domingo, 29 de diciembre de 2013

Simbolismo entre el Neandertal y Humanos Modernos

Una de las controversias que más artículos y libros ha suscitado entre los autores que se dedican al estudio del Paleolítico ha sido, y seguramente seguirá siendo, la capacidad simbólica de los neandertales. En este contexto, recientes descubrimientos en yacimientos musterienses asociados a neandertales han ofrecido datos que avalan la existencia de este tipo de conducta (Sima de lasPalomas, Grotta Fumane, Cueva de Skhül, etc.). Sin embargo, el problema del simbolismo no puede limitarse a la aceptación o no de un simbolismo indefinido entre estas poblaciones humanas, sino que debe de ampliarse al estudio de conductas simbólicas en el género Homo, pues todos sus componentes son susceptibles de haber poseído algún grado o forma de simbolismo en su conducta.

¿Qué es el simbolismo y cómo estudiarlo?

Para su estudio lo primero que hay que realizar es una definición de simbolismo, que nos sirva de límite y marque el camino a seguir.

La conducta simbólica humana es la consecuencia de un complejo proceso cognitivo en el que se relacionan las abstracciones e ideas desarrolladas o aprendidas con símbolos, los cuales pueden ser muy varados: sonidos y gestos (lenguaje), objetos (elementos simbólicos) o conductas (usos, costumbres), siendo necesario aplicar un consenso social a todo el proceso. De tal modo que, en la sociedad en la que se desarrolle este proceso cognitivo, la percepción de tal símbolo revive en las personas la idea, concepto o sentimiento que le dio origen.

Esta definición nos conduce a las primeras manifestaciones simbólicas, las cuales debieron de ser cualquier forma de lenguaje existente en nuestro linaje, donde una intención, deseo o expresión se simbolizaría por unos sonidos, los cuales eran entendidos por los demás miembros del grupo. Tal comunicación era básica para poder realizar las tareas logísticas, sociales y tecnológicas que se aprecian en el registro arqueológico de todos los pertenecientes al género HomoEl lenguaje fue la primera manifestación del simbolismo en el Paleolítico. Pero su uso se realizaba de una forma inconsciente, pues simplemente se ejercían unas capacidades cognitivas (abstracción y simbolización), dentro de los límites evolutivos para cada especie humana. Por tanto, el lenguaje es la simbolización de los conceptos, ideas o deseos que los humanos tuvieron en su momento, los cuales, en su complejidad, tuvieron que crearse y posteriormente desarrollarse a lo largo del Paleolítico. Es decir, las abstracciones que se simbolizan por medio del lenguaje (sonoro, gestual, pictórico, etc.) se tuvieron que crear y eso llevaría su tiempo y su manifestación en la conducta, lo que nos permite realizar cierto seguimiento arqueológico en el tiempo y en el espacio (Rivera, 2009).

Sin embargo, estas primeras manifestaciones inconscientes del simbolismo no pueden explicar por sí solas las características de la conducta simbólica que se ve aprecia ya en el Paleolítico medio y con claridad a partir del inicio del superior. Pondremos un ejemplo: conductas religiosas. ¿Qué abstracciones son necesarias para crear y desarrollar este tipo de conductas? Habría que definir las abstracciones básicas que posibilitan esta compleja conducta. Así, para su realización sería necesario la creencia de la existencia de “otro mundo, naturaleza o experiencia” diferente a la vida cotidiana, pero real para el que la experimenta. Se podría ir o comunicarse con ese “mundo” con ciertos requisitos conductuales. Habría elementos “vivos” en esa otra realidad con los que comunicar o interaccionar. Se diferenciaría claramente a los humanos de un mundo “real” y a los “seres vivos del otro mundo”. Como pueden verse, se pueden establecer una serie de relaciones muy amplia, que jamás podremos conocer con exactitud, pero que sin duda existieron. De este complejo conductual ¿qué facetas son imprescindibles y que no han existido siempre, por lo que han tenido que crearse? Serían los criterios o abstracciones de la individualidad personal o social (autoconciencia), y su ubicación en un espacio y tiempo concreto y amplio a la vez (pasado, presente y futuro). Es decir, para crear un mundo con conductas religiosas o espirituales de este tipo es imprescindible haber desarrollado con un nivel adecuado las abstracciones del “yo” como diferente del “tú o los otros” y los conceptos temporales y espaciales (otro mundo, otro tiempo, traspaso de uno a otro, comunicación entre ellos, etc.). Sin estos conceptos no pueden crearse conceptos espirituales como para crear conductas como las que se expusieron al principio. Arqueológicamente, el inicio de estas conductas si puede rastrearse por medio de los rastros que van dejando la adquisición de las abstracciones necesarias: individualidad o autoconciencia (adornos), concepto del tiempo y del espacio en las conductas que requieran su creación (conocimiento y desplazamiento geográfico recurrente, almacenaje, exportaciones, comercio, etc.).

La secuencial adquisición de ciertas abstracciones imprescindibles para el desarrollo de la conducta simbólica en creciente complejidad, hace que no siempre pueden existir ciertas formas simbólicas, aunque existan otras conductas simbólicas más elementales. El cuadro adjunto puede resumir el desarrollo de las conductas simbólicas en el Paleolítico. Esta situación nos lleva a una cuestión importante: Si en ciertos momentos ya existen las poblaciones humanas con las capacidades cognitivas adquiridas evolutivamente ¿De qué depende que aparezcan las conductas simbólicas en un momento y lugar heterogéneos en las poblaciones humanas?


La respuesta es sencilla, la evolución proporcionas capacidades cognitivas, pero su desarrollo depende de las características del medio ambiente en el que se vive. Si en este ambiente no es posible desarrollar adecuadamente las condiciones para crear las abstracciones necesarias para la elaboración de un simbolismo complejo (p. e. conductas religiosas), pues éste no se produce. Mientras que en otros lugares, y posiblemente de forma coetánea, el simbolismo complejo empieza a manifestarse gracias a que las condiciones medioambientales en ese lugar si reúnen los requisitos necesarios para su desarrollo. ¿Cuáles serían estas condiciones necesarias? Son varias y en general serían las siguientes:

