sábado, 9 de abril de 2016

Función del lenguaje en la evolución cognitiva del género Homo

Siempre que se habla de la evolución humana casi siempre nos referimos a nuestra evolución biológica, es decir, a los cambios anatómicos que se han producido dentro del género Homo. Sin embargo, la evolución morfológica por sí sola no puede explicar las características y propiedades de los órganos que van cambiando. Sobre todo en lo referente al cerebro, que en definitiva es el causante de la conducta y de sus cambios. El conocer la forma de evolución neurológica (ver: interdisciplina en la evoluciónneurológica) es fundamental para comprender sus características funcionales y, por tanto, las formas de producción de los cambios culturales humanos. La mayoría de los arqueólogos piensan que la evolución biológica es la responsable de todo desarrollo cultural y, por tanto, de la evolución cognitiva. Según fue evolucionando el cerebro fueron aumentando las capacidades cognitivas y la cultura se fue desarrollando. Sin embargo, la Arqueología nos ha enseñado en múltiples ocasiones que la evolución biológica no fue paralela a la cultural, sino que se produjeron avances culturales después del desarrollo biológico y de una forma heterogénea en el tiempo y en el espacio. Las explicaciones de lo que pasó tendrán que adaptarse a estas conclusiones arqueológicas.    

La evolución cognitiva humana es la que va a crear todos los aspectos de nuestra cultura, de su transmisión, perduración y desarrollo y, en definitiva, la que nos hace personas con una importante diferenciación entre todos los componentes de la sociedad. Su estudio recae en una especialidad arqueológica denominada como Arqueología cognitiva. Pero su desarrollo metodológico y expansión académica está muy limitado. Una de las principales causas sería la gran dificultad que su estudio conlleva, al tener que utilizar diversas ciencias muy ajenas al tradicional proceder de la Arqueología. El uso de las disciplinas relacionadas con la conducta humana (Neurología, Psicología, Biología evolutiva, Lingüística, Sociología, etc.) requiere metodologías interdisciplinarias, de cuya complejidad y dificultad ya se habló en otra entrada del blog (Interdisciplina. Necesidadmetodológica o simple intención teórica). El estudio completo de la Arqueología requiere la aplicación de una interdisciplina amplia y compleja, como ya expliqué en otra entrada (Interdisciplina que hay que aplicar al estudio de laArqueología).


El lenguaje en la evolución cognitiva humana

El lenguaje humano puede definirse como la transmisión voluntaria de todo pensamiento, concepto o sentimiento por medio de un sistema de representación simbólico socialmente consensuado (en principio sonoro y/o gestual), con la intención de interferir en la conciencia o atención del oyente, es decir, que sea recibido y comprendido por aquellos a los que se dirige tal mensaje, con algún fin determinado (simple información, relación social y/o la posibilidad de realizar tareas en común) (Rivera, 2009).

Es decir, es un complejo proceso cognitivo en el que intervienen diversas capacidades cognitivas (simbolización, abstracción, atención, conciencia, memoria en todas sus variantes, comprensión sonora y/o visual, coordinación motora del aparato fonador etc.) las cuales al actuar en adecuada conjunción dan lugar al lenguaje. El lenguaje tiene diversas funciones dentro de las poblaciones humanas, pero su papel ha sido desigual a lo largo de la evolución de nuestro género.

- Función comunicativa (formas de expresión). Corresponde al sistema de representación formado por signos (articulados y socialmente consensuados), que estarían organizados por medio de unos elementos formales de combinación (gramática). Permite compartir la experiencia personal, la acumulada por la especie y la expresión emocional. Por tanto, su uso facilitaría un mejor y permanente conocimiento de la realidad. Su estudio entra en el terreno de la Lingüística. Sin embargo, las estructuras anatómicas y fisiológicas que participan en la producción y comprensión de estos signos, serán estudiadas por las disciplinas biológicas que analizan la anatomía y fisiología humana. Permitió una mejor logística en la búsqueda y adquisición de alimentos (vegetales y animales) dando lugar al desarrollo de la hipótesis sobre el desarrollo del lenguaje denominada como forrajeo extractiva (Parker, 2015).

