domingo, 27 de septiembre de 2009

Prehistoria, Arqueología y/o Antropología

El estudio de la conducta de los diversos homínidos que componen nuestro linaje se realiza a través del cometido científico de diversas ciencias como la Arqueología, Prehistoria y Antropología prehistórica, siendo denominados sus respectivos seguidores como arqueólogos, prehistoriadores y antropólogos. La tendencia en el uso de una u otra denominación parece que tiene una relación directa con la tradición de los estudios del pasado humano en cada país. Sin embargo, la diferencia puede tener mayor trascendencia que la simple denominación. Veremos unas definiciones: 

Prehistoria: Ciencia que estudia el pasado de la Humanidad, desde su inicio evolutivo hasta la aparición de la escritura, para dar paso a la Historia con fuentes documentales escritas. No obstante, la Prehistoria tiene carácter interdisciplinario, al usar todas aquellas ciencias que pueden aportar datos sobre la interpretación del registro arqueológico. 

Arqueología: Es una denominación con cierto conflicto en su definición, pues aunque en líneas generales sería una ciencia o técnica de lo antiguo, la Prehistoria también trata de lo antiguo, por lo que tendríamos que ver la Arqueología como una ciencia o técnica auxiliar a la Prehistoria. Sería la ciencia que entiende de los restos materiales (los objetos en contraposición a los escritos) comportándose auxiliarmente con respecto a la Prehistoria. Sin embargo, la Arqueología, como técnica, es una auxiliar de toda la Historia (con independencia del periodo o época). Pueden existir dos posturas generales: 

I.- La Arqueología y Prehistoria tienen contenidos distintos. La Arqueología elaboraría el registro arqueológico. Se dedica a analizar los datos, los documenta y organiza. La Prehistoria sería otra ciencia que con esos datos elabora hipótesis y explica los hallazgos. 

II.- Ambas tienen contenidos comunes, serían la misma cosa. Sin embargo, no siempre se pueden atribuir las tres esferas de actuación del estudio de lo antiguo (recuperación de datos, descripción de datos y estudio integrado y sintetizador) con igual seguridad a cada una de estas dos posibles ciencias. 

Tal vez la realidad no radica en la definición de las ciencias, sino en las personas que las ejercen y la denominación social que reciben y usan. En ocasiones actúan más como arqueólogos (extracción de datos, descripción y primeras conclusiones), y otras realizan tareas de integración geográfica y temporal más amplias, con el fin de lograr exposiciones de mayor grado de explicación y síntesis (como prehistoriadores). La diferencia, es más de semántica que de realidad manifiesta. El paso de una a otra ciencia por parte de sus actores, hace que toda diferencia radique más en los usos y costumbres, que en realidades fácilmente diferenciables.  

Para complicar más las cosas, el enfoque que se da al estudio del pasado más lejano es diferente en Europa y en América. En Europa la Prehistoria se ha considerado como una mera subdivisión de la Historia, compartiendo con ésta los fines (reconstrucción del pasado, conducta humana) y el objeto de estudio (el género Homo), aunque admite la dificultad y la necesidad de utilizar todos los medios útiles posibles. Las fuentes que utilizan serían básicamente arqueológicas (más todas aquellas que pueda aportar datos en la explicación del registro arqueológico). 

En América, la Prehistoria sería como una ciencia aplicada con formas y métodos propios y fines específicos (estudio del ser humano en su más amplio aspecto), que la separan de la tradicional Historia (estudio de los acontecimientos humanos con los medios propios de tal ciencia). La Prehistoria entraría dentro del campo de la Antropología prehistórica. 

Antropología: Es la ciencia social que estudia al ser humano de forma holística, por lo que se interesaría en el origen y desarrollo de toda la gama de la variabilidad humana y los modos de comportamientos sociales a través del tiempo y el espacio. En este sentido, al referirnos a los periodos anteriores a la escritura coincidiría en ciertos fines con la Prehistoria. 