- La existencia de las capacidades cognitivas necesarias para el desarrollo de conductas simbólicas. Evolutivamente cada especie del género Homo tendría cierto nivel cognitivo, que en general sería superior al que se necesitaría para el desarrollo de la cultura que en su momento pudieron desarrollar, como pasa a todos los primates que en cautividad (medio ambiente más estimulante) desarrollan conductas más complejas que en libertad.
- Existencia de cierto lenguaje que permitiera la comunicación social, y la rápida adquisición de los nuevos conceptos o ideas simbolizados por el lenguaje existente. El lenguaje permitiría, una vez interiorizado (lenguaje interno), el mejoramiento del pensamiento, la mayor facilidad de lograr nuevas abstracciones, su simbolización lingüística, su almacenamiento y transmisión social, y mejoras en la conducta de supervivencia y social.
- La existencia de un acervo cultural previo que pueda facilitar el desarrollo (tecnología, sociabilidad, relaciones externas con otros grupos, etc.).
- Las necesidades sociales y ambientales del grupo, que actuarán como estímulo o motivación consciente para superar los problemas sociales y de supervivencia del momento.
- Condiciones socioeconómicas, familiares y tecnológicas que favorezcan los criterios de individualización personal (aumento poblacional, separación de tareas, diversidad social de todo tipo, aumento de la complejidad tecnológica y logística, etc.) y social (la necesidad de actuaciones complejas entre varios componentes del grupo en el tiempo y en el espacio). En definitiva, todo aquello que por su misma existencia marque la diferencia entre los miembros de la sociedad y de ésta con otras poblaciones.

Las características medioambientales (contexto arqueológico) solo pueden conocerse por medio de la actuación arqueológica en los yacimientos, así como de la agrupación coordenada de los mismos. Como es lógico, estas premisas afectarían a todas las poblaciones humanas del género Homo. Así, es posible comprobar la existencia de poblaciones de HN y de HAM que carezcan de simbolismo elaborado por no haber alcanzado el nivel de complejidad sociocultural adecuado.

Sobre el simbolismo humano ya publiqué una entrada (conductas simbólicasen el paleolítico) donde se especificaban las diversas formas de simbolismo que se aprecian en el Paleolítico y los restos materiales o conductuales que los justifican en los diversos periodos del mismo. Este texto es una introducción a un trabajo que sobre este asunto realicé, junto al Prof. Mario Menéndez de la UNED, y que se ha publicado en la revista Espacio, Tiempo y Forma (Rivera y Menéndez, 2011).

Criterios para pensar en diferencias entre los HN y HAM

Pero ahora el tema es ahondar en el simbolismo que tuvieron los neandertales (HN). Para ello partimos de la base de que efectivamente tuvieron un simbolismo conductual elaborado, pero, al igual que el simbolismo de los Humanos Anatómicamente Modernos (HAM), con unas características heterogéneas en el tiempo y en el espacio. El gran problema es que, al ser coetáneas las dos poblaciones humanas (HN y HAM) en varios milenios en Europa, aparece la discusión de que si las dos poblaciones tuvieron o no una conducta simbólica igual y, por tanto, unas capacidades cognitivas semejantes.

Siempre hay que tener en cuenta lo que nos dicen diversas ciencias (Biología evolutiva, Genética, Paleoneurología, estudios ontogénicos, anatomía comparada, etc.) sobre las diferencias visibles en estas dos poblaciones, pues son índices claros de la realidad que se pretende analizar.

- Diferencias genéticas. El genoma de los HN es casi idéntico al de los HAM, pues comparten un 99.5%. Sin embargo hay que valorar la proporción entre los HAM y los chimpancés es del 98.8%, aunque en otros estudios solo llega al 94%. Estos datos son conocidos por el estudio del ADN mitocondrial en diversos restos óseos del Neandertal localizados en diferentes lugares (Lalueza Fox, 2005), y por el reciente conocimiento de la secuencia completa del ADN de los HN (Pääbo, 2013).

- Diferente proceso evolutivo. En tales análisis se ha comprobado que existe una diferencia genética entre estas dos poblaciones, así como la existencia de una importante diferencia temporal respecto de la separación de las dos poblaciones a partir de un ancestro común, calculándose en unos 500.000 años. Esta diferencia de ADN y el conocimiento de que ambas poblaciones se originaron en lugares lejanos (Europa y África), en distintos ambientes y con un importante aislamiento geográfico, indican la coexistencia temporal de dos formas evolutivas diferentes.

- Diferencias anatómicas. Las diferencias morfológicas entre las dos poblaciones son muy conocidas y están bien documentadas en el registro arqueológico. Estas diferencias solo indican una diversificación biológica que podrían significar la existencia de dos especies, pero con poca seguridad.


– Diferenciación neuroanatómica. Profundizando en las diferencias anatómicas, se han efectuado análisis paleoneurológicos que han comprobado que los HAM presentan una forma de evolución neurológica diferente a la observada en los HN, comprobándose un diferente patrón de desarrollo neurológico. En los HN existe una pauta de desarrollo cerebral definido por diversos autores como arcaico, en el que gran parte del cambio está basado en un simple crecimiento general. Mientras que en los HAM se observa un aumento vertical, dilatación del lóbulo frontal y una relativa reducción de longitud y anchura del lóbulo occipital. Se produce un aumento alométrico de la forma y superficie de los lóbulos parietales y posiblemente frontales de nuestra corteza cerebral (Bruner, Manzi y Arsuaga, 2003). Esta diferenciación neuroanatómica indica diferencias de la superficie del córtex cerebral en las áreas asociativas de los lóbulos parietales y frontales (donde tienen lugar los procesos cognitivos claramente humanos). Si se acepta que son dos líneas evolutivas y un desarrollo ontogénico diferentes, no sería raro pensar en la existencia de diferencias neurofisiológicas en el funcionamiento cerebral de los dos grupos. Estos datos pueden justificar la idea de unas capacidades cognitivas parecidas, pero no iguales.

- Diferente desarrollo ontogénico. Por medio del análisis dentario como signo preciso del desarrollo ontogénico postnatal, se ha comprobado que los neandertales tenían un desarrollo rápido, llegando a la madurez biológica antes que los humanos actuales, indicando la presencia de un desarrollo ontogénico distinto (Ramírez y Bermúdez de Castro, 2004).

Todos estos datos parecen indicar la existencia de dos líneas evolutivas diferentes, que pudieron acabar en dos especies independientes (Lieberman et al. 2002), aunque la comprobación de una pequeña hibridación en el Próximo Oriente durante el Paleolítico medio (Pääbo et al. 2010), dificulta tal atribución. Sin embargo, el concepto de especies en el género Homo está actualmente cuestionado tras el estudio de los cráneos de Dmanisi. No obstante, todos estos datos asumidos por la comunidad científica y ampliamente divulgados, no parecen significar mucho en lo que parece más importante para la Arqueología, es decir, si tienen una respuesta significativa en la conducta de las dos poblaciones. Poco aclaran sobre las capacidades cognitivas que pudieran tener las dos poblaciones, pues solo indican la posibilidad de tal diferencia.

