jueves, 30 de agosto de 2012

Dificultades de la Arqueología cognitiva

La Arqueología cognitiva es un método científico de investigación arqueológica muy desconocido. Sus causas son múltiples, y para poder conocerla un poco mejor es preciso realizar un análisis de las mismas, así como de conocer sus fundamentos teóricos y la metodología que aplicar a los datos arqueológicos. En definitiva, poder conocer ¿qué estudia? y ¿qué formas y métodos utiliza? 

La primera es relativamente fácil de contestar, pues de un modo genérico su principal meta es el conocimiento del origen y evolución de la cognición humana en el pasado. Esta definición es aplicable a toda la conducta humana en todas sus facetas, y no sólo a las conductas con un claro componente simbólico. Se parte de la premisa de que toda manifestación conductual humana sería la consecuencia de la actividad cognitiva de sus creadores. La segunda cuestión es mucho más compleja, pues su contestación depende de numerosos factores. Para entender tal complejidad habría que conocer los problemas que dificultan su conocimiento, uso y expansión:

1 - Puede que el principal sea que para su desarrollo tenga que utilizar ciencias ajenas a la Arqueología, pero propias del estudio de la conducta humana en la actualidad (Neurología, Sociología, Psicología, etc.). Estas ciencias aportan conocimientos y estudios realizados por autores que son muy desconocidos en el mundo arqueológico, lo que crea un ambiente de desconfianza, dificultad de comprensión y aplicación. Se suma que en muchos medios universitarios tampoco tienen mucho interés en su utilización y desarrollo, estudiándose muy superficialmente. Pocos de los recién graduados en Arqueología podrían desarrollar un tema amplio sobre la Arqueología cognitiva.

 2 - Como disciplina de reciente creación ha comenzado desde cero, como le ocurrió Arqueología general en sus inicios hace más de un siglo. Todo comienzo es errático, confuso y muy difícil de establecer, lo que sólo se consigue tras numerosos errores, correcciones, polémicas, y mucho trabajo. La Arqueología cognitiva se encuentra en una fase muy inicial, tanto en su metodología como en su aplicación a los datos arqueológicos.

3 - La propia idoneidad de su contenido (la cognición humana en la Prehistoria) hace necesario que se utilicen diversas ciencias, las cuales tienen que estar debidamente relacionadas. Es decir, se precisa estudios interdisciplinarios, lo que conduce a nuevos problemas como son la elección de las ciencias a utilizar, elegir las tendencias metodológicas de cada disciplina (sobre todo las más actualizadas) y realizar una interconexión interdisciplinaria lo más profunda posible.

4 - Los estudios no sólo deben establecer teorías generales sobre la cognición humana, sino que deben establecer unas pautas sobre la forma en que se origina y desarrolla la conducta humana. Éstas deben de ser asequibles a los arqueólogos, para que puedan aplicarlas con cierta seguridad en la interpretación del registro arqueológico.

Todos estos problemas dificultan enormemente el desarrollo teórico y práctico de la Arqueología cognitiva, favoreciendo el desinterés de la mayoría del mundo arqueológico. Hay que reconocer que lo que no se ha aprendido desde el principio, es ajeno a nuestros conocimientos y presenta una importante dificultad teórica y una utilidad práctica muy limitada, es muy difícil que despierte nuestro interés y, por tanto, su aplicación dentro de los estudios arqueológicos. Sobre algunos de estos problemas ya he hablado en anteriores entradas, por que remito a las mismas, limitándome en esta ocasión en la última expuesta: la creación de teoría generales y formas prácticas asumibles que aplicar a los datos de los yacimientos.

Pautas generales del origen y desarrollo de la conducta humana

Creo que todos estamos de acuerdo en que la conducta humana es la consecuencia de la actividad cerebral de sus creadores. Para entender la primera parece lógico que hay que tener ciertos conocimientos sobre el funcionamiento cerebral. Tradicionalmente, se admitía que la evolución de nuestro linaje fue aportando sucesivamente las capacidades cognitivas que posibilitaban los cambios conductuales. La selección natural guiaba y mantenía aquellos cambios que supusieran una ventaja selectiva. Así, todo cambio conductual se justificaba con las mutaciones genéticas oportunas. Todo es sencillo, fácil de entender, explicar y aplicar, pero son los propios datos arqueológicos los que han puesto importantes pegas a tan clara explicación.