- Función social (comunicación externa). Forma una conducta voluntaria que regula la acción conjunta de los componentes de una comunidad. Facilita la interacción social, al desarrollar las conductas personales y sociales. Relaciona la conversación con la conducta simultánea o posterior a la misma, donde pueden valorarse los antecedentes, posibles respuestas y consecuencias de tal acción. Destaca la voluntariedad e intencionalidad en la realización de tal proceso lingüístico, donde entraría en juego el concepto de teoría de la mente. Entra en los cometidos doctrinales de la Sociología (Antropología social) y Psicología. Su desarrollo puede asimilarse a la hipótesis del cerebro social (Dunbar, 2005).

- Función cognitiva (comunicación interna). Sería una interacción cognitiva entre el lenguaje y el pensamiento, facilitando el pensamiento racional por medio de diversos procesos internos, como son el lenguaje interno, el pensamiento verbalizado, el lenguaje intelectualizado, el procesamiento computacional de la información, el desarrollo de las capacidades de abstracción, la simbolización, la conciencia reflexiva, el aprendizaje, etc. Su estudio estaría a cargo de la Neurología y Psicología (Psicobiología). Sería la hipótesis cognitiva-conductual (Vygotsky, 1020; Luria, 1979; Bruner, 1984; Rivera, 2009).


De las tres funciones, la tercera es sin duda la menos conocida y, sin embargo, puede ser la que más ha colaborado en el desarrollo de nuestra cultura simbólica, a pesar de que no parece deducirse de la definición del principio. Es pues necesario añadir cierta referencia a esta importante función, podría ser: Sirviendo a su vez como mecanismo de ordenamiento y estructuración del pensamiento y parte imprescindible de la emergencia de otras capacidades cognitivas (lenguaje elaborado y autoconciencia). De todas maneras las tres han actuado conjuntamente, aunque con diferente nivel de desarrollo. Las dos primeras se puede considerar que comenzaron a actuar más o menos juntas, ya dentro del desarrollo evolutivo de los primates. Sin embargo, la tercera, aunque en cierto modo comenzaría a funcionar junto a las otras, lo realizaría de una forma muy lenta en su comienzo, para ir avanzando cada vez más rápido a medida que fuera aumentando la capacidad funcional cerebral (aumento de la áreas terciarias del córtex cerebral por medios evolutivos).

Origen y evolución del lenguaje en el género Homo

Mucho se ha hablado sobre si las primitivas poblaciones humanas tenían o no un lenguaje, pero poco se ha profundizado en las características de tal lenguaje, si es que lo tuvieron. Se habla del lenguaje de una forma muy genérica, sin matizar la gran complejidad que conlleva, ni analizar las características de su formación. La definición que vimos anteriormente nos indica que en un proceso cognitivo compuesto por la utilización conjunta de diversas capacidades cognitivas que la evolución ha ido desarrollando, pero que no fueron iguales en todos los homínidos. Por lo tanto, no se puede hablar de los genes del lenguaje, sino de los genes que propician estas capacidades cognitivas (utilizadas en diversos proceso cognitivos relacionadas o no con el lenguaje). Naturalmente, si falla uno o varios (mutaciones negativas en alguna de las capacidades cognitivas mencionadas) el lenguaje se alterará.

La complejidad del lenguaje no estaría solo en la cantidad de sonidos que se utilizan ni en la articulación de ellos, sino en los significados que entrañan tales sonidos. Es decir, en las abstracciones que han podido simbolizar las poblaciones que utilizan ese lenguaje. El principal problema que tenemos en el estudio del desarrollo del lenguaje en nuestro linaje es que las palabras no dejan huellas arqueológicas. Sin embargo, si analizamos las últimas definiciones del lenguaje (Rivera, 2009; Arsuaga y Martín-Loeches, 2013) vemos que el lenguaje se desenvuelve en la acción o conducta de las poblaciones humanas. Nace dentro de las poblaciones humanas como consecuencia del intento de comunicar las acciones, siendo por tanto la simbolización de tales acciones. La acción es la base de la propia estructura inicial de lenguaje y de la universalidad de su sintaxis, pues es igual en todos los lugares. Por tanto, el lenguaje parece estar organizado alrededor de las circunstancias que rodean a la acción (verbo) (Bickerton, 1994; Bruner, 1988; Fillmore, 1968; Marina, 1998) lo que puede referirse con la siguiente expresión básica:

Sujeto (quién hace la acción) – Verbo (acción) - Circunstancias de la acción.