La conducta arqueológica como criterio fundamental

El estudio de la igualdad o desigualdad de las capacidades cognitivas solo puede realizarse por medio de las manifestaciones culturales que el registro arqueológico nos ofrece, pues tal conducta sería la manifestación del desarrollo de las capacidades cognitivas de los humanos que la produjeron. En definitiva, la comparación conductual de las dos poblaciones sería la piedra angular de todo estudio sobre sus respectivas conductas, por lo que la forma de realización es fundamental.

Aunque, como ya se vio en el anterior apartado, hay diferencias (genéticas, evolutivas, anatómicas y neuroanatómicas) que en conjunto pueden indicar una mayor posibilidad de unas capacidades y conductas diferentes entre las dos poblaciones, la comprobación arqueológica de tal diferencia es puesta en duda por diversos autores (D´Errico et al. 2003). La investigación realizada en estos últimos 20 años en este aspecto ha aportado numerosos e importantes avances, cambiando varias veces de paradigma, lo que en la actualidad aún no se ha podido concretar.

Creo que lo que falta en el estudio del simbolismo humano es un método científico, ampliamente contrastado por el mayor número de ciencias adecuadas (interdisciplinar), que permita analizar estos problemas con mayor base científica. Sin él, todo es darle vueltas a lo mismo, pues tradicionalmente el razonamiento de atribución simbólica a un objeto o conducta era demasiado elemental: como no tiene utilidad práctica o lógica de ser un objeto simbólico, pues ¿qué va a ser si no? Se habla del simbolismo como una entidad de existencia real que existe en los humanos desde siempre, pero sin especificar sus características básicas, formas de evolución, condiciones imprescindibles para su inicio y desarrollo y, lo que es más grave, introducir en la interpretación de la conducta humana elementos inexistentes como posibles, solo para completar una imagen de gran carga simbólica (se pueden incluir todos los elementos perecederos: maderas, plumas, materiales orgánicos, etc.).

En este contexto, es donde la subjetividad científica más ha actuado, pues desde siempre en el estudio de la conducta de los HN se han omitido aspectos metodológicos importantes en los análisis encaminados a demostrar que su conducta fue igual a la de los HAM. Así, aprecio la falta de formas científicas elementales en todo estudio.

- La comprensión y limitación teórica de lo que se quiere estudiar: el simbolismo humano. Un estudio psicobiológico básico de esta capacidad humana parece imprescindible, lo que se ha intentado resumir al principio del artículo.
- Falta de un método interdisciplinar que nos encauce el origen y desarrollo del simbolismo y las capacidades cognitivas humanas.
- El uso de una amplia muestra de la población en estudio para evitar los posibles sesgos estadísticos que tan frecuentes son el los estudios prehistóricos.
- La aceptación de que no todo lo que no tiene una utilización práctica debe de ser simbólico. Existen otros factores capaces de generar respuestas complejas, como son el mundo de los sentimientos y de las emociones. A los aspectos racionales hay que añadir siempre un proceso emocional íntimamente ligado de ellos. Cualquier proceso cognitivo tiene asociada una correlación emocional (Ardila y Ostrosky-Solís, 2008).

Estudio de la cognición en el Paleolítico

En el análisis de la conducta humana durante este período hay que admitir dos problemas de compleja solución. Primero, la imposibilidad de adquirir una certeza absoluta en las conclusiones que alcancemos. El hecho de que sólo podamos obtener información de procesos indirectos, escasos y de difícil interpretación, son motivos suficientes para entender tal afirmación. Segundo, la subjetividad que empleemos en el estudio de los escasos datos, pues siempre se nos presentan dos aspectos que lastran continuamente cualquier análisis: el efecto humano, pues los razonamientos que realizamos están elaborados subjetivamente; y el desconocimiento de las bases reales de la conducta (Criado-Boado, 2006). De la primera sólo podemos tomar conciencia de su problema, lo que nos obliga intentar mejorar en lo posible los fundamentos de la segunda.

Existe una enorme dificultad en estudiar el comportamiento de aquellos que son diferentes a nosotros, sin conocer, aunque sea someramente, en qué radica tal diferencia. En la actualidad, sólo podemos valorar la aparición y desarrollo de conductas observables en el registro arqueológico, consecuencia de la acción conjunta de las capacidades cognitivas (primarias y emergentes) que las posibilitaron. El objetivo principal de estas conductas fue la supervivencia de sus creadores, por medio de su adaptabilidad al medio ambiente en el cual vivieron. La adaptabilidad es el resultante de la acción conjunta de todas las capacidades cognitivas (primarias y emergentes) para la solución de diversos problemas, pero no ha sido igual a lo largo de nuestra evolución.

¿Cómo podemos estudiar este proceso en el Paleolítico? Sólo podemos hacer dos cosas, establecer un esquema básico sobre el origen y desarrollo de la conducta en nuestro linaje, e intentar analizar aquellos grupos de capacidades cognitivas que, en su acción conjunta, van a producir unos procesos cognitivos muy relacionados con la conducta (motivación, creatividad, funciones ejecutivas y capacidades cognitivas emergentes), intentando realizar su rastreo a través de la conducta que el registro arqueológico nos ofrece. Nunca hay que olvidar la integración funcional del cerebro (p.e. la creatividad sería el resultado de la interacción funcional de varias capacidades cognitivas: imaginación, razonamiento, memoria, etc.).

A. Esquema básico de la conducta humana. Los fundamentos generales del desarrollo cultural y cognitivo se basan en diversos factores. Primero, en las capacidades cognitivas de origen evolutivo, que posibiliten tal cambio. Segundo, en la existencia de un acervo cultural previo que pueda facilitar este desarrollo (tecnología, sociabilidad, alguna forma de lenguaje). Tercero, en las necesidades sociales y ambientales del grupo, que actuarán como estímulo o motivación consciente para superar los problemas sociales y de supervivencia del momento. En este sentido, la conducta simbólica nace de la propia interacción social, entre los mismos miembros del grupo y de estos con otros (Shennan, 2001; Powell et al. 2009), y del propio desarrollo socioeconómico de estas poblaciones (Hernando, 2002, Rivera, 2008 y 2009), apareciendo nuevas necesidades que sólo pueden satisfacerse por medio del desarrollo de elementos de identificación social y/o personal. Por tanto, el simbolismo debe ir asociado a situaciones arqueológicas en las que se observe un aumento demográfico de las poblaciones que convivan en una determinada área geográfica; de cierto desarrollo socioeconómico y, por supuesto, de la existencia de las capacidades cognitivas que lo posibilitan. Estas ideas nos conducen a un lógico escalonamiento en la producción tecnológica y simbólica de estas poblaciones. Primero tendría lugar cierto desarrollo tecnológico (socioeconómico) que potenciaría, al mejorar la adaptabilidad, los aspectos demográficos y sociales; posibilitando la nueva tecnología sobre las materias primas orgánicas. Segundo, se produciría la necesidad de desarrollar cierto simbolismo que facilitase la nueva complejidad socioeconómica, es decir, de producir elementos socialmente diferenciadores (adornos).