Al combinar en una sola disciplina los enfoques de las ciencias naturales, sociales y humanas, la antropología es, sobre todo, una ciencia integradora que estudia al ser humano en el marco de la sociedad y cultura a las que pertenece; y, al mismo tiempo, como producto de éstas. Aunque el fin de estas ciencias (Prehistoria y Arqueología por un lado y Antropología prehistórica por otro) sea el mismo (estudio de la conducta humana en el pasado), los métodos usados para su logro no son los mismos.  

En este sentido, Laurence G. Strauss, en un seminario de Doctorado sobre las novedades en el Paleolítico y Mesolítico europeo que ofreció en Buenos Aires (1996), expresó las diferencias entre la escuela norteamericana y la europea:

Yo me he formado como arqueólogo antropológico. Mi meta como paleoantropólogo es la comprensión de los modos de vivir. Las diferencias......son diferencias de paradigma: la manera de definir lo que es importante saber, cómo y porqué; estas diferencias provienen de formaciones académicas muy distintas: la mayoría de los prehistoriadores españoles están formados en las Letras y la mayoría de los prehistoriadores norteamericanos en las Ciencias Sociales con grandes dosis de Ciencias Naturales. Creo que hay un sitio para ambas perspectivas a fin de llegar a una visión completa del Paleolítico. El papel de los prehistoriadores venidos de la tradición antropológica americana o inglesa sería el de proponer y evaluar hipótesis acerca del comportamiento y de la adaptación humana. También quizá, su papel es de mitigar un escolasticismo excesivamente estéril, en el estudio de los materiales de la prehistoria. El papel de los prehistoriadores de tradición humanística europea es de describir, ordenar y estudiar de manera muy detallada y precisa, los materiales con los cuales sólo ellos pueden estar íntimamente familiarizados a largo plazo, y de corregir los excesos de optimismo explicativo de sus colegas forasteros.

Si el fin primordial de la Prehistoria en el conocimiento de la conducta humana en el pasado, ¿por qué no se utilizan habitualmente las ciencias específicas para tal uso? La realidad es que en nuestros estudios de Prehistoria y Arqueología se nota una falta de utilización de la Psicología, Neurología y Sociología (tratadas en común esfuerzo) en el análisis de la conducta paleolítica.  

Sin embargo, la realización y organización de un equipo interdisciplinario con estas ciencias conductuales supone un importante reto, pues sus métodos, objetivos y elementos de estudio son diferentes, haciendo muy difícil su interrelación doctrinal. Ni el prehistoriador suele conocer los fundamentos psicobiológicos del ser humano relacionados con la conducta, ni los psicobiólogos conocen la realidad conductual de los homínidos del paleolítico. Puede que la solución no radique en la introducción sistemática de psicobiológicos en los equipos interdisciplinares, sino en la adquisición de  un mínimo conocimiento de estas disciplinas que facilite la armonización de sus contenidos, hecho que facilitaría el desarrollo de teorías mejor fundamentadas.

Tal vez habría que comenzar a pensar en la necesidad de cambiar algunos conceptos teóricos y prácticos en la labor cotidiana de la Prehistoria como ciencia, pues su cometido es mucho más complejo que el de una simple ciencia histórica. En efecto, no sólo trata de conocer los hechos acaecidos en el pasado más lejano, sino que intenta comprender el desarrollo evolutivo de su conducta y cultura, lo que fue una consecuencia de los procesos evolutivos, psicobiológicos y ambientales que los posibilitaron. Estas conclusiones dan un aspecto muy diferente de las metas teóricas del estudios de los demás periodos de la Historia de la Humanidad, por lo que su análisis requerirá otros fundamentos teóricos diferentes a los utilizados en la clásica Historia.    

sábado, 19 de septiembre de 2009

Lenguaje y arqueología

...lo único que nos es dado y que hay cuando hay vida humana es tener que hacérnosla, cada cual la suya.... La vida es quehacer 
(Historia como sistema) (1935).
Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo (Meditaciones del Quijote) (1914).
                                                     José Ortega y Gasset.


La mente humana es la mente humana y a la vez es la cultura, y si no se salva ésta no se salva aquella.
                                            José Luis Pinillos, La mente humana (1991).


