sábado, 16 de octubre de 2010

El simbolismo de Excalibur

El estudio del simbolismo en el registro arqueológico del Paleolítico (sobretodo del medio e inferior) constituye un problema de difícil encauzamiento. Siguiendo lo comentado en los cuatro anteriores entradas (Conducta simbólica humana. Concepto multidisciplinar de evolución conductual. Características del simbolismo humano. Análisis del simbolismo en el Paleolítico) creo que lo mejor sería realizar una aplicación del modelo a un problema simbólico concreto, como puede ser el bifaz encontrado en la Sima de los Huesos en Atapuerca, denominado por sus descubridores como Excalibur.

Bifaz Excalibur

Su situación en un lugar de posible enterramiento voluntario le ofrece ciertas características de ofrenda, dentro de un desconocido e incierto ritual. Este bifaz fue hallado en 1998, y se puede afirmar que fue la obra de un Homo heidelbergensis. Su fabricante lo trabajó en un bloque de cuarcita roja para darle filo y convertirlo en una herramienta de corte hace unos 350.000 años. Su importancia radica en que se trata del único instrumento lítico encontrado en la Sima de los Huesos, lugar utilizado para acumular cadáveres, lo que teóricamente podría tener connotaciones simbólicas relacionadas con la muerte y su conexión con otro mundo espiritual.

La comprobación de tal hecho implica necesariamente que los humanos, de ese momento y lugar, deberían tener el suficiente desarrollo cognitivo de carácter simbólico, como para poder elaborar las ideas abstractas relacionados con cierta espiritualidad o una vida futura de los muertos. Así, la principal duda no es que el lugar pueda ser un autentico cementerio (lo que no todos están de acuerdo), sino que el desarrollo cognitivo de ese momento y con esos precisos seres humanos (Homo heidelbergensis) fuera el suficiente como para justificar la existencia de tan complejos conceptos abstractos, lo que en vista de los datos arqueológicos sobre su conducta no parece que así fuera. En este sentido, hay que valorar la opinión de Emiliano Aguirre (Aguirre, 2000), primer director del yacimiento, al opinar que la acumulación se parece más a una muerte simultánea por accidente natural que a una acumulación paulatina (enterramiento provocado). Paralelamente, el encuentro de un solo útil no ayuda mucho en el mantenimiento de las ideas de sus descubridores. El problema no es solo la incertidumbre que sus mismos descubridores indican sobre su posible simbolismo, sino la falta de datos científicos sobre los que fundamentar tal hecho.

Ante esta situación los datos meramente arqueológicos parecen incapaces de proporcionar teorías fundamentadas sobre una base científica. Las cuales superen a la simple opinión de sus descubridores. El hallazgo de un solo útil entre muchos cadáveres posiblemente depositados en tiempos dispares, puede explicarse con las mismas posibilidades de ser un elemento simbólico o debido a la acción del azar. Aunque los datos obtenidos del propio yacimiento son fundamentales, las claves de su estudio se centran más en los seres humanos creadores de tal yacimiento que en las características del mismo. Sobre tal orientación metodológica la Arqueología cognitiva puede tener mucho que decir. Si aplicamos las conclusiones ya mencionadas del método, habría que analizar otros datos externos al propio yacimiento, pero muy relacionados con él:

I.- Concepto multidisciplinar de evolución conductual. Del mismo hay que tener siempre presente las siguientes conclusiones:
- La evolución biológica ofrece unas capacidades funcionales de carácter innato (capacidades cognitivas básicas), destacando su gran inmadurez fisiológica.
- El grado de repercusión en la conducta depende de su desarrollo (desarrollo cognitivo), el cual depende de los estímulos externos de todo tipo (sociales, psicológicos, lingüísticos etc.). Se produce una reorganización psicobiológica dependiente de las características del medio en el que se desarrolla, teniendo lugar dentro del periodo crítico.
- Con un nivel adecuado de estas características se producirá el desarrollo de otras capacidades (capacidades cognitivas emergentes de base sociocultural), las cuales sólo existían como posibilidad a desarrollar dependiendo del medio ambiente.

Estos datos nos indican que la posesión biológica y evolutiva de unas capacidades cognitivas no significa necesariamente la existencia de la conducta a la que pueden llegar con su plena evolución. Es necesario un desarrollo cognitivo, de base sociocultural y de consecuencias cognitivas emergentes, para que la conducta se desarrolle. Desconocemos las capacidades cognitivas del Homo heidelbergensis, pero si podemos intuir su desarrollo por medio de la conducta observada en los yacimientos correspondientes a ese tiempo y lugar. Las características medioambientales (sociales, demográficas, culturales, tecnológicas, etc.) son las que van a poner límites en el desarrollo de sus capacidades.