B. Principales capacidades cognitivas relacionadas con la evolución cultural. Se han elegido cuatro procesos cognitivos, muy relacionados con la realización de la conducta, y que pueden apreciarse en el registro arqueológico (Rivera, 2008).

* Motivación: Indica la existencia de hechos que estimulen la necesidad o el interés (componente afectivo, fundamental en la conducta humana) de elaborar mejores y más complejas conductas de todo tipo (tecnológicas, sociales y simbólicas) para alcanzar una solución (meta). Su única manifestación arqueológica radica en la apreciación de tal necesidad (aumento demográfico y socioeconómico que necesite alguna regulación social) y la propia comprobación del cambio de conducta (adornos y conductas simbólicas).

* Creatividad: Supone la capacidad de producir nuevas soluciones a situaciones determinadas. Para su realización se utilizan los avances tecnológicos, sociales y simbólicos que la sociedad haya podido crear. Su desarrollo puede comprobarse por medio de la aparición en el registro arqueológico de nuevos aspectos tecnológicos (talla, útiles, materias primas), sociales (conductas que regulan y marcan los aspectos logísticos, organizativos y de convivencia), y simbólicos (manifestaciones cargadas de simbolismo como el lenguaje, arte, religión, etc.), que con anterioridad no se tenían conocimiento de su existencia o estaban poco desarrollados.

* Funciones ejecutivas: Conjunto de acciones muy relacionadas con el inicio, la planificación y el desarrollo de la conducta, facilitando adecuadas secuencias de la acción en el tiempo y en el espacio. Actúan en los cambios tecnológicos, sociales y simbólicos, siendo imprescindibles para su realización. Su capacidad funcional puede apreciarse por la rapidez y generalización del desarrollo cultural de los humanos que las posean. Estos tres procesos cognitivos siempre actúan en conjunto, representando las tres facetas de toda realización cultural (motivación, creación y ejecución).

* Capacidades cognitivas emergentes: Son la consecuencia de la acción conjunta de las capacidades cognitivas primarias, dando lugar al desarrollo de nuevos procesos cognitivos fundamentales para el logro de una conducta moderna. Así, aparecen los conceptos de individualidad social y personal (observable por los adornos corporales, pinturas, grabados, conductas religiosas y sociales), desarrollo de los conceptos abstractos de tiempo y del espacio (caza organizada, estructuración espacial del hábitat y logístico, pautas de conservación y almacenaje, etc.). Son la base del lenguaje, pensamiento y conductas simbólicas, (Rivera, 2008 y 2009).

* Datos arqueológicos que valorar en la conducta de las dos poblaciones (HN y HAM).
- Diferencias poblacionales y densidad de yacimientos. Podemos analizar un reciente estudio sobre este problema, donde se constata que lo primeros asentamientos de los HAM en Europa. En él se analiza las características de las poblaciones humanas (NH y HAM) en la región de Aquitania (SW. de Francia) durante el periodo de transición del Paleolítico medio al superior (55-35.000 BP). Se hace una comparación del desarrollo de las tres industrias o culturas que de una forma u otra estarían relacionadas en el tiempo y en el espacio: Musteriense de tradición Achelense (MTA), Chatelperroniense y Auriñaciense. Las dos primeras relacionadas con el HN y la última con los HAM. Así llegaron a analizar 26 yacimientos musterienses, 37 chatelperronienses, y 147 auriñacienses. El estudio se realiza por medio de un análisis estadístico de tres parámetros arqueológicos: número de yacimientos, intensidad de ocupación (tasas de acumulación de los residuos líticos y óseos) y extensión del yacimiento (superficie con material arqueológico en cada nivel de ocupación).

Del primero se aprecia un mayor número de yacimientos del Auriñaciense respecto del Chatelperroniense en una proporción que puede cifrarse en un factor de 2,5 a favor de los HAM respecto de los HN. Del segundo se obtiene otro factor de 1,8 a favor de los HAM. En el tercero se calibra un factor mínimo de 2 igualmente a favor de los HAM. Estas cifras apuntan a un aumento global de la población de 9 veces (2,5x1,8x2=9) mayor de los HAM que el crecimiento de los HN.


Los yacimientos de los HAM fueron muy limitados, dispersos, relativamente aislados y con poblaciones acordes con las posibilidades del momento (Europa poblada por los HN). Sin embargo, poco a poco fueron aumentando en número, densidad y desarrollo cultural, lo que favoreció su expansión a costa de las poblaciones de HN que no pudieron tener un crecimiento semejante, aunque si presentaron un desarrollo cultural, demográfico registrable en sus yacimientos, y simbólicos en algunos del Chatelperroniense y Uluzziense. Las situaciones poblacionales se invirtieron y el resultado no puede ser otro que la desaparición de los menos adaptables (Mellars y French, 2011)

- Desarrollo tecnológico (lítico y óseo). La conducta entre los neandertales es claramente heterogénea, observándose un importante aspecto de mosaico cultural en los yacimientos situados en una misma área geográfica durante el período transicional. Igualmente, en toda Europa (Chatelperroniense, Uluzziense, Szeletiense, Bohuniciense, Lincombien-Ranisien-Jerzmanowiciense, perduración del Musteriense, Musteriense con puntas de Chatelperron, Neroniense) se aprecia un variado desarrollo tecnológico y simbólico. Incluso en la perduración del Musteriense durante el periodo transicional, donde parecía que menos diferencias podían existir, se ha comprobado una gran variedad tecnológica (sistemas operativos) para lograr similares tipos de útiles, así como una diversificación del aprovechamiento del medio y diversos cambios en la estructura y características de los yacimientos (Baena y Carrión, 2006).

Incluso las conductas modernas del Chatelperroniense y Uluzziense, en su distribución geográfica relativamente bien delimitada, presentan suficientes diferencias tecnológicas y simbólicas como para afirmar no son culturas homogéneas. Así se observa en su pobreza en la Península Ibérica, la concentración de la tecnología ósea y de adornos en muy pocos yacimientos franceses, y a la mayor parquedad simbólica y variedad tecnológica italiana. Sólo algunos Chatelperronienses y Uluzzienses pudieron desarrollar comportamientos simbólicos complejos.