Las características psicobiológicas de los seres humanos ofrecen un panorama fácilmente identificable con un estructuralismo funcional, es decir, con la base funcional sobre la que se va ha desarrollar nuestro pensamiento y conducta, siendo común en todos los seres humanos. No obstante, la forma en que esta percepción y procesamiento de la realidad va a dar lugar a la construcción socioeconómica y cultural, puede ser distinta en los diferentes grupos humanos que conocemos. En definitiva, lo que se quiere dar a entender es que las formas fisiológicas de percepción de la naturaleza (los cinco sentidos conocidos por todos: gusto, tacto, olfato, audición y visión), y su procesamiento en el sistema nervioso de los seres humanos, es igual para todos los de la misma especie. Por tanto, cada grupo social de una misma especie humana puede, independiente unos de otros, ir creando una estructura lógica social y personal diferente. Lo que en un principio es común, en su desarrollo se iría diversificando. Naturalmente, los componentes de cada una de las diversas especies de nuestro linaje, tendrían unas características funcionales propias, que limitaría la forma de adquirir y procesar la información del medio ambiente (Rivera, 2009).

En este sentido, es fácil admitir las citas de José Ortega y Gasset y de José Luis Pinillos con la que comienza este pots. Igualmente, hay que admitir que las cualidades de la información cultural que adquirimos en nuestra vida, son las que van a marcar las pautas de nuestro pensamiento, conducta y trabajo. Existe un estructuralismo psicobiológico y funcional que sólo asimila, procesa y actúa en consecuencia sobre lo conocido, aprendido o sentido. Por tanto, en función de lo aprendido, así podemos actuar. Lo que no se conoce es como si no existiera, cuando la realidad es, evidentemente, mucho más compleja de lo que pensamos.

En todas las disciplinas académicas existe una importante subjetividad inconsciente, consecuencia de su propia limitación teórica (lógica y base de la investigación); del excesivo parcelamiento doctrinal característico de la división científica actual; del uso exclusivo de la información que tal ciencia considere necesario para su desarrollo; de la excesiva parcelación analítica que se realiza para el estudio de cualquier problema (las partes), pero olvidando muchas veces las relaciones que existen entre esas y otras partes (el todo). En definitiva es la manifestación de la deformación profesional que afecta a todas las ciencias y a todos los que las estudian. La arqueología, sobre todo en lo referente al estudio del ser humano en la prehistoria, es un claro ejemplo.

Uno de los procesos que más se ha visto afectado por estas causas es el estudio sobre el origen y desarrollo del lenguaje humano (consciente y plenamente simbólico). Aunque se considera al lenguaje como parte indiscutible de los seres humanos, se estudia analíticamente como un proceso independiente de las conductas que estudia la arqueología, con la excusa de que el lenguaje no deja restos y por tanto no puede estudiarse (sería una parte). Es una conclusión muy superficial, pues todas las conductas humanas están estrechamente relacionadas y son dependientes unas de otras, ya sea en uno o varios factores a la vez (es el todo muchas veces olvidado).

Con estas ideas los arqueólogos se centran en el análisis de los datos observables que el yacimiento ofrece, pero ignoran los procesos cognitivos (abstracción, simbolismo, lenguaje) que son los responsables de su creación, por lo que a su vez, tales objetos o conductas son ejemplos palpables de su existencia, al menos en algún grado. Los estudios del lenguaje en la prehistoria se han extendido preferentemente en el seguimiento evolutivo del aparato fonador en general, así como de las áreas cerebrales que se pueden relacionar directamente con algún tipo de funcionamiento lingüístico (Broca y Wernicke).


El lenguaje (definición del lenguaje humano) es un complejo proceso conductual en el que están íntimamente relacionados los elementos psicobiológicos humanos, las condiciones sociales y demográficas de sus poblaciones, las características medioambientales en las cual viven, y el acervo cultural que pueden adquirir de sus ancestros en general (nicho cultural. Bickerton, 2009).