En este contexto, la conducta sí deja huellas arqueológicas que pueden estudiarse, y seguirse a través del tiempo. Las abstracciones que configuran nuestro pensamiento y lenguaje no han existido siempre, sino que ha sido preciso crearlas, mantenerlas y trasmitirlas a las generaciones siguientes, por medio del lenguaje de cada sociedad haya podido desarrollar. Y no todas de estas abstracciones dejan huellas de su existencia, pero algunas (posiblemente las más trascendentes) si lo hacen. Las abstracciones básicas y más elementales que podemos intuir en los primeros lenguajes (comer, piedra, cazar, hambre, peligro, miedo, etc.) son relativamente fáciles de realizar. Solo se tienen que poner de acuerdo sobre que sonidos o gestos (las emociones básicas o primarias ya tiene una representación innata de gestos) los pueden representar, siendo admitidas y conocidas por todos los miembros del grupo.

Desde los primeros pasos de la socialización humana en el Homo habilis la conducta observada en sus yacimientos nos indica que tales simbolizaciones lingüísticas debieron de producirse aunque con muchas limitaciones. Sin embargo, hay otra serie de conceptos mucho más difíciles de crear y simbolizar, los cuales son fundamentales para la conducta humana considerada como de tipo moderno. Me refiero a los conceptos sobre la individualidad social y personal, el tiempo, el espacio, la negación, el engaño y la mentira (todos ellos con un importante componente simbólico). De todos ellos solo se han podido rastrear conductas relacionadas con los tres primeros (individualidad social y personal, el tiempo, el espacio). Pero estos conceptos son fundamentales para el desarrollo de la autoconciencia y de su ubicación en el tiempo y en el espacio (desplazamiento cognitivo), lo que no se consiguió con unas características que se pueden considerar como modernas hasta la transición al Paleolítico superior. Si a alguien le interesa leer trabajos pioneros al respecto puede hacerlo desde esta dirección (Rivera, 1998; 2003-2004).

Estas abstracciones necesitaban unas capacidades cognitivas cada vez mayores, que la evolución proporcionó al desarrollar cerebros con unas áreas de asociación (secundarias y terciarias) más grandes y con una funcionalidad mejorada (menos densas con mayor poder de sinapsis). El desarrollo de las funciones ejecutivas (lóbulo prefrontal) y del precúneo (lóbulo parietal), bien contrastado en el Homo sapiens, parece que fue un gran y necesario avance evolutivo. Los factores generales que intervienen en la evolución cognitiva (aumento de la áreas de asociación y mejor capacidad sináptica; existencia de un protomapa; gran y duradera inmadurez neurológica y existencia de un proceso de simbolización de abstracciones o lenguaje) han interaccionado entre todos el mismo desde el mismo inicio de nuestro linaje. El lenguaje en sus tres funciones, verdadero motor de todo el proceso, es un proceso netamente social, pues solo se produce dentro de las sociedades con la suficiente capacidad neurológica como para interactuar en procesos comunes. Existen claros antecedentes den los grandes primates, y desde luego en la conducta de los primeros homínidos (Homo habilis y ergaster y/o erectus) ya se manifiesta con elemental y desigual desarrollo de los conceptos básicos del tiempo el espacio y la individualidad. Estas abstracciones se desarrollarían de forma paralela a la paulatina creación de diversas palabras representantes de objetos y acciones, que enriquecen la cultura del grupo y facilitan su convivencia y supervivencia.

A.- El concepto de individualidad (social o personal) se produce con la adquisición de la idea de diferencia social o individual entre diversos grupos o elementos de los mismos (Elías, 1990). La autoconciencia es una capacidad cognitiva emergente (desarrollo cognitivo), lograda gracias a las capacidades cognitivas del cerebro y desarrollada por la estimulación (dentro del periodo crítico o primeros años de su vida) de un entorno social, cultural y lingüístico adecuado.