II.- Características del simbolismo humano. El simbolismo humano es un proceso que estaría condicionado a las características psicobiológicas del cerebro de nuestro linaje, el cual sigue los conceptos del apartado anterior.
- Componentes básicos y fundamentales del simbolismo, que actuando en estrecha interrelación van a posibilitar su emergencia. Estos serían la individualidad personal/social, así como su ubicación en el tiempo y en el espacio.
- Toda conducta simbólica es acumulativa, pues para su creación y desarrollo utiliza anteriores conceptos o conductas (simbólicos o no) más elementales.
- Este proceso de evolución cultural y simbólica es un continuum que adquiere un aspecto de heterogeneidad temporal y espacial (mosaico cultural), pues depende de diversos factores (capacidades y desarrollo cognitivo, existencia de un lenguaje previo, medioambiente sociocultural, etc.), las cuales no siempre actúan con el mismo nivel de desarrollo. Este hecho sugiere la existencia de diversos grados de desarrollo intermedios entre las divisiones que podamos establecer.
- Su desarrollo precisa de unas características medioambientales determinadas (demográficas, socioeconómicas, tecnológicas, etc.).
- El simbolismo humano es un proceso cognitivo emergente. De la unificación funcional de ciertas capacidades cognitivas más elementales se producirían nuevas y desconocidas propiedades cognitivas, entre las que se encuentra el simbolismo.
- Hay que destacar el aspecto lingüístico, pues toda conducta, y más aún la simbólica, está íntimamente ligada al lenguaje, que sería la primera manifestación simbólica humana.

Habría que buscar en la conducta de estos humanos los aspectos cognitivos relacionados con la individualidad personal/social, así como desarrollo temporal y espacial. Estos son los elementos básicos para que se desarrolle cualquier tipo de conducta simbólica (social, religiosa, política, etc.). Su previo desarrollo es imprescindible para el inicio del posterior simbolismo trascendente (conductas espirituales, metafísicas, etc.), pues en él siempre hay rasgos de individualidad y uso de un preciso tiempo y espacio (Alvargonzález, 2005), lo que hay que crearlo con anterioridad.

La conducta simbólica moderna aparece cuando se adquieren las abstracciones básicas (individualidad, espacio y tiempo), con el suficiente desarrollo como para desarrollar la autoconciencia reflexiva que nos caracteriza Para ello, es necesario la propia interacción social entre los miembros del grupo y con otros grupos (Shennan, 2001), del propio desarrollo socioeconómico de estas poblaciones (Hernando, 1999), y de un lenguaje con los elementos de identificación social y/o personal con su ubicación temporal y espacial (Rivera, 2004, 2009). Así, el simbolismo debe ir asociado a situaciones arqueológicas en las que se observe un aumento demográfico de las poblaciones que convivan en una determinada área geográfica, y de cierta evolución socioeconómica, consecuencia del desarrollo de las capacidades cognitivas que lo posibiliten.

Por otro lado, las practicas mortuorias (inhumación, deposito del cadáver en simas, etc.) no significa que tengan un significado simbólico, y menos aún de carácter espiritual o metafísico (conductas ante la muerte en el Paleolítico). La acumulación de estos cadáveres en la sima puede obedecer a la necesidad de aislar el cadáver del lugar de hábitat, al que puede añadirse o no cierto componente simbólico a determinar (Rivera, 2010).

Habría que buscar las consecuencias conductuales de sus particulares desarrollos cognitivos, los cuales suelen ser evidentes en el registro arqueológico:
- De la individualidad social y personal se observan la producción de adornos, marcas y señales que indiquen la diferenciación de los componentes de la sociedad.
- Del concepto del espacio se destacan la obtención de materias primas obtenidas fuera de su territorio logístico en lugares lejanos. El uso de áreas de caza y recolección con algún tipo de estructuración. La elaboración de asentamientos ocasionales y estratégicos para un mejor aprovechamiento de la zona. El hábitat con distribución espacial para usos específicos. La utilización de los accidentes geográficos (pantanos, precipicios, trampas naturales o elaboradas, etc.), para facilitar la obtención de animales. El conocimiento de las migraciones de las manadas de herbívoros, zonas de paso y lugares de abrevadero, para el uso de la caza habitual y estacional. En general, todo aquello que implique la adquisición de cierto dominio sobre el concepto abstracto del espacio, con mayor elaboración que la precisa para su realización en el lugar de los hechos.
- Del tiempo se aprecia su uso en el consumo de la comida o la manufactura del material lítico en periodos posteriores a su obtención. Destacan todas las formas de almacenaje, tanto de materias primas para futuras fabricaciones de herramientas como de alimentos de cualquier tipo (cestos, silos, áreas determinadas del hábitat). Cualquier tipo de método de conservación de los alimentos (frío, salazón, lugares adecuados, etc.). Caza estacional y uso de asentamientos ocasionales y estratégicos para una mejor utilización del área en unión con el concepto espacial.
- De la unión de los tres en un importante nivel se aprecia la emergencia de la reflexividad de su pensamiento y flexibilidad en su conducta, características fundamentales de la conducta moderna y simbólica que sólo se aprecia desde el inicio del Paleolítico Superior en Europa y con mayor antigüedad en el MSA africano.
Por tanto, ante toda conducta en la que se intuye cierto simbolismo trascendente, hay que comprobar si la sociedad que la creó tenía un nivel de capacidad y desarrollo cognitivo que lo posibilitaba, o no era capaz (en ese momento de su desarrollo cognitivo) de generar conductas con ese tipo de simbolismo.

