viernes, 4 de mayo de 2012

Evolución cultural. Metodología y formas de estudio II (comentarios)

El desarrollo de la Arqueología cognitiva, que precisamente trata de aclarar las cuestiones sobre la conducta humana, ha avanzado muy poco. En este campo, la mayoría de los procesualistas han desarrollado amplias teorías generales sobre la conducta humana (Donald, 1991; Renfrew, 1993; Noble y Davidson, 1996;Mithen, 1998), pero siempre han existido importantes problemas en la aplicación de sus conceptos generales a las particularidades contextuales de cada yacimiento, así como en la explicación de problemas arqueológicos concretos en sus aspectos del cómo y porqué de su producción en ese momento y lugar. Las críticas se centran en el aspecto un tanto especulativo de sus contenidos, así como cierta falta de objetividad al reflejar conceptos y formas de pensar del propio investigador. 

A los postprocesuales les es muy difícil realizar trabajos generales a partir de sus estudios contextuales, pues les falta una metodología que pueda compaginar ambos campos de aplicación, lo que ha limitado su desarrollo práctico y teórico en la Arqueología cognitiva.

El Estructuralismo siempre intentó realizar valoraciones generales (características procesuales) que poder aplicar a los datos particulares de cada yacimiento (valores postprocesuales), por medio de las propias características formales de su teoría, lo que puede ser interesante en el intento de estudiar objetivamente las realidades conductuales del pasado (Hernando, 1999). Sin embargo, como corriente metodológica pocas veces ha constituido una gran alternativa coherente y duradera en Arqueología. Primero, porque estudia temas muy variados sobre lingüística, gramática, psicología, etc., con una compleja relación entre sí, y de todos con la Arqueología. Segundo, por su principal problema que siempre ha sido el desconocimiento de las estructuras básicas y generales (psicológicas y neurológicas) que van a regular la conducta humana, así como sus características evolutivas y de su relación con el medio ambiente en el que viven.


Con los adecuados conocimientos psicobiológicos se puede desarrollar un modelo básico y común de todos los seres humanos, pero independiente de los aspectos particulares de la cultura que pueden tener diferentes poblaciones humanas en un preciso tiempo y lugar. Lo único común de los seres humanos serían los factores estructurales propios de nuestro género, con las diferentes capacidades de cada especie humana. Las características de la conducta humana relacionadas con la Biología evolutiva, Neurología, Antropología social, Psicología, Lingüística y Sociología, debidamente interrelacionadas (interdisciplinariedad), ofrecen un panorama fácilmente identificable con un estructuralismo funcional, es decir, con la base funcional sobre la que se va ha desarrollar nuestro pensamiento y conducta, teniendo una base común en el género Homo. No obstante, la forma en que esta percepción y procesamiento de la realidad va a dar lugar a la construcción cultural (económica, tecnológica, social y simbólica), sería distinta en los diferentes grupos humanos que conocemos. Su realización dependería de la interacción de múltiples factores, los cuales a su vez actúan con diferentes formas e intensidad. En definitiva, la percepción de la naturaleza (sentidos) y su procesamiento (sistema nervioso) son iguales para todos los componentes la misma especie, pero cada grupo humano iría creando una estructura social y personal diferente, dependiente de su propia complejidad socioeconómica, cultural y lingüística. El Estructuralismo, con un adecuado conocimiento psicobiológico, puede ser el método más adecuado en los estudios sobre el desarrollo cultural y cognitivo.

- Comentarios metodológicos
El trabajo publicado por Francesco d’Errico y Chris B. Stringer en el 2011 y que he reflejado en el anterior spot (Evolución cultural. Metodología y formas de estudio I), está muy en la línea de la Nueva Arqueología o Procesualismo. En esta metodológica la adaptación al medio ambiente (sobre todo las variaciones climáticas) y la demografía son los principales motores del desarrollo conductual. La hipótesis de la adaptación a las variaciones medioambientales como mecanismo de cambio cultural, obviando las características cognitivas y su influencia sobre este desarrollo conductual, siempre se ha realizado con estudios muy genéricas en el tiempo y espacio, poco correlacionados con épocas y lugares más restringidos y delimitados, por lo que presentan diversas discordancias arqueológicas.