Andrew Colin Renfrew (2008) establece el concepto de la sapient paradox”, en referencia al desfase entre la creación evolutiva de nuestra especie y la muy posterior aparición de la conducta simbólica. Comprende que las capacidades cognitivas se establecieron evolutivamente hace más de 60.000 años (quizás 200.000 años), pero las conductas propias de nuestro cerebro no se establecieron hasta mucho después, por lo que su aparición tiene los aspectos de emergencia conductual. La base neurológica de la evolución cognitiva humana no puede estar basada en una especificación neurológica o de modulación mental innata, sino en una modulación neurológica (plasticidad neuronal) promovida por las características medioambientales del entorno (social, tecnológico, ambiental, simbólico, etc.). La identificación del comportamiento moderno con una especie y un origen puntual y abrupto, sólo pueden definirse como “episodios saltacionistas”, relacionados con una mutación favorable (Klein 2003), de las que no existen ningún dato que justifique su existencia. 

En las entradas sobre la Arqueología cognitiva (orientación psicobiológica) ya he comentado este problema, en que siguiendo las premisas de la interdisciplinariedad hay que distinguir entre las capacidades cognitivas adquiridas genéticamente (evolución biológica) y su desarrollo (evolución cultural). Tenemos las capacidades (hardware) que la evolución nos ha dado, pero su simple existencia no implica su inmediata repercusión en la conducta, hay que desarrollarlas creando y aplicando el software adecuado. De la comprensión de estas dos caras de la misma moneda (desarrollo cognitivo) es de donde hay que sacar las reglas generales y básicas para el estudio de la conducta humana. Serían las que aplicaremos en la comprensión del desarrollo conductual humano en el Paleolítico. Por tanto tenemos tres apartados donde debemos dirigir nuestros estudios de la Arqueología cognitiva, sin olvidad que las tres forman una unidad funcional:

I- Base biológica (hardware: cerebro) de las capacidades cognitivas humanas (funciones ejecutivas, sistema emocional, memoria, abstracción, razonamiento, Percepción, creatividad, etc.). Habría que analizar sus mecanismos de evolución para poder conocer sus propiedades psicobiológicas y relacionarlas con la conducta. 

II- Desarrollo medioambiental de las capacidades cognitivas básicas. Evolución cultural Software. Interfaz que relacione las capacidades cognitivas con el medio ambiente: Percepción sensorial, Lenguaje, cultura, medios de almacenamiento de información externa. Emergencia de nuevas capacidades cognitivas (Lenguaje, simbolismo). En su estudio habría que analizar las conductas que requieran la existencia de cierto desarrollo cognitivo:
- Componentes básicos de la cognición humana: individualidad (social y personal), espacio y tiempo
- Planificación conductual con los parámetros temporales y/o espaciales.
- Relaciones sociales intra e intergrupales.
- Desarrollo de la individualidad social y personal (autoconciencia).
- Conductas simbólicas, espirituales, religiosas, jerárquicas, etc. 

III- Datos arqueológicos relacionados con el desarrollo cognitivo. Se realiza por medio de dos grupos de acciones.
A.- Características de la conducta humana:
- Proceso cultural acumulativo. Para su logro se necesita cierta estabilidad demográfica que facilite su perduración, transmisión generacional y progreso.
- Continuum heterogéneo en el tiempo y el espacio, con estadios intermedios de muy difícil conceptualización,
- La información necesaria para adquirir los conceptos y abstracciones que van a configurar la conducta humana en todos sus niveles han de lograrse de la observación del medio ambiente en el que se vive, tanto de la propia naturaleza como de las construcciones sociales que los grupos humanos vayan creando
B.- Consideraciones sobre su estudio:
- Estudios interdisciplinares ampliamente representados.
- Racionalización de la estructura cognitiva: sus componentes básicos.
- Los datos arqueológicos como guía del desarrollo cultural y cognitivo.
- Amplia representación poblacional.
- Valorar sólo los datos arqueológicos reales que se obtengan del registro arqueológico.



Un problema muy importante, que siempre hay que tener en cuenta en el desarrollo cognitivo de las diferentes especies del género Homo, es que nunca podremos conocer la potenciabilidad real de las capacidades cognitivas de cada especie humana. Los restos arqueológicos nos informan sobre las consecuencias de su desarrollo, pues depende de las características de la interfaz que haya podido crear en su época (lenguaje, cultura, relaciones sociales, etc.), pero nunca sabremos el límite de su capacidad cognitiva. Hay que pensar que un ser humano del Paleolítico superior en nuestra época podría ser ingeniero, la capacidad cognitiva es la misma, pero su desarrollo es diferente y desigual en algunos aspectos.



El gran problema de la Arqueología cognitiva es que la mayoría de los autores que han trabajado en su estudio se han dedicado principalmente a la elaboración de teorías generales, pero han trabajado poco la creación de leyes básicas de aplicación al registro arqueológico. La elaboración de estas reglas básicas me ha permitido aplicarlas a los datos arqueológicos sobre diversos temas y periodos como ya indique en la entrada de aplicación de la Arqueología cognitiva. Hay que estudia las diferentes formas y métodos realizadas por los diferentes autores para comprender las limitaciones existentes y el camino que la Arqueología cognitiva debe de desarrollar.

