo si es estructural o regulador) de algunas estructuras neurológicas que facilitan (total o parcialmente) la capacidad de producir el lenguaje, pero que su manifestación o fenotipo depende de otros muchos factores y de las características del medio ambiente (Enard et al., 2002).

El gen FOXP2 se ha relacionado con la regulación del desarrollo de una parte de la estructura anatómica del lenguaje (Lai et al., 2001). Este gen saltó a la fama con el caso de una familia británica (KE) algunos de cuyos miembros estaban dotados tan sólo de copias defectuosas del mismo, presentando cierto grado de agramaticalidad. La expresión del gen y de la proteína que codifica influye en el desarrollo de los pulmones, el esófago y el corazón, pero lo más interesante es su relación con el cerebro de los humanos y otras especies. Experimentos con animales revelan que FOXP2 desempeña un importante papel en la coordinación motora de los ratones, y se sabe que la inhibición del mismo gen en pinzones afecta drásticamente a sus cantos y a su capacidad para el aprendizaje, de un modo bastante similar a los desórdenes observados en el habla de la familia KE. Por eso los estudios con aves canoras podrían tener un impacto en la comprensión del mismo lenguaje humano, sobre todo en lo referente a la articulación sonora.

Sin embargo, estamos aún lejos de superar la dificultad de identificar fenotípicamente el problema de los afectados por una variante defectuosa del gen (Vargha-Khadem, et al., 2005). Además, la actual localización de dos nuevos genes implicados en el trastorno relacionado con el FOXP2, evidenciaría el carácter poligénico del lenguaje (Camacho, 2005; The SLI Consortium, 2002), lo que concuerda con el carácter multifactorial del lenguaje.

El gen FOXP2 ha sido caracterizado como un gen regulador. Esto significa que no es responsable del desarrollo de ningún tipo de tejido en particular, sino del control de la actividad de otros genes aún poco conocidos. Se sabe que el gen se manifiesta en el desarrollo de una estructura neuroanatómica que comprende los ganglios basales, una estructura subcortical relacionada con la ejecución de tareas secuenciales (Lieberman 2002), y partes del córtex frontal ya relacionadas con el aspecto motor del lenguaje.

La última noticia que tenemos relacionada con FOXP2 se acaba de publicar en la revista Nature, gracias a un trabajo de Genevieve Konopka y su equipo, que ayuda a localizar las pequeñas pero significativas diferencias que median entre las versiones humana y chimpancé del gen. La principal consecuencia fue conocer que el gen FOXP2 cumple funciones distintas en el ser humano y en el chimpancé.

Con él se ha vuelto a comentar las capacidades lingüísticas del Neandertal. Se ha realizado con los fósiles de Sidrón (Asturias), obtenidos con técnicas de aislamiento muy precisas, conociendo que los neandertales compartían con los humanos modernos las mutaciones del gen FOXP2. Esto viene a indicar que los neandertales y los humanos modernos poseían la habilidad para desarrollar su propio lenguaje, es decir, que los neandertales compartieron con los humanos modernos la capacidad del habla.

Pero una cosa es la capacidad de articular sonidos y otra tener un lenguaje de características humanas (cognitivo, simbólico, intencional, social y regulador de la conducta). Si hablamos de articulación sonora, no parece adecuado establecer una relación simple entre la presencia del gen y la capacidad gramatical de carácter plenamente simbólica, ni relacionar la capacidad de articulación sonora con la cognición y simbolismo humano. El lenguaje es un complejo proceso en el que intervienen muchas variantes de diverso origen (anatómicos, neurológicos, psicológicos, sociales, demográficos, culturales, etc.). Del adecuado desarrollo de ellos y de su buena coordinación, se producirá la conducta humana en general, destacando su lenguaje simbólico como conducta clave del proceso de desarrollo cognitivo y cultural humano.

Cuando hablamos de que si el Neandertal podía hablar, nos referimos a una capacidad lingüística que en el periodo de estudio estaría o no desarrollada. Es decir, hay que separar entre capacidad y desarrollo conductual. Naturalmente esta matización se aplica igualmente a los Humanos modernos como a los neandertales. Cada unos de ellos, en función de sus propias capacidades cognitivas y características del medio ambiente, iría desarrollando un lenguaje que quedaría plasmado en la complejidad de la conducta observada en los yacimientos (Rivera 1998, 2003-2004).

Un reciente estudio sobre el origen del lenguaje lo he publicado en la revista Ludus Vitalis 31(2009), donde se intenta hacer un estudio multidisciplinar de tan complejo proceso. Igualmente existe una página web donde se exponen recientes trabajos sobre biolingüística, los cuales creo que pueden ser interesantes para los que les gusten estios temas (Proyecto "Biolingüística: fundamento genético, desarrollo y evolución del lenguaje").

* Camacho, V. (2005): "Nueva aproximación minimalista al estudio filogenético del lenguaje". Actas del IX Simposio Internacional de Comunicación Social. Santiago de Cuba: Centro de Lingüística Aplicada.
*Enard , W.; Przeworski, M.; Fisher, S. E.; Lai, C. S. L.; Wiebe, V.; Kitano, T.; Monaco, A. P. y Pääbo, S. (2002): Molecular evolution of FOXP2, a gene involved in speech and language. Nature 418, 869-872.
* Lai, C. S; Fisher, S. E.; Hurst, J. A., Vargha-Khadem, F. y Monaco, A. P. (2001): “A Forkhead-Domain Gene is Mutated in a Severe Speed and Language Disorder” Nature 413: 519.
* Lieberman P. (2002): On the nature and evolution of the neural bases of human language. American Journal of Physical Anthropology, 119(S35):36-62.
* The SLI Consortium, (2002): “A genome-wide scan identifies two novel loci involved in Specific Language Impairment (SLI)”. Am. J. Hum. Genet. 70: 348-398.
* Vargha-Khadem, F.; Gadian, D. G.; Copp, A. y Mishkin, M. (2005): “FOXP2 and the neuroanatomy of speech and language”. Nature Reviews Neuroscience, 6: 131-138.