Curiosamente, en el inicio de su trabajo exponen que la cuestión del origen de la conducta moderna es objeto de un animado debate entre diversas disciplinas (Primatología, Arqueología, Paleoantropología, Genética, Biología evolutiva, Psicología y Lingüística). La progresiva integración de los resultados de estas disciplinas permitiría a los investigadores indagar en las viejas preguntas acerca de quiénes somos y de dónde venimos, sobre nuevas bases. Es decir, expresan la utilización interdisciplinaria de estas ciencias, aunque en el trabajo se limiten a usar los datos exclusivamente arqueológicos, olvidándose de las aportaciones que estas ciencias ofrecen. Veremos algunas anomalías desde la Arqueología cognitiva, o desde una visión interdisciplinaria.

- Origen evolutivo y cultural de la conducta humana
La argumentación de que los prerrequisitos cognitivos del comportamiento humano moderno ya estaban en gran medida entre los antepasados de los neandertales y de los seres humanos modernos, y la afirmación de que son las necesidades adaptativas las que vas a promover la evolución cultural sobre unas capacidades cognitivas ya creadas evolutivamente, implica muchas consecuencias interdisciplinarias que no son tenidas en cuenta, pero que marcan las características del desarrollo cognitivo y cultural humano.

En esta línea se sitúa Renfrew (2008) con su sapient paradox, en referencia al desfase entre la creación evolutiva de nuestra especie y la muy posterior aparición de la conducta simbólica. Comprende que las capacidades cognitivas se establecieron evolutivamente hace más de 60.000 años (quizás 200.000 años), pero las conductas propias de nuestro cerebro sabio no se establecieron hasta mucho después (hace 10.000 años), por lo que su aparición tiene los aspectos de emergencia conductual. La base neurológica de la evolución cognitiva humana no puede estar basada en una especificación neurológica o de modulación mental innata, sino en una modulación neurológica (plasticidad neuronal) dirigida sobre todo después del nacimiento por las características medioambientales. Esto se debe a las características plásticas de nuestro cerebro, que se adapta a las condiciones en las que vive, sobre la base de la socialización de la experiencia compartida. Los factores epigenéticos (ambiente) son fundamentales en este proceso, pues actúan sobre las características innatas y evolutivas del cerebro. La plasticidad neurológica y la socialización son las que van a modular el cerebro de los niños por medio del aprendizaje (conducta plenamente humana: enseñanza por otros miembros de la sociedad).


- El papel de la demografía
Una serie de recientes estudios han analizado el papel de la demografía en el surgimiento y la pérdida de las innovaciones culturales. Se llega a la conclusión de que el número y tamaño de las poblaciones y el grado de interacción entre ellos son factores clave en el surgimiento, mantenimiento, propagación y la pérdida de las innovaciones culturales (Powell et al. 2009; Shennan, 2001). Especulan que el tamaño de las poblaciones de HAM en África podría haber alcanzado un umbral crítico sobre el 100 ka. Cuanto mayor es la densidad de población, mayores son los contactos entre los grupos, permitiendo la acumulación de innovaciones y evitando de manera significativa su desaparición. Así, el cambio cultural en la MSA se acelera y crece, pues su desarrollo era beneficioso para la supervivencia de los individuos y sus grupos. Esto inicia un mecanismo de retroalimentación, que conduce a un aumento adicional en densidad de población y de los contactos, repitiéndose sucesivamente. Sus resultados son importantes porque proporcionan una explicación de la emergencia o la pérdida de las innovaciones sin recurrir a los cambios mutacionales o especiación como causa.

Sin duda alguna el aumento de la interacción social entre los miembros del grupo y de todos estos con otros grupos, favorece el desarrollo cognitivo en varias facetas (autoconciencia y su ubicación espacial y temporal).