III.- Análisis del simbolismo en el Paleolítico.
- Representatividad poblacional y cultural. El conocimiento de avances cognitivos y culturales por determinadas poblaciones sólo indica el desarrollo cognitivo de estos grupos, no el de toda la especie en ese momento histórico. Es la consecuencia de la acumulación cultural, emergencia y necesidad de un medioambiente adecuado para todo desarrollo cultural y simbólico (culturas en mosaico).
- Para estudiar una conducta es preciso racionalizar la estructura cognitiva y social que la produce. Es decir, hay que analizar los componentes básicos y fundamentales del simbolismo, que actuando en estrecha interrelación van a posibilitar su emergencia (Individualidad personal / social, el tiempo y el espacio).
- Objetividad en el estudio. La subjetividad puede disminuir aplicando el mayor número de ciencias tengan relación con el estudio de la conducta humana (la conducta vista desde un prisma psicológico, neurológico, social, lingüístico y evolutivo), y no sólo meramente arqueológico.
- Uso exclusivo de los datos del registro arqueológico, evitando toda interpretación subjetiva sobre posibilidades no observadas, que conducen a una generalización cognitiva y conductual (simbolismo).
- El lenguaje sería la línea que marcaría la evolución de la conducta humana, pues en él se inician y desarrollan las características de acumulación y emergencia simbólica.

Los datos arqueológicos que podemos obtener de este y otros yacimientos del periodo en estudio (los cuales difieren poco unos de otros, ofreciendo una importante homogeneidad en su desarrollo cognitivo, conductual y cultural) indican que se encuentran en un estadio intermedio del desarrollo cognitivo necesario para alcanzar las propiedades de un pensamiento y conducta de un simbolismo moderno (espiritual y plenamente simbólico).

De todas maneras, conocemos ciertas características que pueden situar a este bifaz entre los objetos con cierto simbolismo. Su realización con un material que hasta ahora nunca se había encontrado en la Sierra de Atapuerca (cuarcita roja), indica la elección de un material de forma especial. Su manufactura tiene un buen acabado tecnológico, constituyendo una pieza terminada, y no de una lasca ni un trocito de piedra que se ha roto. No conocemos si presentaba huellas de uso, pues su ausencia sería otro dato a favor de su posible utilidad como representación de una creencia social. De ser así, los conceptos de representación social / organizativa (dirigente del grupo), o de un fuerte afecto emotivo (familiaridad, aspectos especiales del difunto, etc.) serían los que más posibilidades tendrían, pues estos ya existían entre todos los homínidos anteriores (recordad que entre los primates actuales la primacía social y la afectividad familiar es un hecho comprobado). Igualmente, puesto que una fabricación tan perfecta no estaría al alcance de todos los miembros del grupo social, podría ser un signo de distinción del tallador que alcanzaba tal maestría (signo de individualidad personal característica de un estadio intermedio de la individualidad personal moderna). Es imposible conocer su verdadera trascendencia simbólica, pero si ésta existe, lo más probable es que su fin sería de tipo social, en las facetas mencionadas anteriormente.

Lo que parece más lógico es pensar en una implicación emocional de la sociedad con el difunto, que oculta el cadáver para evitar su abandono a los depredadores, lo que emocionalmente no sería adecuado. El origen de la inhumación tendría unas motivaciones sociales y/o emocionales difíciles de precisar. 