B.- El espacio se objetiva con la referencia a objetos fácilmente observables, inmóviles y permanentes, características constantes en el territorio donde se realiza o puede realizarse la acción (Elías, 1992; Hernando, 1999).

C.- El tiempo se realiza con la referencia de sucesos móviles de carácter no humano, pero con un tipo de movimiento recurrente, como son el día/noche, estaciones, fases lunares, etc. (Elías, 1992; Hernando, 1999).

La realidad de la propia conducta humana indica que casi siempre se producen con una gran interrelación entre estos dos elementos básicos de ordenación de la acción. Así, con su unión, ofrecen al lenguaje una capacidad interpretativa de gran poder explicativo. Sería el caso del cambio de los lugares en función del tiempo (estaciones), la medición del espacio por el tiempo en que se recorre y el concepto histórico de un lugar en un tiempo preciso. La interacción social aumenta con el desarrollo tecnológico, demográfico y cultural de las sociedades, por medio de un aumento del lenguaje usado. Los mecanismos de feed back positivos estarían continuamente produciéndose. Es decir, la compresión de que las capacidades cognitivas superiores tienen más de potencialidad que de realizad manifiesta en el nacimiento, su desarrollo de estas capacidades cognitivas (racionales y emocionales) por medio del lenguaje, el acervo cultural, la tecnología, motivación, sociabilidad, desarrollo e interacción demográfica, y las características medioambientales, interactuando continuamente, son las que vas a ofrecer ese aspecto de heterogeneidad espacial y temporal en el desarrollo conductual que vemos en el registro arqueológico.



Función cognitiva del lenguaje

La función cognitiva del lenguaje sería la responsable de las características psicológicas que nos distinguen como seres humanos (autoconciencia, conducta simbólica, abstracción conceptual, etc.). Se puede establecer que la adquisición de un lenguaje desde pequeño (antes del periodo crítico, pues después sus efectos están muy limitados) va a producir una estructuración funcional del cerebro, logrando la creación, potenciación o desarrollo de las capacidades cognitivas humanas (emergencias cognitivas). Es decir, va a organizar funcionalmente las estructuras neurológicas heredadas, pero con las características y formas que dependen de las propiedades del lenguaje aprendido. Naturalmente, esta organización dependerá de las capacidades neuronales adquiridas por la evolución en cada especie, y por las propias cualidades (morfológicas, sintácticas, etc.) del lenguaje al que se enfrentan los recién nacidos, lo que sería distinto en las diversas especies de nuestro género. En este contexto, hay que resaltar que la evolución neurológica proporciona capacidades funcionales, pero no realidades cognitivas de carácter innato. Es la influencia del medio ambiente (social, tecnológico, conductual, lingüístico, etc.) el responsable del desarrollo cognitivo que pueda observarse en las poblaciones humanas de todo nuestro género. Primero se produce un aumento de la capacidad neurológica, después se produce el consecuente desarrollo conductual-cognitivo. Sería la expresión de la sapient paradox de Renfrew (2008).

Este proceso de organización neurológica de base lingüística (diferente del realizado por el adulto en el estudio de otra lengua) va a estructurar al pensamiento de una forma específica que denominaremos pensamiento lingüístico o racional. Su desarrollo se realiza y materializa cognitivamente por medio de diversos procesos internos, como son el lenguaje interno, el pensamiento verbalizado y el lenguaje intelectualizado. De esta organización y estructuración funcional que se produce desde el mismo momento del nacimiento hay que destacar las siguientes funciones cognitivas:

- Desplazamiento cognitivo en el tiempo y el espacio.
- Creación del pensamiento racional abstracto.
- Base de la memoria autobiográfica. Inicio de la conciencia reflexiva. Autoconciencia.
- Aumento de la capacidad del aprendizaje de tipo humano moderno con la enseñanza intencionada.

Todas ellas se producen mediante el desarrollo sociocultural del medio en el que se nace (desarrollo social, político, religioso, tecnológico, artístico, etc.), al ser simbolizadas por medio del lenguaje en abstracciones sonoras o gesticulares, y aprendidas desde que nacemos. Nuestro cerebro se torna lingüístico y autoconsciente (racional y emocional), lo que serían en última instancia los mecanismos responsables de nuestra conducta.