- Similitud cognitiva entre HAM y HN
Loa autores indican que en tal escenario, la "modernidad" y su "cultura acumulativa" es el producto final de una evolución cultural de características saltacionales en las poblaciones humanas que eran en gran medida cognitivamente modernas, y con independencia de su afiliación taxonómica.
Llegan a una conclusión que sin un adecuado fundamento fuerza los datos del registro arqueológico. Las poblaciones de HAM y HN tienen un ancestro común, pero que en él estuvieran ya todas los condiciones cognitivas para una conducta moderna y simbólica es mucho decir. Los datos que se necesitan para llegar a tal conclusión tienen diferente origen:

+ Biología evolutiva. Ambas poblaciones provienen de un ancestro común con una antigüedad que se ha calculado en unos 500 ka. Desde entonces se ha producido una evolución diferenciada en paralelo con sus propias características evolutivas, las cuales con toda seguridad no fueron exactamente iguales.

+ Tal evolución diferenciada dio lugar a unas formas anatómicas y neuroanatómicas (Bruner, Manzi y Arsuaga, 2003) claramente diferentes, sin poder precisar su importancia sobre el desarrollo conductual.

+ La única base de igualdad que podemos apreciar en estas poblaciones se basa en el análisis del registro arqueológico. En este contexto, se ha asimilado que la conducta simbólica y moderna de estos humanos (HAM y HN) era muy parecida (d’Errico et al. 2003), por lo que sus capacidades cognitivas fueron similares y las formas de desarrollo también. Naturalmente las posiciones evolutivas y anatómicas se ignoran, pues no aportan nada al estudio de la conducta y sólo son un estorbo a las conclusiones conductuales que han llegado.

Sin embargo, la propuesta similitud conductual, cuando nos referimos a zonas geográficas con abundante información, no se cumplen con las características que loas autores desearían. Esto pasa en el oeste de Europa durante la transición paleolítica. La forma de evolución en mosaico (Straus, 2005) es muy clara. Poblaciones de HN viven mayoritariamente en un Musteriense más o menos desarrollado, y sólo algunos neandertales (Chatelperoniense y Uluzziense) adquieren una tecnología claramente del Paleolítico Superior. Igualmente, sólo algunas poblaciones chatelperronienses y uluzzienses adquieren un claro comportamiento simbólico (adornos), todo ello a pesar de vivir en áreas geográficas muy próximas entre ellas (Rivera, 2009), donde sus condiciones climáticas y posiblemente demográficas serían muy similares. No parece que estas condiciones puedan por sí solas explicar todos los mecanismos de cambio cultural.

Los datos nos confirman la coexistencia de importantes diferencias culturales en el mundo del Neandertal (Musteriense más o menos evolucionado intercalado ente el Chatelperroniense y Uluzziense), las cuales convivieron varios milenios en lugares geográficos muy próximos, lo que es un claro exponente de una particular conducta de intercambio cultural y sociabilidad intergrupal, lo que siempre habrá que tener en cuenta al estudiar las características culturales del neandertal, tanto en sus propias poblaciones como en su comparación con las pautas conductuales desarrolladas por los HAM.

Incluso las conductas modernas del Chatelperroniense y Uluzziense, en su distribución geográfica relativamente bien delimitada, presentan suficientes diferencias tecnológicas y simbólicas como para afirmar no son culturas homogéneas. Así se observa en su pobreza en la Península Ibérica, la concentración de la tecnología ósea y de adornos en muy pocos yacimientos franceses, y a la mayor parquedad simbólica y variedad tecnológica italiana. Sólo algunos Chatelperronienses y Uluzzienses pudieron desarrollar comportamientos modernos. Existe una importante limitación en dos de los aspectos más importantes que definen a una cultura como moderna, es decir, de una conducta reflexiva y flexible en sus manifestaciones. Los adornos sólo se encuentran en 7 yacimientos, mientras que la tecnología ósea está restringida a tan sólo 12 yacimientos, del largo centenar que se conocen del Chatelperroniense, del Uluzziense y perduración del Musteriense. Estas escasas manifestaciones modernas indican que el Chatelperroniense y Uluzziense, en general, son unas culturas del Paleolítico Superior en el sentido cronológico y tecnológico (con su industria lítica). Sólo algunos pequeños núcleos presentaron totalmente las características modernas del último periodo Paleolítico.

- Conclusiones
Por tanto, la citación de los factores sociales y demográficos, provocados por el cambio climático, para explicar la aparición asincrónica, desaparición, y re-surgimiento de rasgos culturales modernos entre las poblaciones africanas "modernas" y "arcaicas" de Eurasia, es una condición necesaria pero insuficiente para explicar satisfactoriamente los mecanismos del cambio conductual.