Los estudios multidisciplinares se hacen muy necesarios para comprender el origen y forma de desarrollo lingüístico de los seres humanos. Pues en el intento de analizar las partes (al menos las que podamos) y su interrelación, no hay que perder de vista el todo (síntesis multidisciplinar). Es el único medio que disponemos para evitar en lo posible la subjetividad científica y la deformación profesional que tanto se ha dado en esta faceta humana en los medios arqueológicos. En este sentido acabo de publicar en la revista mexicana Ludus vitalis un artículo que intenta cumplir con todos los requisitos anteriormente señalados (Rivera y Rivera, 2009).

* Bickerton, D. (2009): Adam´s Tongue: How Humans Made Language, How Language Made Humans. Nueva York: Hill and Wang.
* Rivera, A. (2009): Arqueología del lenguaje. La conducta simbólica en el Paleolítico. Akal. Madrid.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Neandertales y Cromañones (Dos Humanidades)

Ya vimos las diferencias genéticas, anatómicas (somáticas y neuroanatómicas), así como la diferenciación evolutiva y ontogénica que existe entre los neandertales y los HAM (El enigma Neandertal). Estos datos nos dan una idea sobre una doble posibilidad.
- Que se traten de dos especies diferentes.
- Que cada grupo tenga unas capacidades cognitivas específicas de su especie y/o población, que serían parecidas entre los dos grupos, pero no iguales. 


Sin embargo, tal idea hay que comprobarla, lo que sólo puede realizarse por medio de las manifestaciones culturales que el registro arqueológico nos ofrece, pues su conducta sería la manifestación del desarrollo de las capacidades cognitivas de los humanos que la produjeron. En definitiva, la comparación conductual de las dos poblaciones sería la piedra angular de todo estudio sobre sus respectivas conductas, por lo que la forma de realizarla es fundamental.   

En espacios anteriores dedicados a la conducta de los neandertales y de los HAM (funciones ejecutivas en el Paleolítico, motivación en la conducta humana, creatividad, capacidades cognitivas emergentes) vimos que existe una importante diferencia en los parámetros que van a posibilitar toda conducta humana (tanto de neandertales como de los HAM):  

- Planificación de toda conducta (funciones ejecutivas).
- Interés del cambio, necesidad de adaptación ambiental (motivación).
- Posibilidad de originar nuevas facetas tecnológicas, sociales y simbólicas (creatividad).
- Desarrollo de un mundo de características modernas o simbólico (capacidades cognitivas emergentes: individualidad, conductas espaciales y temporales, etc.).   

Las diferencias que existen en la generalidad poblacional de los dos grupos humanos son patentes en estos cuatro aspectos fundamentales de la conducta humana. No quiere decir que los neandertales carezcan totalmente de las mismas, sino que sus posibilidades son menores, su desarrollo simbólico posiblemente necesitó de un estímulo externo (¿influencia de los HAM?), pues sus logros son mucho más escasos y limitados en el tiempo y en el espacio, aunque no totalmente inexistentes. Podemos tener unas claras premisas: - 

- El Neandertal es una especie humana con unas características cognitivas específicas de su especie, y, por tanto, diferentes de las que poseen los HAM.
- Hay que olvidar totalmente la idea clásica de que el Neandertal fue un ser humano brutal, ignorante y con capacidades cognitivas excesivamente limitadas. Simplemente, su adaptación al cambiante y difícil clima europeo durante miles de años, indica totalmente otra cosa.
- Igualmente, junto a los HAM antes de que estos desarrollasen plenamente sus capacidades cognitivas emergentes (sobre todo la individualidad y las conductas espaciales y temporales), tuvieron unas posibilidades de adaptación medioambientales muy similares. Pero el desarrollo de las capacidades cognitivas emergentes del Neandertal, aunque existentes en algún grado, no fueron lo suficientemente elevadas como para resistir el empuje conductual y de adaptabilidad que poseyeron los HAM después de su desarrollo cognitivo.
- Por su parte, los HAM también necesitaron un tiempo y unas condiciones ambientales (sociales, demográficas, tecnológicas, culturales, lingüísticas y simbólicas) para poder desarrollar sus propias capacidades emergentes, lo que desde entonces adquirieron una potenciabilidad adaptativa superior a la del Neandertal.
- La definitiva desaparición del Neandertal puede tener en estas consideraciones cognitivas un factor muy importante, lo que siempre hay que tener en cuenta. Sin embargo, no hay que descartar otras consideraciones demográficas, climáticas y sociales, como así pudo pasar en el sur de la Península Ibérica.   