- Manifestación simbólica de individualidad (adornos). El ejemplo más importante del simbolismo entre los HN el Chatelperroniense. De los 125 yacimientos que componen su registro en Francia y la Península Ibérica (Demars, 1996; d´Errico et al. 1998), sólo seis de ellos tienen objetos de adorno en sus conjuntos, y siete presentan una tecnología ósea (de los cuales cinco coinciden con los primeros). Tal hecho confirma la falta de homogeneidad en el desarrollo tecnológico y simbólico del Chatelperroniense francés, y de la fractura que el simbolismo tiene en el mundo de los HN en la transición europea al Paleolítico superior.

- Conductas complejas relacionadas con el tiempo y el espacio. Entre los neandertales existe cierto desarrollo en la adquisición de las abstracciones relativas a la individualidad y su ubicación en el tiempo y espacio. El desplazamiento o utilización de los conceptos del tiempo y del espacio con mayor profundidad que el aquí y ahora, están también desarrollados, aunque en menor medida que el apreciado entre los HAM, si tenemos en cuenta las características de su expansión geográfica, limitación de sus relaciones sociales y la importación de materias primas lejanas (Gamble, 2001; Powell et al. 2009).

- Conductas relacionadas con algún tipo de simbolismo (emocional, espiritual y/o religioso). En los enterramientos del Paleolítico medio es difícil pensar en inhumaciones con carácter metafísico (ajuares, otra vida, etc.), cuando en las formas conductuales de su vida cotidiana no existen las condiciones básicas que posibiliten la existencia de las abstracciones necesarias para su desarrollo. Los enterramientos del Paleolítico medio solo pueden explicarse como inhumaciones intencionadas, con un fin sanitario, a las que hay que añadir cierta presencia de respuestas sociales y/o emotivas originadas por la muerte de un miembro del grupo, sobre todo si se trata de un niño o individuos con cierta relevancia social. Podría pensarse en un desarrollo cognitivo camino del simbolismo moderno, pero que aún no habría llegado a su pleno desarrollo. Como ya se dijo, tal proceso sólo puede desarrollarse en aquellos lugares donde existiera una importante interacción social, consecuencia de un aumento demográfico y perduración del mismo, así como un cierto desarrollo socioeconómico más selectivo. Lo que en las comunidades del Paleolítico medio más densamente pobladas sólo lo apreciamos un grado intermedio de desarrollo.


Conclusiones

En el desarrollo cultural humano, tanto de los HN como de los HAM, hay que tener presente:

* Entre los neandertales y los HAM conocemos importantes diferencias genéticas (separación evolutiva de más de 500.000 años), somáticas y neurológicas (diferente morfología cerebral y posiblemente distintas áreas del LPF), que inducen a creer que se trata de dos especies distintas. Por tanto, no sería raro que sus capacidades cognitivas fueran igualmente diferentes, lo que hay que aclarar con el análisis de su particular conducta.

* Existe un modelo de desarrollo cognitivo común a todas las poblaciones humanas del Paleolítico. Su diferente manifestación depende del propio nivel evolutivo alanzado. Así, siempre hay que tener en cuenta:

- Las características neurológicas y psicológicas de nuestro sistema nervioso indican la necesidad de un medio ambiente adecuado (que hay que crear), para que su funcionalidad adquiera los parámetros modernos y simbólicos.
- Las funciones ejecutivas, ubicadas en el LPF, son fundamentales para el buen desarrollo de las capacidades cognitivas emergentes y de la conducta humana. Su funcionalidad depende de un específico y mayor desarrollo de las áreas asociativas del lóbulo prefrontal.
- Importancia del desarrollo tecnológico y social para el inicio de la conducta simbólica. Así como del lenguaje, pues es un proceso básico en la transmisión de los conceptos simbólicos que van a desarrollar las capacidades cognitivas emergentes.

En definitiva, la conducta no depende sólo de las capacidades cognitivas que se posean, sino de su propio desarrollo cognitivo, lo que a su vez depende de las características medioambientales (sociales, demográficas, lingüísticas, tecnológicas, simbólicas, etc.). Este modelo psicobiológico, social y evolutivo nos lleva a admitir y explicar una serie de procesos que, sobre la evolución cultural humana, observamos en el registro arqueológico en Europa.

* Las capacidades cognitivas que pueden producir conductas simbólicas, estarían presentes en los grupos humanos del Musteriense y del MSA, pero sin un medio ambiente adecuado (influenciado por el desarrollo tecnológico, la sociabilidad, demografía, evolución lingüística), no se dieron las condiciones necesarias para su desarrollo y manifestación. Es la explicación del hecho de que los seres humanos tuvieran diferentes desarrollos culturales en el mismo tiempo y en diferentes lugares (evolución cultural en mosaico).

* El desarrollo cognitivo y su manifestación conductual no tienen porqué ser homogéneos ni paralelos en los logros tecnológicos, sociales y simbólicos. El registro arqueológico indica que primero se produjo un avance tecnológico, que favoreció el aumento demográfico y, con posteridad, motivó la producción de elementos simbólicos.

* En el análisis de la conducta de una población en un período determinado, hay que valorar la que ofrecen todos sus componentes en su expansión geográfica y temporal, así como sus características medioambientales.

* Los dos grupos humanos del momento (HN y HAM) son la representación de dos Humanidades diferentes, cada una de ellas con unas capacidades cognitivas específicas, que desde luego hay que intentar describir. No obstante, al tener un indiscutible origen evolutivo común, y por tanto neurológico, se producirían pequeñas variaciones (anatómicas y fisiológicas) sobre determinadas áreas cerebrales. Con ello, se apreciarían diferencias de grado la funcionalidad cognitiva, no la existencia de capacidades cognitivas diferentes. Sería la justificación biológica de las diferencias conductuales existentes entre estas dos poblaciones humanas.

Podemos seguir insistiendo en la total igualdad de las dos poblaciones, pero la realidad arqueológica indica que aunque algunos HN tuvieron una tecnología ósea, simbolismo con adornos, un desarrollo social y logístico importante, todo ello presenta unas características diferentes de las que presentaban los HAM del mismo periodo (dos Humanidades). Pues mientras que en los primeros las facetas culturales más complejas (relacionadas con la conducta simbólica y el desarrollo cognitivo de las capacidades cognitivas que lo posibilitan) fueron limitadas en el tiempo y en el espacio (sólo algunos HN tuvieron con claridad tal conducta), entre los HAM se constata un desarrollo generalizado, homogéneo en su complejidad y en constante evolución.