La influencia cultural es crucial en la configuración del desarrollo de las funciones cognitivas superiores del cerebro. Igualmente, el estudio de la cognición humana no puede realizarse sin conocer la funcionalidad cerebral, tanto neurológica como psicológicamente. En este contexto, el lenguaje adquiere un papel predominante, tanto que sin él la humanidad no hubiera podido alcanzar este desarrollo cultural y simbólico. Es decir, el desarrollo de las capacidades cognitivas (racionales y emocionales) por medio del lenguaje, el acervo cultural, la tecnología, motivación, sociabilidad, desarrollo e interacción demográfica, y las características medioambientales, interactuando continuamente, son las que vas a ofrecer ese aspecto de heterogeneidad espacial y temporal en el desarrollo conductual que vemos en el registro arqueológico.


* BRUNER, E.; MANZI, G. y ARSUAGA, J. L. (2003): Encephalization and allometric trajectories in the genus Homo: Evidence from the Neandertal and modern lineages. PNAS. 100, (26): 15335-15340.
* D´ERRICO, F.; HENSHILWOOD, CH.; LAWSON G.; VANHAEREN, M.; TILLIER, A. M.; SURESSI, M.; BRESSON, F.; MAUREILLE, B.; NOWELL, A.; LAKARRA, J.; BACKWELL, L. y JULIEN. M. (2003): Archaeological Evidence for the Emergence of Language, Symbolism, and Music–An Alternative Multidisciplinary Perspective. Journal of World Prehistory 17 (1): 1-70.
* DONALD, M. (1991): Origins of the Modern Mind: Three Stages in the Evolution of Culture and Cognition. Harvard University.
* HERNANDO, A. (1999): “Percepción de la realidad y Prehistoria, relación entre la construcción de la identidad y la complejidad socio-económica en los grupos humanos”. Trabajos de Prehistoria, 56 (2): 19-35.
* MITHEN, S. (1998): Arqueología de la mente. Barcelona. Crítica.
* NOBLE, W. y DAVIDSON, I. (1996): Human Evolution, Language and Mind. Cambridge: Cambridge University Press.
* RENFREW, C. (1993): "Cognitive Archaeology: Some Thoughts on the Archaeological Thought". Cambridge Archaeological Journal, 3(2): 248-250.
* RENFREW, C. (2008): “Neuroscience, evolution and the sapient paradox: the factuality of value and of the sacred”. Phil. Trans. R. Soc. B 363, pp. 2041-2047
* RIVERA, A. (2009): “La transición del Paleolítico Medio al Superior: el Neandertal”. ArqueoWeb, vol. 11(1).
* SHENNAN, S. (2001): “Demography and Cultural Innovation: A Model and Its Implications for the Emergence of Modern Human Culture” .Cambridge Archaeology Journal. 11: 5-16.
* STRAUS, L. G. (2005): “A mosaic of change: the Middle–Upper Paleolithic transition as viewed from New Mexico and Iberia”. Quaternary International. 137, (1): 47-67. 

martes, 1 de mayo de 2012

Evolución cultural. Metodología y formas de estudio I


Los estudios sobre las formas de evolución cultural en el paleolítico siempre han sido uno de los principales objetivos de la Arqueología. Las diferentes metodologías de explicación arqueológica (Historicismo, Procesualismo, Postprocesualismo, Estructuralismo, etc.) han intentado ofrecer una coherente explicación de estos problemas en tan complejo periodo. Sin embargo, muchas han sido las dificultades (metodológicas y culturales) que han impedido la realización de unas conclusiones que satisfagan suficientemente. Este problema se acentúa aún más si nos referimos a los aspectos simbólicos y cognitivos de las poblaciones que crearon tales avances culturales, pues los estudios relacionados con estos temas siempre han tenido una enorme dificultad específica. Sin embargo, el uso de la Arqueología cognitiva ha sido y continua siendo un método escasamente utilizado por la arqueología tradicional en el estudio de la conducta humana.