El tema sólo está comenzando a desarrollarse, y mucho hay que profundizar en él, personalmente pienso realizarlo por medio de la aplicación de la Arqueología cognitiva que he desarrollado. Un ejemplo de ello es el reciente artículo que he publicado en la revista Zephyrus (2008): Relación entre neandertales y cromañones: un enfoque cognitivo. Vol. 61 (1).
Pienso que algunos lectores pueden no estar de acuerdo con las ideas que he expuesto. Creo que sería interesante poder conocer las motivaciones científicas de tal desacuerdo, por lo que les invito en este blog a que manifiesten sus opiniones.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Capacidades cognitivas emergentes

El desarrollo cognitivo (fundamentado sobre los avances culturales, sociales y simbólicos de épocas anteriores) que caracteriza a nuestra especie, parece que tiene el carácter de emergencia cognitiva, es decir, aparece con unas características psicobiológicas que no se pueden prever de la conducta observada en el Paleolítico Medio. Al final de este periodo se produce una situación social, demográfica, tecnológica, medioambiental y cognitiva especial que, en conjunto, no se había presentado nunca con anterioridad durante el largo camino evolutivo de nuestro género. Todos estos factores van a producir situaciones nuevas, que requieren soluciones diferentes a las que tradicionalmente se utilizaban en ese preciso momento. El concepto de emergencia, y más aún el de carácter cognitivo, es un concepto que tiene muy poco tiempo de desarrollo científico. Sobre el primero (emergencia) John R. Searle, en su libro “El misterio de la conciencia” ofrece una definición muy precisa (2000: 30):  

"Una propiedad emergente de un sistema es una propiedad que se puede explicar causalmente por la conducta de los elementos del sistema; pero no es una propiedad de ninguno de los elementos individuales, y no puede explicar simplemente como un agregado de las propiedades de estos elementos. La liquidez del agua es un buen ejemplo: la conducta de las moléculas de H2O explica la liquidez, pero las moléculas individuales no son líquidas".   

Este concepto es consustancial con la naturaleza (tanto inorgánica como biológica), pues de la unión de cualquier elemento químico resulta otro con diferentes propiedades fisicoquímicas, así de la unión de ciertas capacidades cognitivas aparecen (emergen) otras capacidades con nuevas propiedades cognitivas. La autoconciencia o conciencia reflexiva puede ser un claro ejemplo de tal proceso y, sin duda, uno de los aspectos menos conocidos (tanto en sus facetas psicobiológicas, como en su forma de aparición histórica) y que más trascendencia ha tenido para nuestra cultura.  

Autoconciencia reflexiva

En este sentido, parece importante analizar el concepto, que sobre nuestra propia existencia tenemos, por medio de una pregunta clave: ¿Es la autoconciencia una facultad heredada que siempre se manifiesta en nuestra especie; o corresponde a una capacidad evolutivamente adquirida, que se desarrolla gracias a la influencia del ambiente social y cultural en el que nacemos y vivimos sobre nuestras capacidades cognitivas heredadas? La conciencia reflexiva es una propiedad emergente de la conducta (Ávarez Munárriz, 2005: 25-31; Mora: 2001: 142), resultante de la unificación funcional de otras capacidades cognitivas (mecanismos de atención seriados, memoria a corto plazo, emotividad, etc.) que, por sí solas, no explican tal propiedad, pero la suma funcional de ellas daría lugar a las propiedades de autoconciencia humana (Edelman y Tononi, 2000; Mora, 2001: 147).  

