viernes, 21 de octubre de 2011

Inicio de una conducta simbólica en el Paleolítico

Recientemente se ha publicado en la revista Science un nuevo descubrimiento de la cueva sudafricana de Bomblos. Como en otras ocasiones se trata de restos de ocre, pero que en esta ocasión se han encontrado pagados a dos conchas, con restos de hueso, de carbón vegetal, piedras para moler y martillos de piedra, lo que da a entender que son los utensilios para su manipulación o preparación para su uso como pigmento. Un dato muy interesante es que las dataciones lo sitúan sobre el 100.000 BP, siendo mucho más antiguo que otros descubrimientos parecidos en este mismo yacimiento, pues el más antiguo conocido se databa sobre el 70.000 BP. Los autores del trabajo señalan que es la primera vez que se encuentran restos de pigmentos junto a herramientas utilizadas para su procesamiento, aún contenidos en una concha.

Imagen del ocre dentro de las conchas descubierto en Bomblos y con 100.000 BP.


Imagen del bloque de ocre decorado descubierto en Bomblos con 70.000 BP.


Tres son los aspectos que hay que resaltar:
- La antigüedad del registro arqueológico, pues se sitúa en una etapa precoz de la evolución de los humanos anatómicamente modernos.
- La capacidad de planificación en un tiempo amplio en el que se reconoce al menos un futuro próximo (búsqueda, localización, trasporte y manipulación para un fin determinado) que tal procedimiento conlleva.
- El posible uso que puede asociarse al mismo, pues este puede ser variado. Simbólico, como muestra de diferenciación social o personal (pintura corporal). Práctico, para protegerse la piel de los insectos u otra utilidad técnica desconocida. 

El primero nos lleva a una antigüedad muy importante, aunque aún lejos del inicio de nuestra especie. En este contexto, la afirmación de Colin Renfrew (2008) sobre la paradoja del sapient sigue plenamente vigente. Esta paradoja cultural y cognitiva se documenta sobre que el origen evolutivo de nuestra especie queda establecido entre 150-200.000 años, mientras que las primeras muestras arqueológicas de un comportamiento “sabio” (simbólico y complejo) no aparecen hasta hace sólo 70.000 años (p.e. en África en Bomblos), aunque es posible que haya que retroceder en el tiempo esta forma moderna de conducta. Curiosamente es en el mismo lugar donde hay que retrotraer el inicio de conductas complejas (planificación, concepto de uso futuro y posible simbolismo) varios milenios. 
  
El segundo nos indica el desarrollo de la planificación conductual en el espacio y en el tiempo, base primordial de todo desarrollo cognitivo relacionado con la autoconciencia, pues no deja de ser un conocimiento de sí mismo y de los demás ubicado en un tiempo y espacio en continuo desarrollo cognitivo y cultural. Si aceptamos que el desarrollo de la autoconciencia en un proceso cognitivo emergente, como se desprende de la propia paradoja de Renfrew, el desarrollo de estos conceptos serían la antesala del mismo (la conducta en el tiempo y el espacio, y la necesidad de marcar diferencias sociales o individuales).

El tercero puede que sea el más polémico, pues tradicionalmente se carece de una metodología que nos permita realizar un análisis sobre conductas simbólicas en ese periodo tan antiguo con tan pocos datos. Creo que la Arqueología cognitiva debe ser la encargada de su realización, aunque con unos parámetros que sólo desde una perspectiva psicobiológica y un estudio interdisciplinario se puede llagar a unas conclusiones mínimamente fundamentadas. 

Esta orientación metodológica intenta analizar los datos arqueológicos por medio de las conclusiones que la interdisciplariedad entre la Neurología, Psicología, Biología evolutiva y sociología nos pueden ofrecer. En este sentido, el aumento de la demografía, de las relaciones sociales y desarrollo tecnológico son fundamentos primordiales para el inicio de una autoconciencia situada en contextos temporales y espaciales amplios. El simbolismo no es una cualidad humana que puede aparecer de forma independiente a otras cualidades cognitivas de los seres humanos. El cerebro humano, y por tanto su conducta, actúa de forma coordinada entre sus numerosos centros nerviosos. Así, muchas formas conductuales, que aparentemente parecen independientes entre sí, son la consecuencia de la acción conjunta de numerosos y muchas veces similares áreas cerebrales especializadas por medio de la experiencia sobre una base innata común.

Para que exista un simbolismo relacionado con la autoconciencia social y/o personal tienen que establecerse en esa sociedad elementos diferenciadores (tecnológicos, logísticos, sociales, etc.) que haga necesaria su señalización por medios de elementos claramente identificables socialmente.

Para ello las poblaciones tienen que desarrollar un mínimo desarrollo socioeconómico (Hernando, 2002), lo que hay que buscar en el yacimiento y en el área logística en el que sus habitantes adquirían sus medios de supervivencia e interaccionaban con otras poblaciones. Este sería el camino en el que habría que buscar el posible simbolismo de tales muestras de ocre, pues si en la región (no sólo en el yacimiento) no existen muestras de este desarrollo socioeconómico habría que pensar que el uso de este ocre sería más técnico y práctico que simbólico. 

Como podemos ver, tal camino está todo por establecer, pues la realización de estudios interdisciplinares de carácter psicobiológico en Arqueología es una práctica casi inexistente en este medio académico. Incluso, lo que es peor, prácticamente no existe interés en su realización. 

* HENSHILWOOD C.S. et al. (2011): “A 100,000-Year-Old Ochre-Processing Workshop at Blombos Cave, South Africa”, Science 334.
* HERNANDO, A. (2002): Arqueología de la identidad. Akal. Móstoles (Madrid).