Un buen ejemplo de este tipo de trabajos sobre las formas de desarrollo cultural lo tenemos en un artículo realizado por Francesco d’Errico y Chris Stringer publicado en Philosophical Transactions B (2011). En este trabajo los autores intentan ver, a partir de los datos arqueológicos de Europa, Asia y África durante el Paleolítico medio y MSA y la transición al Paleolítico superior, como se fueron produciendo los cambios conductuales que se desarrollarían plenamente en el último periodo paleolítico.

Dada la gran extensión de esta entrada, he creído oportuno dividirla en dos partes. En la entrada actual se expone el trabajo de estos autores con cierto detenimiento en sus principales apartados y conclusiones. En la siguiente entrada estableceré algunos comentarios sobre el artículo y el punto de vista de la Arqueología cognitiva.

Los autores plantean tres modelos modelos:
- Aparición rápida. La cognición moderna es única para nuestra especie, siendo la consecuencia de una mutación genética que se produjo aproximadamente sobre el 50 ka en África, entre los humanos anatómicamente modernos ya presentes.
- Surgió gradualmente. La modernidad cultural se ha ido forjando en África desde al menos 200 ka, a partir del origen de nuestra especie en ese continente.
- Resultado de un proceso discontinuo. Las innovaciones indicativas de la cognición y conducta moderna no se limitan a nuestra especie, apareciendo y desapareciendo en África y Eurasia entre 200 y 40 ka antes de ser plenamente consolidadas.

La cuestión se centra en cuales fueron los factores que condujeron la evolución cultural de nuestro linaje, de cuya interacción emergieron las características humanas tales como la cognición moderna, el lenguaje, la imaginación, el arte, las creencias religiosas, etc. La modernidad cultural se puede apreciar por determinadas conductas que dejan pequeños restos arqueológicos (directos e indirectos) detrás de ellos, lo que nos lleva a inferir su aparición en las antiguas poblaciones humanas donde existan elementos de cultura material con señales de modernidad. Por lo tanto, la evaluación de la certeza de los modelos anteriores depende de los rasgos culturales calificados de "modernos", suponiendo que dejen un duradero y confiable rastro en el registro arqueológico.

La lista de tales conductas susceptibles de ser consideradas como modernas y visibles en el registro arqueológico es amplia, aumentando según nos acercamos a las culturas del Paleolítico superior. Destacan la explotación de ambientes costeros, con una mayor complejidad de recolección de alimentos, tales como el uso de redes, trampas, pesca artes de pesca; uso complejo del fuego para la conservación de la cocción de alimentos; gestión de los ecosistemas; la producción y enmangamiento de herramientas piedra; la invención de herramientas especializadas formando conjuntos de adaptación a ambientes extremos; mayores densidades de población que se aproximan a los de las modernas de cazadores-recolectores; complejidad de herramientas, los estilos de los cuales pueden cambiar rápidamente a través del tiempo y el espacio; las estructuras, como cabañas que se organizan para diferentes actividades; transporte de materiales valiosos a grandes distancias; objetos formales de hueso, marfil, cuerno, concha; las tradiciones musicales; el cruce del mar y la tecnología de navegación; ornamentación personal en forma de pintura corporal y adornos personales; el arte, incluidas las representaciones abstractas y figurativas; pruebas para las ceremonias o rituales; tratamiento complejo de los muertos, etc.


Ejemplos de materiales citados en el texto representativos de los avances culturales y simbólicos, tanto de los HAM como de los HN (d´Errico y Stringer, 2011)


Dan especial importancia, junto con otros muchos autores, al papel fundamental que desempeñan los comportamientos simbólicamente mediados en la creación de las culturas modernas. Esta innovación, que ha demostrado la capacidad de intercambio, almacenamiento y transmisión de información codificada dentro y entre los grupos, viene desempeñado un papel crucial en la creación y el mantenimiento de la técnica y las convenciones sociales, creencias e identidades que caracterizar a todas las sociedades humanas conocidas.