El desarrollo de la conciencia reflexiva se producirá cuando las capacidades cognitivas lo permitan, y las características del medio ambiente sean las adecuadas. Si en la actualidad tales condiciones parecen obvias, en la prehistoria adquieren un protagonismo esencial. Las primeras van apareciendo con la evolución física, mientras que las segundas hay que crearlas, teniendo un desarrollo propio y diferente a la evolución neurológica. Con el desarrollo de esta capacidad cognitiva surge el concepto de individualidad (social y, sobre todo, personal), que siempre se desarrolla en un medio social, por lo que dependería de las características de éste. Con este nuevo concepto iniciamos el reconocimiento e interiorización de la idea abstracta del yo / nosotros en relación con el concepto de tú / otros. La identificación, tanto individual como colectiva, de esta propiedad se basa en la noción de diferencia existente entre los individuos y grupos (Jenkins, 1996: 4), que se traduce en la existencia universal de una palabra determinada para referirse a uno mismo (yo), como así lo expone el sociólogo alemán Norbert Elías (1990: 123). Para su producción se necesita una interacción social, tanto intra como intergrupal, de una forma importante y continuada, que genere continuamente problemas de relación entre los individuos del mismo grupo, y de estos con otros grupos. Igualmente, es necesario el inicio de las diferencias sociales (tecnológicas, políticas, religiosas, etc.) dentro del mismo grupo, desarrollando diferentes actividades con características funciones, simbolización y actividad. Esta relación deberá hacer hincapié en la diferenciación conceptual de esta confrontación, hasta llegar a desarrollar una clara conceptualización de las ideas simbólicas del yo y los otros, es decir, de la individualidad social y personal. Su producción sería de tipo generacional, pues es preciso el recurso de muchas generaciones para desarrollar plenamente dichos conceptos.   

El proceso implicaría la paulatina creación de cambios conductuales que resalten la diferencia entre unos y otros, por parte de algunos elementos sociales con mayor capacidad para desarrollar tales conceptos, siendo rápidamente adquiridos por los elementos más jóvenes del grupo, que los asumirán como suyos propios (Hernando, 2002). Los primeros avances, que la capacidad cognitiva humana debió desarrollar para crear un mundo simbólico como el actual, serían el inicio de la propia identificación social del grupo en contrapunto con la identificación de las demás poblaciones, es decir, a la creación del concepto de la individualidad social. Con posterioridad a su desarrollo, se iniciarían los criterios de individualidad personal o diferencias particulares que surgen entre los elementos de un mismo grupo humano (germen de la propia autoconciencia individual, tal y como la entendemos en la actualidad). En su paulatino aumento de complejidad, darían lugar a diferentes manifestaciones de tipo social, tecnológico, político y religioso dentro del propio grupo (Elías, 1990; Hernando, 2002: 49-63).   

La conciencia humana está fundamentada en la llamada teoría de la mente, es decir, en la posesión de cierto conocimiento sobre la existencia de una vida mental semejante a la nuestra en los otros componentes de la sociedad. En el género Homo parece que siempre ha existido, con mayor o menor desarrollo, esta propiedad cognitiva tan ligada al concepto de individualidad personal y/o social. Al ser un proceso en el que intervienen varios sujetos, parece lógico pensar que su desarrollo estaría condicionado a las características de relación social. El concepto de la individualidad personal y social surgiría de la apreciación de diferencias que puedan existir entre los miembros de un mismo grupo, o entre poblaciones diferentes. (Rivera, 2004, 2005, 2008). Por supuesto, es condición inexcusable que existan las diferencias necesarias para que se puedan establecer tales distinciones. Éstas, más que apreciaciones biológicas con su importancia entre poblaciones o especies diferentes, serían mayoritariamente culturales (tecnológicas, sociales, conductuales, etc.), las cuales hay que crearlas, pues no han existido siempre. Es preciso un cierto desarrollo socioeconómico que origine ciertas diferencias, para que la individualidad pueda desarrollarse. Con el progreso socioeconómico aparecen las necesidades sociales de recalcar tales diferencias, es decir, de crear los adornos. Hasta que estas condiciones no se presenten, es difícil creer en un simbolismo básico, lo que parece corroborar los datos obtenidos por el registro arqueológico.  