* KLEIN, R. G. (2003): “Whither the Neanderthals?”. Science 299, 1525–1527.
* RENFREW, C. (2008): ”Neuroscience, evolution and the sapient paradox: the factuality of value and of the sacred”. Phil. Trans. R. Soc. B 363, pp. 2041-2047.

viernes, 3 de agosto de 2012

Conducta, pensamiento y lenguaje en el Paleolítico


En los medios arqueológicos se admite cierta relación entre la conducta observada en los yacimientos, el lenguaje de sus creadores y el pensamiento que pudieron tener. Sin embargo, la relación que estos tres procesos tienen entre sí, y de todos ellos con la evolución cognitiva y conductual, no está bien definida, pues estos se originan y evolucionan dentro de una estrecha interrelación. De tal manera están relacionados, que el conocimiento de uno de ellos (conducta apreciada en los yacimientos) tiene que corresponderse con una determinada forma de pensamiento y de su correspondiente simbolización social (sonora, gesticular, gráfica o mixta).


El lenguaje siempre se ha considerado como una propiedad humana de características innatas y exclusivas de los seres humanos. Este concepto nace de la simple observación, pues ningún otro animal es capaz de producir los sonidos del lenguaje con las características de intencionalidad y comunicación social de lo que pensamos. La idea de innatismo se refuerza con el hecho de que aparentemente todos los niños comenzaran a hablar desde muy temprana edad, sin que se aprecie un claro proceso de enseñanza intencionada por parte de algún adulto. Parece que genéticamente estamos programados para hablar, usando una determinada lengua. Sin embargo, la falta de unas condiciones sociales con un mínimo de cualidades específicas para su desarrollo, la aparición del lenguaje, su riqueza de expresión y la normalidad cognitiva de los niños, estarían muy limitadas. El ambiente en el que viven los niños pequeños tiene una vital importancia para el desarrollo de un lenguaje, de sus facultades mentales, de la estabilidad emocional y, por tanto, de su supervivencia (cultura y cognición).

Estas ideas nos indican la necesidad de considerar a las capacidades cognitivas como posibilidades a desarrollar, siendo la conducta observada el resultado del desarrollo de dichas capacidades. Así, se explica el carácter de mosaico cultural (Straus, 1996, 2005) que vemos en la conducta de la transición paleolítica, o la heterogeneidad temporal y espacial que recientemente se está exponiendo por diversos autores (D´Errico y Stringer, 2011)No obstante, el estudio del lenguaje en el Paleolítico no se suele analizar por las correspondientes conductas sociales y personales que es capaz de generar, sino por la capacidad de articulación sonora que los homínidos de nuestro linaje son capaces de producir. Pues esta capacidad sonora, por sí sola, no indica nada sobre su desarrollo como medio de simbolización del pensamiento, que es la causa primaria de toda conducta.

El lenguaje es tan importante para los seres humanos que sin él no hubieran podido producirse las numerosas culturas que han jalonado nuestra historia. Pero su importancia no radica sólo en la expresión sonora de lo que pensamos, sino que su función social (siempre se habla entre varios) y del desarrollo cognitivo (emocional y racional) que es capaz de producir, pues son tan fundamentales como la comunicación. No obstante, estas características cognitivas del lenguaje no siempre se han conocido ni tenido en cuenta en la explicación de los hechos humanos. Como puede apreciarse, existe una intensa e interesante relación entre el pensamiento (capacidades cognitivas), el lenguaje y la conducta humana. Tal relación queda reflejada en las características de nuestro pensamiento, pues si prestamos un poco de atención, cuando pensamos es como si habláramos con nosotros mismos (lenguaje interno). El pensamiento de beneficia de la fluidez y ordenamiento del lenguaje, aunque tales características no dejan de ser, a su vez, consecuencias de las capacidades cognitivas (abstracción, simbolización, etc.) del pensamiento.