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* RIVERA, A. y MENÉNDEZ, M. (2011): “Las conductas simbólicas en el paleolítico. Un intento de comprensión y análisis desde el estructuralismo funcional”. Espacio, Tiempo y Forma. Serie I Prehistoria y arqueología. Nueva época nº 4.
* SHENNAN, S.(2001): “Demography and Cultural Innovation: A Model and Its Implications for the Emergence of Modern Human Culture” .Cambridge Archaeology Journal. 11, pp. 5-16.

viernes, 8 de noviembre de 2013

La Arqueología Cognitiva desde la Arqueología de Campo


Cuando te encuentras en un yacimiento arqueológico, con la rodilla clavada en el suelo y la rasqueta en mano tienes siempre la esperanza de que vas a encontrar algo; cualquier cosa. Por pequeña e insignificante que parezca, todo, absolutamente todo, tiene un significarlo y hay que tratarlo con la misma delicadeza, sea un trozo de sílex, sea una moneda de oro o un pedazo de cerámica. Aunque en alguna ocasión, los restos materiales han sido víctimas de manos inexpertas.

Al enfrentarse a un hallazgo hay que tener en cuenta el acontecimiento que estamos protagonizando y la gran dificultad que representa para la Arqueología: Interpretar las evidencias. Pongámonos en el caso en que, en un gran día, tenemos la inmensa fortuna de encontrar un objeto como el de la foto (abajo). Entonces tenemos que plantearnos una serie de preguntas, más allá de la detallada descripción habitual, del descubrimiento para establecer las primeras hipótesis sobre el significado del mismo:



  • ¿Qué es?                                                   
  • ¿Fue hecho por el ser humano?
  • ¿Qué significado tenía?
  • ¿Era un objeto cotidiano o tenía cierto carácter sagrado?
En este caso, tenemos un hueso de animal que ha sido vaciado y perforado en su parte superficial formando pequeños agujeros a lo largo de la pieza. ¿Te resulta familiar?Una especie de caña vacía con agujeros. Sus características pueden indicar que se trata de una ...¿flauta?

Esta flauta en concreto proviene de una cueva en Divje Babe (Eslovenia), parece ser que perteneció a un cromagnon y es considerado uno de los instrumentos musicales más antiguos del mundo siendo su fecha de hace unos 40.000 años. Si aceptamos esta interpretación, de que se trata de una flauta, este objeto adquiere connotaciones extremadamente importantes para la Historia de la Humanidad. Si eres visitante habitual de este blog de Arqueología cognitiva sabrás que la creación de un objeto como éste requiere un complejo razonamiento y habilidad para la elaboración del producto.

Pese a que el vaciado de un trozo de hueso puede parecer un acto simple, sencillo, incluso que cotidiano en esa época, conlleva un gran conocimiento del proceso de elaboración. La persona que lo elaboró tenía en su mente lo que quería elaborar y probablemente su cometido. He aquí, en este aspecto de la Arqueología, donde la Arqueología Cognitiva juega un papel determinante. A partir del método arqueológico, recuperamos los restos materiales de las sociedades del pasado y posteriormente analizamos el significado de estos objetos.   

El comportamiento humanos del pasado está reflejado en estos objetos, así como en sus expresiones artísticas y sus tradiciones funerarias. Todo vestigio arqueológico es una cápsula de información que con el paso del tiempo se ha degradado y, por eso, se deba analizar y estudiar. Para extraer de ello toda la información posible y así poder dibujar y tratar de entender el comportamiento humano en la antigüedad.

En el caso que tomamos como ejemplo, la flauta de cromagnon, podemos apreciar la actividad humana en el proceso de elaboración de la pieza final a partir de las siguientes etapas:

  • Adquisición del materia: este hueso se trata de un fémur de animal que debió ser cazado y posteriormente troceado.
  • El fémur fue seleccionado de entre todos los demás huesos del animal: posteriormente se trabaja y prepara para un cometido. En este punto, el individuo que lo elaboró sabía cuál era su objetivo y qué quería conseguir. Tendría en su mente el instrumento alargado con el cual, introduciendo el aire de la boca por uno de sus extremos, conseguiría un sonido característico.
  • Una vez elaborado el instrumento, tuvo una utilidad ¿Para qué? Esto es difícil de responder y la Arqueología Cognitiva trata de dar respuestas a estas cuestiones.
  • Tras su utilidad se desecha, bien por que se ha roto, por que su dueño muere y se entierra con él, o por que se pierde. Y con un poco de suerte, bueno en realidad con bastante suerte) el instrumento llega a nosotros.

Recreación de la flauta
Por tanto, a partir de un proceso de elaboración de un producto, la Arqueología cognitiva tratará de dar sentido al objeto como forma de expresión de la sociedad del pasado. En el caso de esta flauta, su descubrimiento se produce en una cueva ¿Por qué ahí? Los actos rituales de las sociedades prehistóricas se suelen llevar a cabo en lugares o zonas de difícil acceso o relacionados con la naturaleza como abrigos o cuevas del mismo modo que las pinturas rupestres de Lascaux o Altamira donde las pinturas representan actos de caza, hipotéticamente lo que se anhelaba cazar, la flauta pudo ser utilizada para acompañar melódicamente a un ritual (sea del tipo que fuere). Estos puntos son cruciales para la Arqueología Cognitiva en su objetivo de abordar del pensamiento y el comportamiento de los seres humanos en el pasado. Factores claves para entender la evolución social de la especie. 

Sobre el autor

Me llamo Adrián Carretón  y soy licenciado en Historia en la especialidad de Arqueología por la Universidad de Alicante (año 2006).
Durante mi formación académica tuve la fortuna de disfrutar de una beca Erasmus en Padova (Italia) y de realizar prácticas en Arqueología. Comento estos dos hechos porque fueron dos aspectos muy importantes que han influido en mi vida post universitaria; personal, profesional y académicamente.
Una vez terminé los estudios de Historia me marché al extranjero donde, entre Irlanda y Reino Unido estuve viviendo hasta el año 2010.
He tenido la inmensa fortuna de poder dedicarme a la arqueología y disfrutar con ello. Desde 2010 resido con mi mujer y mi hija en Alicante donde he estado trabajando en museos y exposiciones.
Puedes seguirlo en su blog personal sobre Arqueología (Arqueoblog)

viernes, 1 de noviembre de 2013

Las especies humanas (evolución y concepto)

La serie de cinco cráneos descubiertos en Dmanisi en estos últimos años han conseguido centrar el interés general en el mundo de la Paleoantropología y, de rebote, al de la Arqueología. El reciente hallazgo del quito cráneo y la interpretación que sus descubridores han realizado a puesto en duda un concepto que parecía que estaba plenamente afincado. Me refiero a la idea que tenemos de especie dentro de la Paleontología.