La revisión de la evidencia arqueológica contradice la idea de que la aparición de importantes innovaciones tecnológicas y de la cultura simbólica fuese el resultado de un cambio brusco en la cognición humana, ocurrido en Europa o en África aproximadamente 40-50 ka, o simplemente en África hace aproximadamente 60-80 ka. Esta evidencia arqueológica también muestra que no hay acumulación ininterrumpida de innovaciones o el crecimiento exponencial, tanto en África (HAM) como en Europa (Neandertales). Durante el período comprendido entre aproximadamente 160 ka y ka 20 aparecen complejas tecnologías, adaptación a los ambientes hostiles, grabados, pigmentos, adornos personales, herramientas de hueso y las prácticas funerarias. Estos avances culturales muchas veces aparecen, desaparecen y reaparecen en diferentes formas, lo que sugiere discontinuidades importantes en la transmisión cultural. La naturaleza discontinua en el tiempo y el espacio de este proceso, y los elementos comunes encontrados en ambos hemisferios (Europa y África), indican que las condiciones locales debieron de tener un importante papel en la aparición, difusión y la eventual la desaparición o la continuidad de las innovaciones cruciales en diferentes regiones. Estas condiciones locales han sido estrechamente relacionadas con el tamaño y la organización de los sistemas culturales y los ajustes ecológicos a los que están sometidas estas poblaciones, lo que a veces hace que desaparezcan.

Los partidarios del proceso discontinuo, que podría llamarse modelo “cultural”, argumentan que los prerrequisitos cognitivos del comportamiento humano moderno ya estaban en gran medida entre los antepasados de los neandertales y de los seres humanos modernos, y citan a los factores sociales y demográficos, sin duda provocados por el cambio climático, para explicar la aparición asincrónica, desaparición, y re-surgimiento de rasgos culturales modernos entre las poblaciones africanas "modernas" y "arcaicas" de Eurasia. En tal escenario, la "modernidad" y su "cultura acumulativa" es el producto final de una evolución cultural de características saltacionales en las poblaciones humanas que eran en gran medida cognitivamente modernas, y con independencia de su afiliación taxonómica. La principal fuerza impulsora en este último escenario es a largo plazo la variabilidad climática y del medio ambiente y su efecto en la dinámica de la población. Estas reflexiones demuestran la necesidad de estudiar con mayor profundidad la relación entre el clima, demografía y cambio cultural, con el fin de comprender mejor los mecanismos de transmisión cultural en las poblaciones de HAM y HN.

Los neandertales (HN) desarrollaron técnicas y tipos de herramientas que eran más "avanzados" que los de algunos grupos de africanos de la Edad Media de la Piedra (MSA), aunque lo contrario también se produjo, mientras que en el Próximo Oriente la tecnología era prácticamente idéntica entre las dos poblaciones. Los casos de conductas simbólicamente comparables a las del Paleolítico superior se registran en África por lo menos 100 ka, aproximadamente en 120-100 ka en el Próximo Oriente, y por los menos por lo menos 60 ka en Europa. Esto contradice la suposición de que las innovaciones fundamentales que nos han hecho como somos sólo pueden provenir de los HAM, o han sido asimiladas de los HAM. El origen de las culturas modernas se enlaza directamente con el origen de estas innovaciones que tienen lugar en África a unos 200 ka, o entre 40 y 80 ka en Europa.

Una serie de recientes estudios han analizado el papel de la demografía en el surgimiento y la pérdida de las innovaciones culturales. Se llega a la conclusión de que el número y tamaño de las poblaciones y el grado de interacción entre ellos son factores clave en el surgimiento, mantenimiento, propagación y la pérdida de las innovaciones culturales (Powell et al. 2009). Especulan que el tamaño de las poblaciones de HAM en África podría haber alcanzado un umbral crítico sobre el 100 ka. Cuanto mayor es la densidad de población, mayores son los contactos entre los grupos, permitiendo la acumulación de innovaciones y evitando de manera significativa su desaparición. Así, el cambio cultural en la MSA se acelera y crece, pues su desarrollo era beneficioso para la supervivencia de los individuos y sus grupos. Esto inicia un mecanismo de retroalimentación, que conduce a un aumento adicional en densidad de población y de los contactos, repitiéndose sucesivamente. Sus resultados son importantes porque proporcionan una explicación de la emergencia o la pérdida de las innovaciones sin recurrir a los cambios mutacionales o especiación como causa. Este modelo también se podría desarrollar y aplicar en el surgimiento y desaparición de innovaciones similares entre los neandertales, y la aparición asincrónica de las innovaciones en otros las regiones del planeta. Las diferencias de comportamiento entre HN y HAM, así como entre subpoblaciones diferentes que pertenecen a estos tipos humanos, en gran medida pueden depender del tamaño del grupo y del tipo de cambio de cultural, en lugar de diferencias cognitivas.