La utilización del lenguaje por parte del pensamiento conlleva la limitación de las características del mismo, si éste es muy limitado en concepciones abstractas, el pensamiento tendría igualmente cierta limitación en el uso de tales conceptos abstractos no aprendidos. El lenguaje es el medio por el cual aprendemos todos los conceptos abstractos (conceptos sobre la individualidad, el tiempo, el espacio, la negación, religión, arte, etc.) que nuestra sociedad haya podido ir creando a lo largo de su desarrollo. El lenguaje es el medio por el cual el niño, de una manera rápida, guiada y ordenada, adquiere ese conjunto de abstracciones fundamentales en nuestro medio social. Igualmente, dotamos a nuestro pensamiento de una herramienta fundamental para poder desarrollar las capacidades cognitivas que nos caracterizan (lenguaje interno). El niño, al ir asimilando las abstracciones que aprende por medio del lenguaje que escucha de la sociedad en la que vive, dentro de su periodo crítico demaduración neurológica, organiza su sistema nervioso en función de las cualidades que tales abstracciones le ofrecen (Belinchón et al. 1992; Vygotsky, 1920). Hay que añadir que los aspectos racionales tienen un proceso emocional íntimamente ligado de ellos. Cualquier proceso cognitivo tiene asociada una correlación emocional (Ardila y Ostrosky-Solís, 2008).

Las propiedades de un lenguaje con características humanas ofrecen muchas posibilidades que van a mejorar la conducta humana. Además de la simple comunicación o intercambio de ideas posibilitan el clasificar la realidad en planos inaccesibles a la especie sin el uso de códigos apropiados; permite describir lo real y lo posible, hasta límites que no serían factibles con otros métodos de representación; y la comunicación consigo mismo, definiendo así un plano reflexivo y de autoconciencia. También ofrece la posibilidad de realizar procesos deductivos de gran alcance, que no son posibles a otras especies. Con ello se logra el desarrollo de una propiedad cognitiva propia del ser humano, como es la gran reflexividad que le caracteriza. Todas estas capacidades cognitivas pueden desarrollarse de una forma mucho más rápida y efectiva gracias a las cualidades que el lenguaje ofrece, siendo un claro ejemplo de lo que podemos denominar como desarrollo cognitivo (Belinchón et al. 1992).

¿Cómo se relacionan estas ideas con el Paleolítico?

La relación es fácil de indicar. Si el niño principalmente aprende los conceptos abstractos y el simbolismo de la sociedad en la que vive por medio del lenguaje, es imprescindible que éste exista. Pero su existencia ni es innata ni ha estado siempre presente, lo único innato es la capacidad humana para su creación, pero no su propia realización. El lenguaje hubo que crearlo, mantenerlo y desarrollarlo. Pero no sólo en su aspecto sonoro o gestual (aparato fonador, gestos, etc.), sino en los aspectos psicobiológicos y evolutivos que facilitaban la capacidad de producirlo, junto con los aspectos socioeconómicos, demográficos y ambientales que posibilitaron su creación y desarrollo.

El Paleolítico fue el periodo en el que se formó evolutivamente el ser humano moderno (con sus capacidades cognitivas) y se crearon las condiciones medioambientales necesarias para su desarrollo. En este sentido, los útiles y conductas que vemos en los yacimientos arqueológicos son la manifestación externa del desarrollo cognitivo que alcanzaron sus creadores. Para la Arqueología cognitiva la evolución tecnológica (lítica y ósea) es sólo una manifestación de la conducta humana, pero no siempre es la más importante (aunque si la más abundante). Si lo más característico de la conducta humana moderna es el simbolismo que conlleva, los indicios (conductas, adornos, objetos, grabados, pinturas, etc.) de esta cualidad humana serían los que nos pueden ofrecer mayor información sobre lo más trascendente de la evolución cognitiva y conductual de los seres humanos: la conducta simbólicaPero, para estudiar el simbolismo hay que tener unos medios teóricos adecuados, lo que la Arqueología cognitiva está tratando de plantear en la actualidad.

* Ardila, A.; Ostrosky-Solís, F. (2008): Desarrollo Histórico de las Funciones Ejecutivas. Revista Neuropsicología, Neuropsiquiatría y Neurociencias, Vol.8, No.1, pp. 1-21.
* Belinchón, M.; Igoa, J. M. y Riviere, A. (1992): Psicología del lenguaje. Investigación y teoría. Trotta. Madrid.
* Luria, A. R. (1979): Conciencia y lenguaje. Pablo del Río. Madrid.
* Straus, L. G. (1996): “Continuity or rupture: convergence or invasion: adaptation or catastrophe: mosaic or monolith: view on the Middle to Upper Paleolithic transition in Iberia”. En E. Carbonel y M. Vaquero (eds.): The Last Neandertals, The First Anatomically Modern Humans 51-76. URV. Tarragona.
* Straus, L. G. (2005): “A mosaic of change: the Middle–Upper Paleolithic transition as viewed from New Mexico and Iberia”. Quaternary International. 137, (1): 47-67.
* Vygotsky, L. S. (1920): El desarrollo de los procesos psicológicos superiores. Crítica. 1979. Barcelona.