El yacimiento de Dmanisi está situado en la república de Georgia, a 85 km al sur de su capital Tiflis en el Próximo Oriente. En los niveles más antiguos, correspondientes al Paleolítico inferior y datados en unos 1'8 m.a., se han encontrado importantes restos de industria lítica del Modo I y, lo que parece más interesante, los restos más antiguos de seres humanos hallados fuera de África.

Sin embargo, lo más llamativo de toda la serie de descubrimientos que se han realizado, ha sido la interpretación que se ha dado sobre la gran variedad morfológica que se ha descubierto en sus 5 cráneos. A pesar de las diferencias anatómicas que se observan en ellos, destacando la gran diferencia que existe entre sus mandíbulas, sus descubridores defienden que puede tratarse de una misma población o especie humana, incluso de que todos murieron a la vez por causas de una catástrofe natural. Esta muestra proporciona una evidencia directa de una amplia variación morfológica que parece existir entre y dentro de los primeros Homo, planteando la hipótesis de que estas primeras poblaciones humanas (Homo habilis, Homo rudolfensis, Homo ergaster y Homo erectus), sean en realidad una misma especie. El tema ha sido publicado en la revista Science, y ha tenido una repercusión inmediata.

Los cinco cráneos de Dmanisi -Foto: M. Ponce de León. 
Sin embargo, no todos están de acuerdo, pues un equipo de arqueólogos de la Universidad Autónoma de Madrid, han observado en las herramientas del yacimiento diferencias en su producción, lo que abre la puerta a la posibilidad de que éstas fueran elaboradas por dos grupos diferentes. Así lo recoge MaríaMartinón en el blog del Museo de la Evolución Humana, donde además, expone que aunque la tesis nula de los autores del artículo (la posibilidad de que todos los Homo primigenios sean de una misma especie) no se pueda en la actualidad refutar, no quiere decir que esté probada.  

El concepto de especie

Estos descubrimientos e interpretaciones nos indican lo poco que sabemos sobre la realidad biológica que significa la evolución, la forma de realizarse y como poder estudiarla con un fundamento que no deba de reinterpretarse cada vez que se produzca un nuevo e insólito descubrimiento. Aunque el concepto de especie en biología parece estar bien establecido, en realidad en un tanto abstracto, controvertido y a veces poco fiable. Pero, es muy útil, pues no existe otra forma de establecer un análisis racionalizado de la variedad biológica del presente y del pasado.

La aceptación de laidea de especie como un hecho real, corresponde a un proceso clasificatorio existente en la estructura académica vigente, siendo usado para una mejor exposición doctrinal de la realidad viviente y fósil. Así, lo expresa Emiliano Aguirre en su discurso del acto de recepción a la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (Aguirre, 2000: 35):

Un taxón no es el ser viviente que pretendemos conocer – y que representa realmente nuestro fósil-: los taxones son entidades abstractas, producto de una operación racional, término de un lenguaje técnico.

Su definición más aceptada corresponde a un concepto biológico que especifica su contenido como la capacidad de reproducción o descendencia fértil entre elementos observables de similar anatomía (Ayala, 1980: 96). En el registro fósil es imposible poder conocer esta característica biológica, por lo que deben de establecerse criterios puramente morfológicos, considerando miembros de especies diferentes aquellos organismos de distintas épocas (aunque existe la posibilidad de convivencia temporal más o menos limitada) que difieran anatómicamente entre sí, al menos tanto como se diferencian los organismos actuales clasificados como especies distintas (Simpson, 1945: 16). 

Con estas ideas es imposible comprobar la hibridación biológica de los grupos humanos en el Paleolítico. Todo quedaría en el análisis de la diferenciación anatómica, la cual estaría marcada en función del azar de los descubrimientos en el tiempo y el espacio, del número de muestras a estudiar, del estado de las mismos, del registro paleoantropológico anterior y del propio criterio de sus descubridores, lo que implica una subjetividad científica importante, sólo admisible ante la notoria falta de datos más fiables. Por tanto, no podemos precisar, con la seguridad deseada, que algunas de las especies de nuestro género no sean en realidad manifestaciones diferentes de una misma identidad biológica (entidad de base real desconocida), con todo lo que ello podría significar.

La teoría sintética de la evolución entiende a las especies no como entidades inmutables, sino como realidades dinámicas en continuo cambio en el tiempo y en el espacio, ofreciendo un paulatino y lento cambio morfológico. Esta forma de cambio evolutivo se produce junto a otras variaciones morfológicas realizadas con mayor rapidez en la formación de las especies, como explica el modelo de los equilibrios puntuados y las nuevas directrices sobre el cambio morfológico ya vistas en otras entradas (Mecanismos de cambio morfológico; Paleontología,Biología evolutiva, Genética y Arqueología en la transición).A estas bases teóricas hay que añadir las conclusiones que actualmente se están formulando y que pueden cambiar mucho tales conceptos:

- El desconocimiento de la realidad paleontológica de Asia. Si bien Europa y África están relativamente bien estudiadas, el continente asiático presenta una serie de problemas paleontológicos y arqueológicos que muchas veces no se acoplan bien con los datos obtenidos en los otros dos continentes. Recientes estudios de investigadores españoles sobre fósiles chinos “reabren la cuestión sobre el origen del Homo sapiens”. Aunque aún es muy pronto para llegar a una conclusión fiable. 

 - La información que podemos obtener de las nuevas técnicas sobre el ADN fósil, puede aclarar mucho la situación o complicarla aún más, pues es muy posible que rompa las simples ideas de evolución más o menos lineal y/o gradual de especie en especie (p. e. Homo habilis, Homo erectus, Homo sapiens como entidades biológicas independientes y continuas en el tiempo). Puede que sea necesario un nuevo paradigma, que sea mal flexible a estos nuevos datos genéticos y paleontológicos.

- La dificultad de conocer todos los mecanismos de cambio evolutivo, pues estos no están aún comprendidos del todo. Si creemos que este proceso biológico esta dentro de las leyes del azar, todos los mecanismos que puedan producir cambios de cualquier tipo en el genoma de una especie (cambios genéticos, mecanismos de regulación internos y externos, regulación en su manifestación embriológica, etc.) seguro que se han producido en múltiples ocasiones. Así, cada vez se tiene más en cuenta que la evolución es causa del cambio de la ontogenia de diversos miembros de una especie, con independencia de los mecanismos requeridos. El problema es múltiple, pues ni conocemos la totalidad de estos mecanismos, ni tenemos modo de conocer cuales se utilizaron en los procesos evolutivos conocidos.