El espacio se objetiva con la referencia a objetos fácilmente observables, inmóviles y permanentes del territorio donde se efectúe la acción. La idea del espacio se estructura con ciertas características físicas o geográficas del territorio donde se realiza la propia vida (montañas, ríos, árboles, etc.), y donde se adquieren los elementos básicos de su subsistencia (caza, recolección, materias primas, relaciones sociales, etc.). El tiempo se realiza con la referencia de sucesos móviles de carácter no humano, pero con un tipo de movimiento recurrente. El concepto del tiempo nace del orden de sucesión de los hechos que tienen lugar en el espacio ya mencionado (día y noche, estaciones, fases de la luna, etc.) (Hernando, 2002).   

Su producción en el Paleolítico La producción de adornos entre los HAM, refleja un importante desarrollo del concepto de individualidad social y personal. Las amplias relaciones sociales mantenidas a muchos kilómetros de distancia y la similitud cultural que se observa en grandes zonas habitables de Europa, indican un notable desarrollo de los conceptos espaciales, así como el inicio de una conducta relacionada con el conocimiento de la acción en el tiempo (caza estacional, migraciones, hábitats estaciónales, conservación de alimentos y reserva de materias primas, etc.), que serán constantes desde el Auriñaciense. Estos datos indican la existencia de una gran reflexividad de su pensamiento y conducta, que se acompaña de una gran capacidad para la producción de rápidos cambios conductuales encaminados a solucionar problemas adaptativos (flexibilidad conductual) (Rivera, 2005, 2006, 2009). 

Entre los neandertales existe cierto desarrollo en la adquisición de las abstracciones relativas a la individualidad y su ubicación en el tiempo y espacio. La individualidad queda plasmada en los adornos encontrados en algunos yacimientos del Chatelperroniense, pues indica su desarrollo de un individualismo social y/o personal con simbolismo, al menos en las zonas más pobladas o con posibles relaciones con los HAM. El desplazamiento o utilización de los conceptos del tiempo y del espacio con mayor profundidad que el aquí y ahora, están también desarrollados, aunque en menor medida que el apreciado entre los HAM, si tenemos en cuenta las características de su expansión geográfica, limitación de sus relaciones sociales y la importación de materias primas lejanas (Gamble, 2001).  

Para la producción de este desarrollo social y simbólico es imprescindible la existencia de un lenguaje con carácter simbólico. Su uso favorece la ampliación de las redes sociales, el incremento de la cooperación, la complejidad de las estrategias de caza y, en conjunto, de todo aspecto cultural de base simbólica (Mellars, 2005; Rivera, 1998, 2003-4; 2004, 2005, 2006, 2009). Parece clara la diferencia de estas capacidades entre las dos poblaciones, aunque diversos autores (D´Errico et al., 1998; D´Errico et al., 2003) atribuyen un alto simbolismo al Neandertal, tanto en el Paleolítico Medio como en el Superior. Durante el Musteriense se basan en la interpretación de ciertos hechos que pueden tener tal significado (enterramientos, uso de colorantes como el ocre, ciertos adornos musterienses, etc.), pero con un simbolismo poco claro. Su producción, dado el importante nivel que dicen que presentaron, implicaría la existencia de un alto desarrollo de las capacidades cognitivas (funciones ejecutivas, creatividad, motivación y desarrollo de las capacidades cognitivas emergentes), del aumento demográfico y su consecuente complejidad social, y de su evolución económica, requisitos que no se cumple, al monos, en el aspecto socioeconómico, pues en el Musteriense se mantiene en un éxtasis cultural ya comentado (Mellars, 1999, 2005). Es difícil pensar en un importante desarrollo parcial (simbolismo), cuando las características básicas de la adaptabilidad y supervivencia se fundamentan más en el desarrollo de los otros dos aspectos (tecnológico y social). Este hecho estaría más de acuerdo con unas manifestaciones cognitivas globales con parecidas limitaciones en el desarrollo de las tres manifestaciones (tecnología, sociabilidad y simbolismo). El inicio de la individualidad (en el sentido moderno o el que actualmente conocemos) y de las conductas relacionadas con los conceptos temporales y espaciales, dependen de la acción conjunta de las capacidades cognitivas primarias (motivación, creatividad, funciones ejecutivas, etc.), así como del acervo cultural existente, siendo dentro de esta concepción como deben entenderse. 