Powell et al. (2009) evocan el deterioro climático del MIS 4 como posible factor que conduce a la disminución de la población y el pérdida de la innovación cultural que se observa en el norte y el sur de África después de aproximadamente 70 ka, pero el mecanismo propuesto no puede explicar cómo este deterioro climático podría haber producido una similar desaparición demográfica en las zonas del planeta donde este deterioro climático tuvo consecuencias muy diferentes. Esto nos sugiere que hay que seguir avanzando en este campo, necesitamos una estrategia de investigación que nos permite modelar y cuantificar la relación entre el medio ambiente y la particular capacidad cultural de adaptación, para predecir la respuesta adaptativa al cambio climático, y verificar si el aumento de la propagación de las innovaciones fue el resultado de una expansión o la contracción del nicho ecológico-cultural de una determinada población.

Teorías acerca de las capacidades cognitivas sobre la base de filiación taxonómica, no deben tener un papel a priori. Las herramientas clave serían la arqueología, los estudios paleoambientales, modelamientos climáticos y los métodos de integración de los resultados de estas disciplinas. Actualmente esto parece la mejor manera de reconstruir el momento y el modo de aparición de las innovaciones clave en la cultura material en Europa y el sur de África, para determinar cómo los cambios climáticos han influido en la distribución de los neandertales y modernos las poblaciones humanas de sus pautas de comportamiento en estas dos regiones, así como para comprender los mecanismos que han gobernado la transmisión cultural y el aprendizaje social durante este lapso de tiempo crucial para la evolución de las las culturas humanas. El predominio de África en la historia de los orígenes humanos modernos probablemente se debió principalmente debido a su mayor población geográfica y humana, lo que dio mayores oportunidades para el cambio morfológico y las variaciones de comportamiento, para desarrollar y conservar las innovaciones, en lugar que el resultado de un camino evolutivo especial. Exactamente igual que con nuestra actual diversidad genética, la "modernidad" no era un paquete que tenía un único origen africano en un tiempo y lugar, sino que era un compuesto cuyos elementos se presentaron en diferentes tiempos y lugares, incluidos algunos de fuera de Africa, ya sea compartidos o con un desarrollo en paralelo. Estos avances fueron gradualmente desarrollándose a través de una variedad de caminos y procesos para asumir las formas que se reconocen como la modernidad del comportamiento en la actualidad.

Sin embargo, el Proyecto Genoma Neandertal añade otro nivel de la complejidad de los temas que hemos tratado de desentrañar en este trabajo. Se han identificado un número de genes que parecen ser exclusivas de los HAM, y algunos de ellos pueden estar relacionados con funciones fisiológicas y cognitivas. La probabilidad de que los HAM, dentro y fuera de Africa, tengan pequeños pero diferentes conjuntos de genes 'arcaicos' a través de la introgresión (la introgresión es el movimiento de genes de una especie a otra a consecuencia de un proceso de hibridación interespecífica seguido de retrocruzamiento) que las poblaciones arcaicas pueden haber recibido diversos componentes de genes 'modernos', puede arrojar más luz sobre el complejo tema de la emergencia de la "modernidad conductual". El aumento en la resolución arqueológica (de la mayoría de la evidencia presentada aquí y desconocida hace una década) y nuevos conocimientos sobre nuestra historia genética pueden ayudar a desentrañar los mecanismos que han llevado a nuestros antepasados coevolución genético-cultural.

Sin duda, es un excelente artículo dentro de las directrices de la Nueva Arqueología o Procesualismo, es decir, un buen trabajo dentro de la línea teórica desarrollada en el s. XX. Sin embargo, es muy posible que no se utilicen todas las herramientas que actualmente disponemos para el estudio de la conducta humana, y que configurarán la Arqueología del s. XXI en los próximos años. Esta consideraciones las veremos en la próxima entrada.

* Powell, A.; Shennan, S. y Thomas, M (2009): “Late Pleistocene demography and appearance of modern human behavior”. Science, 324, 1298-1301.