- La complejidad que supone la evolución de los seres humanos, pues con ellos se añaden nuevos conceptos que no presentan las otras entidades biológicas. Me refiero a la cultura humana, capaz de modular en parte la acción de la selección natural. Esto se ve claramente en la expansión de los humanos, proceso que ninguna otra especie de primates ha podido realizar.

Ante esta complejidad evolutivas y la posibilidad (comprobada en algunos casos) de varias especies coetáneas, algunos autores ven la evolución humana como un arbusto ramificado, con gran dificultad para conocer cual es el pariente más cercano y quién es el antepasado de quién (Angela et al. 1989: 187). En este arbusto, cada humano representado por sus restos fósiles son sólo unas ramitas laterales que se han significado, no sólo por sus cualidades, sino por la extinción de todos los demás. El concepto tradicional de especie se diluye y es posible que grupos humanos con una determinada anatomía (más o menos aislados geográficamente) en sus continuas emigraciones (por empeoramiento climático, desastres naturales, etc.) pudieron cruzarse biológicamente con otros humanos con los que mantenían diferencias morfológicas importantes, siendo sus descendientes fértiles o no.


En este sentido, pudieron existir diversas poblaciones humanas en Asia e incluso en África, producto de evoluciones diferenciadas y por el aislamiento geográfico. De la coexistencia de estas variadas poblaciones algunas de ellas se mezclarían, mientras que otras no lo harían. El problema es que es prácticamente imposible conocer estas posibilidades, que sólo podemos conocer por medio de los tan buscados fósiles híbridos, y actualmente del ADN fósil de nuestros ancestros más recientes.   

Problemas que plantea esta situación

- Inseguridad a la hora de definir y diferenciar grupos humanos como especies, sobre todo cuando son coetáneas, como es el caso de Dmanisi.

- La hibridación solo confiere como certeza la descendencia de la mezcla de dos grupos, es decir, la capacidad biológica de fecundación. Pero no condiciona que sus capacidades cognitivas sean iguales. Este problema se agudiza entre las poblaciones más recientes de nuestro linaje y que además convivieron cierto tiempo, me refiero a los Humanos neandertales y a los Humanos anatómicamente modernos.

- Dificultad para analizar las características psicobiológicas de cada grupo humano, pues dependiendo de la forma de evolución así se tendrán una propiedades u otras. La evolución no produjo automáticamente la aparición de poblaciones humanas con los logros conductuales que la arqueología nos muestra, por lo que seguir justificándolos como logros directos de mutaciones o procesos evolutivos específicos, así como intentar ver logros culturales y simbólicos a través de la propia evolución morfológica, no creo que deba ser el camino que la Arqueología deba seguir en la actualidad. Opino que debe crear sus propios cauces y directrices sobre la evolución humana en los aspectos conductuales, pero con cierta independencia de los criterios morfológicos propios de la Paleontología. En este sentido, parece que la Arqueología cognitiva si puede tener mucho que decir.

Conclusiones

Puede que el concepto de especia, tal y como lo usamos en la actualidad, haya que revisarlo cuando se trate de poblaciones humanas del Pleistoceno (paleolíticas), pues la variabilidad morfológica y coetánea (p.e. Dmanisi) impide avanzar por el camino estricto del tradicional concepto de especie. En este sentido, muy recientemente el paleoneurobiólogo Emiliano Bruner ha realizado una crítica sobre el caso de Dmanisi en el blog del Museo de la Evolución Humana.

El concepto de especie es un ladrillo fundamental en la teoría evolutiva, pero si se intenta aplicar estrictamente a la variabilidad biológica puede dar mucha guerra y mucho que discutir.....
Quizás habría que preocuparse menos de los nombres de las especies (un tema importante pero que siempre se queda en el contexto de la especulación) e interesarse más por el significado biológico de todas las variaciones anatómicas, dedicando más tiempo al conjunto del registro fósil y evitando centrar demasiado la atención en individuos aislados. Quizás en general habría que replantearse algunos objetivos, abandonando aproximaciones evolutivas que ya empiezan a ser bastantes anacrónicas en un mundo donde el procesamiento de informaciones se hace cada día más complejo. En ciencia y en investigación, una buena pregunta vale mucho más de una insondable respuesta.

Parece lógico que no tengamos todas las respuestas a nuestras preguntas, y que intentemos, con los precarios datos que tenemos, esclarecer lo mejor posible la complejidad de nuestro pasado. Pero, desde luego hay que ser ecuánimes, y si se sabe o se piensa una cosa, no parece lógico que luego hagamos investigaciones diciendo todo lo contrario. Todo los estudios paleontológicos y arqueológicos tienen en común que el fundamento de sus estudios es el resultado de los procesos evolutivos. Si bien no conocemos cómo se han producido muchos de los cambios que han dado lugar a las poblaciones en estudio, si estamos en posición de conocer que mecanismos generales intervinieron en su mayoría. Así, las características resultantes (p. e. conducta humana) tendrían que estar en consonancia con las formas de cambio generales. Es decir, si la diferencia genética entre todos los primates es tan pequeña (p. e. aproximadamente el 98% de nuestro genoma es idéntico al genoma del chimpancé. Solo el 2% es el responsable de las diferencias anatómicas y cognitivas), no se puede continuar explicando cada una de las diferencias morfológicas y conductuales como el resultado de una evolución (mutación de los genes responsables) como un hecho independiente y regulado por los mecanismos de la selección natural o mejoría de la adaptación.

 La única explicación (con rango de generalidad) que puede coordinarse con estos hechos es la utilización de los procesos ya conocidos de heterocronías, embriología y control de la expresión génica como mecanismos prioritarios en la evolución, aunque no exclusivos, lo que habría que analizar en cada caso en particular (difícil con los medios actuales). La selección natural actuaría sobre seres vivos en conjunto, eliminando los que no puedan sobrevivir, lo que en el caso de los seres humanos hay que tener en cuenta la progresiva protección que la cultura proporciona en la lucha por la supervivencia individual y colectiva.

Este sería un ejemplo de una conclusión de carácter interdisciplinario, pues no todo es adaptación, sino un conjunto de procesos que actuando de forma coordinada dan lugar a los seres vivos que, en aras de la racionalización de su estudio, agrupamos en especies con conceptos humanos que no siempre tienen su razón de ser en la naturaleza.

* Angela, A. y Angela, P. (1989): La straordinaria storia dell'uomo. Mondadori, Milano.
* Ayala, F. J. (1980): Origen y evolución del hombre.Alianza. Madrid.
* Simpson, G. G. (1945): The principles of classifications and a classification of mammals. Bulletin of the American Museun of Natural Histoty, 85: pp.i-xvi, 1-350.