I.- Comunicación interna (cerebro lingüístico). El pensamiento es la actividad cerebral en el plano psicológico, siendo el resultado de procesar la información que nos llega del exterior y el uso de la almacenada en la memoria (ya sea en forma de imágenes compuestas, experiencias sensoriales simples o elaboradas, y/o simbolizadas por el lenguaje), de forma que se puedan elaborar conductas adecuadas. Para tal fin el cerebro utiliza todas las capacidades cognitivas que posea (memoria, abstracción, simbolización, funciones ejecutivas, etc.), las cuales se potenciaran y organizaran por medio del lenguaje.

El cerebro al nacer solo contiene un protomapa de organización funcional poco definido sobre el futuro funcionamiento neurológico, su inmadurez permite que puedan estructurarse en redes neuronales efectivas en función de la información que les llega de fuera (Rakic, 1995). El aprendizaje del lenguaje en nuestros primeros años de vida es el resultado de una interacción cognitiva entre el lenguaje que constantemente estamos escuchando y el pensamiento no verbal que posee el niño, aunque éste estaría muy limitado por la pequeña cantidad de recuerdos que procesar y su limitado desarrollo cognitivo. Según va aprendiendo el niño el lenguaje su pensamiento se va haciendo lingüístico, es decir, cada vez utiliza más un pensamiento lingüístico para realizar sus acciones, recordar, planificar, imaginar, etc. Así, hasta llegar a pensar constantemente como si estuviera hablando consigo mismo, ha desarrollado un lenguaje interno. Este lenguaje es el mismo que usamos normalmente con las mismas directrices léxico / gramaticales, aunque con pequeñas variaciones.

Efectivamente, el lenguaje interno es responsable de las funciones mentales superiores, pues transforma la percepción del sujeto, transforma su memoria, y permite la planificación y regulación de la acción, haciendo posible la actividad voluntaria. Nuestro pensamiento está ahora plenamente verbalizado, siendo más fácil pensar, relacionar y expresar todo tipo de situaciones y hechos, con mucha mayor rapidez y claridad. Aparece como una nueva función cognitiva, que facilita el control y regulación de los propios procesos cognitivos, con lo que nuestras acciones, consecutivas a nuestro pensamiento, estarán mejor guiadas y estructuradas (Belinchón et al. 1992; Damasio, 2010; Luria, 1979, Mercier, 2001; Vygotsky, 1920).

A través del lenguaje se aprende rápidamente el desplazamiento cognitivo (en el tiempo y en el espacio), así como el desarrollo de la abstracción y del simbolismo, pues con él se produce la transmisión de pensamientos abstractos simbolizados por los mecanismos sonoros o los gestos del lenguaje oral o de gestos.

II.- Inicio de la conciencia reflexiva. Autoconciencia. La relación del lenguaje con la conciencia reflexiva o autoconciencia parece ser un hecho ampliamente demostrado, o por lo menos todo lo demostrado que estos procesos cognitivos nos permiten. Tal aseveración estaría fundamentada en varios hechos neurológicos bien documentados.

- Cerebro dividido. Por motivos de problemas neurológicos (formas de epilepsia global refractaria al tratamiento) se realizaron desde mediados del siglo pasado diversas operaciones en las que se separaban los dos hemisferios cerebrales cortando el cuerpo calloso (enorme haz de fibras nerviosas que los conecta). Los resultados fueron mucho más que curiosos y no precisamente por la mejoría en algunos pacientes de su epilepsia. Las acciones del cerebro dividido pueden ayudarnos a comprender la realidad del nuestro funcionamiento cerebral, aunque para ello es necesario tener una mente abierta a realidades contrastadas con la ciencia pero no asumidas interdisciplinariamente por todos los científicos que estudian la conducta como el resultado de la activación cerebral en todos sus facetas (racionales y emocionales).