* AGUIRRE, E. (2000): "Evolución humana, debates actuales y vías abiertas". Discurso leído en el acto de recepción a la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Madrid.
* ALVARGONZÁLEZ, D. (2005): “El problema de la verdad en las religiones del Paleolítico”. En Jiménez, F; Peñalver Gómez, P y Ujaldón Benítez, E. (coord.). Filosofía y cuerpo: debates en torno al pensamiento de Gustavo Bueno. Pp. 213-243. Ediciones Libertarias/Prodhufi. Madrid.
* HERNANDO, A. (1999): “Percepción de la realidad y Prehistoria, relación entre la construcción de la identidad y la complejidad socio-económica en los grupos humanos”. Trabajos de Prehistoria. 56 (2), pp. 19-35.
* RIVERA, A. (2009): Arqueología del lenguaje. La conducta simbólica en el Paleolítico. Akal. Madrid.
* SHENNAN, S.(2001): “Demography and Cultural Innovation: A Model and Its Implications for the Emergence of Modern Human Culture” .Cambridge Archaeology Journal. 11, pp. 5-16.

domingo, 3 de octubre de 2010

Análisis del simbolismo en el Paleolítico

El estudio de estas conductas en el Paleolítico, además de tener en cuenta lo dicho en los dos anteriores pots, debe de seguir unas pautas generales de estudio. Estas condiciones, que en otros periodos históricos puede que no sean tan necesarias, se deba a varios factores. Primero, la escasez de datos existente, por lo que hay que aprovechar todo aquello que nos pueda ofrecer información sobre el proceso de desarrollo cognitivo, cultural y simbólico. Segundo, estamos analizando periodos de cambio cultural que se producen en milenios, por lo que deben de existir importantes periodos intermedios de desarrollo, dentro del característico continuum de nuestra evolución conductual. Tercero, el cambio que significa el simbolismo no puede considerarse como un simple avance cultural o conductual, pues la conducta realizada por medio de los parámetros del simbolismo supone el avance más importante de la Humanidad en toda la historia del linaje humano. Que una población tenga una tecnología lítica más desarrollada (p. e. Uso de láminas) que otra población cercana (de la misma especie) supone un cambio importante, pero no trascendental. Sin embargo, que existan diferencias en el desarrollo simbólico si supone una importantísima diferencia conductual, pues el simbolismo significa conductas personales y sociales elaboradas dentro de los conceptos avanzados del tiempo y del espacio, lo que ofrece pautas de supervivencia, adaptación ambiental y desarrollo social tremendas. Cuarto, no confundir capacidad cognitiva con una automática plasmación conductual de sus posibilidades. Por tanto hay que tener en cuenta lo siguiente:

- Representatividad poblacional y cultural. Se pretende evitar los posibles sesgos ocasionados por el estudio de poblaciones muy restringidas (sólo algunos yacimientos), o de formas culturales que no representen a toda la población. El conocimiento de avances cognitivos y culturales por determinadas poblaciones sólo indica el desarrollo cognitivo de estos grupos, no el de toda la especie en ese momento histórico. Es la consecuencia de la acumulación cultural, emergencia y necesidad de un medioambiente adecuado para todo desarrollo cultural y simbólico (culturas en mosaico).

- Para estudiar una conducta es preciso racionalizar la estructura cognitiva y social que la produce. Es decir, hay que analizar los componentes básicos y fundamentales del simbolismo, que actuando en estrecha interrelación van a posibilitar su emergencia (Individualidad personal / social, el tiempo y el espacio).

- Objetividad en el estudio. La subjetividad puede disminuir aplicando el mayor número de ciencias tengan relación con el estudio de la conducta humana (la conducta vista desde un prisma psicológico, neurológico, social, lingüístico y evolutivo), y no sólo meramente arqueológico. Se crea así un concepto multidisciplinar sobre el origen y desarrollo de la cultura y simbolismo humano, como pretende ser la Arqueología cognitiva que expongo.

- Uso exclusivo de los datos del registro arqueológico, evitando toda interpretación subjetiva sobre posibilidades no observadas, que conducen a una generalización cognitiva y conductual (simbolismo). Por supuesto, si aparecieran nuevos datos arqueológicos, tanto directos como indirectos, tendrían que incorporarse. Por tanto, hay que rastrear su grado de desarrollo cognitivo de naturaleza simbólica, desde los componentes más elementales a los más elaborados, admitiendo la heterogeneidad temporal y espacial de su origen y desarrollo.

- El lenguaje sería la línea que marcaría la evolución de la conducta humana (arcaico, primitivo, moderno y trascendente), pues en él se inician y desarrollan las características de acumulación y emergencia simbólica.

Con estas consideraciones se pretende tener en cuenta que el desarrollo cognitivo, causa de toda evolución cultural, depende de las características del medio en el que viva dicha población (no de la simple existencia de sus capacidades cognitivas). Así, las culturas no suelen ser totalmente homogéneas en el tiempo y en el espacio (continuum heterogéneo), por lo que la asimilación de un yacimiento a una determinada cultura (p. e. Chatelperroniense, Auriñaciense) no puede significar automáticamente que hubieran alcanzado el simbolismo moderno que pueda atribuirse a otros yacimientos de la misma cultura pero con una conducta derivada del simbolismo (reflexiva y racional) y característica del Paleolítico Superior.