El simbolismo no es una conducta que aparece súbitamente, ni se produce en todos los lugares por la simple adquisición de las capacidades cognitivas que puedan crearlo. Como ya vimos, en el resultado de la acción conjunta de varios procesos (cognitivos, sociales y tecnológicos), los cuales pueden darse en diferentes situaciones y áreas geográficas, perdurando luego o no. Sería el caso de los HAM en Africa (MSA) con cierto simbolismo y la ausencia del mismo entre las poblaciones modernas del Próximo Oriente. Con los neandertales pasaría lo mismo, aunque con distinto ritmo y desarrollo, según se aprecia en el registro arqueológico del Musteriense europeo y el MSA africano.   

Por tanto, si se acepta que el desarrollo tecnológico de los neandertales fue creación suya en exclusiva, ¿porqué fueron tan limitados en la conducta social y simbólica? Hay que pensar en una motivación diferenciada geográficamente, en una menor respuesta creativa, y posiblemente por ciertas limitaciones en sus capacidades cognitivas emergentes. Lo que no quiere decir que, en ciertas condiciones ambientales, si pudieron desarrollar conductas con estas características modernas.


* Álvarez Munárriz, L. (2005): La conciencia humana. En: La conciencia humana: perspectiva cultural. Coord. Por Luis Álvarez Munárriz, Enrique Couceiro Domínguez. Anthropos. Barcelona.
* D'Errico, F.; Zilhao, J.; Julien, M.; Bafier, D.; Pelegrin, J. (1998): Neanderthal acculturation in western Europe? A critical review of the evidence and its interpretation. Current Anthropology. Chicago. 39 (supl.), p. 1-44.

* D´Errico, F.; Henshilwood, CH.; Lawson G.; Vanhaeren, M.; Tillier, A. M.; Suressi, M.; Bresson, F.; Maureille, B.; Nowell, A.; Lakarra, J.; Backwell, L.; Julien. M. (2003): Archaeological Evidence for the Emergence of Language, Symbolism, and Music–An Alternative Multidisciplinary Perspective. Journal of World Prehistory. New York. 17: 1, p. 1-70. * Edelman, G. M., y Tononi, G. (2000): Un Universe of Consciousness. Basic Books, New York.
* Elias, N. (1990): La sociedad de los individuos. Ensayos. Península / Ideas. Barcelona.
* Gamble, C. (2001); Las sociedades paleolíticas de Europa. Ariel Prehistoria. Barcelona.
* Hernando, A. (2002): Arqueología de la identidad. Akal. Móstoles (Madrid).
* Jenkins, R. (1996): Social Identity. Nueva York y Londers, Routledge.

* Mellars, P. A. (2005): The Impossible Coincidence. A Single-Species Model for the Origins of Modern Human Behaviour in Europe. Evolutionary Anthropology. New York. 14, p. 12-27. * Mora, F. (2001): El reloj de la sabiduría. Tiempos y espacios en el cerebro humano. Alianza Editorial. Madrid.
* Rivera, A. (1998): Arqueología del lenguaje en el proceso evolutivo del Género Homo. Espacio, Tiempo y Forma. Serie I, Prehistoria y Arqueología 11. UNED. Madrid.
* Rivera, A. (2003-2004): La conducta simbólica humana: Nueva orientación metodológica.
Espacio, Tiempo y Forma. Serie I, Prehistoria y Arqueología. UNED. Madrid.
* Rivera, A. (2004): Arqueología cognitiva. Una orientación psicobiológica.
ArqueoWeb 6 (1). UCM.

* Rivera, A. (2005): Arqueología cognitiva. El origen del simbolismo humano. Arco/Libros. Madrid.
* Rivera, A. (2006): Conducta y lenguaje en la Prehistoria.
ArqueoWeb 8 (1). UCM.
* Rivera,, A. (2009): Arqueología del lenguaje. La conducta simbólica en el Paleolítico. Akal. Madrid.
* Searle, J. R. (2000): El misterio de la conciencia. Paidos. Barcelona.