Conocemos que cada hemisferio cerebral recibe información (somatosensorial, motora, visual y auditiva) de la mitad opuesta del cuerpo, aunque la visual y auditiva tiene algunas diferencias con el restos de las sensaciones. Cuando se realiza un corte del cuerpo calloso las dos mitades (hemisferios) actúan como dos cerebros independientes y cada uno controla la información de la mano contralateral y gran parte del ojo homolateral. Mientras el hemisferio izquierdo, donde se asienta el lenguaje, podía comunicar lo que veía el ojo derecho, el cerebro derecho podía mover el brazo izquierdo como si viera pero no comunicarlo (Gazzaniga, 2015: 49-50). Parece como si el cerebro izquierdo con lenguaje tenía conciencia de lo que veía y así lo manifestaba (no lo comunica porque tiene lenguaje, sino que lo expresa por tener autoconciencia del hecho y poder comunicarlo). Mientras que el derecho actuaba como si lo viera (movía el brazo izquierdo y lo señalaba) pero no era autoconsciente de tal hecho. Podría ser una comprobación de la relación de necesidad que existe entre el desarrollo de un lenguaje y la autoconciencia humana. Así, la base neurológica de la autoconciencia sería el hemisferio con lenguaje, mientras que el inconsciente (compleja actividad cerebral descubierta por Sigmund Freud) se localizaría en el otro hemisferio cerebral que siempre actúa pero no se es consciente de su actividad.

- Ubicación hemisférica del lenguaje. Un ejemplo de especialización cognitiva de áreas corticales lo tenemos en el área de Broca y de Wernicke, muy relacionados con la producción del lenguaje. La mayoría de las veces el área de Broca relacionada con el control de la articulación sonora se sitúa en el hemisferio izquierdo, pero su ubicación parece depender más a la convergencia sobre la misma de dos o más proyecciones de modalidades sensoriales diferentes (Geschwind, 1965), que a una determinación genética dominante y preestablecida desde el nacimiento. Ambas áreas de Broca (izquierda y derecha) son en equipotenciales y su especificación y desarrollo funcional se realiza en función de las aferencias que le llagan y que aún no conocemos bien. Así, se ha podido ver como en el caso de lesiones del área de Broca del hemisferio izquierdo, en las que es precisa su extirpación quirúrgica, las funciones cognitivas que debían de desarrollarse en esta zona cortical izquierda, son fácilmente desarrolladas en el área simétrica del hemisferio derecho, adquiriendo de igual forma la capacidad del lenguaje. Esto será siempre que ocurra en una edad temprana del desarrollo, sobre todo en la infancia, pues la plasticidad neural que permite este proceso va desapareciendo paulatinamente con el crecimiento del niño (Changeux, 1985; Flórez, et al.1999; Miller, 1985, Springer y Deutsch, 1994). En este sentido, parece que la simple presencia de una impronta del área Broca, sólo indicaría la creación evolutiva de una nueva área de asociación cortical, que se va a manifestar eficaz en la regulación de movimientos musculares complejos, pero que sólo va a ser efectiva si se desarrolla con un aprendizaje en un medio ambiente adecuado y dentro del período crítico (Changeux, 1985; Lenneberg, 1976; Springer y Deutsch, 1994).

En la mayoría de las personas esta activación del área de Broca relacionada con el lenguaje se produce en el hemisferio izquierdo. Así, una lesión en esta área y hemisferio produciría un trastorno del lenguaje (afasia de Broca), mientras que la misma lesión en el otro hemisferio tendría una repercusión lingüística muy pequeña o nula.

- Sin lenguaje (abstracción y simbolización del pensamiento) la autoconciencia o no existe o estaría muy alterada. Las aferencias sensoriales desde el medio ambiente externo (lenguaje) son fundamentales para la definitiva estructuración funcional del cerebro, si éstas no son las adecuadas (p. e. aislamiento sensorial y emocional, ausencia de lenguaje) se producirá igualmente una estructuración neurológica, con formas anatómicas iguales, pero con una gran diferencia respecto a la capacidad conductual de su poseedor, que en casos extremos llegaría a graves alteraciones cognitivas donde se encontraría autoconciencia (Curtiss, 1977; Tomasello, 2007).

- Las características neurológicas del cerebro (inmadurez y muerte neuronal desde el nacimiento, tardía mielinización, periodo crítico) y su inmadurez funcional indican la gran disposición neurológica al nacer para que su definitiva configuración dependa de los estímulos externos. En este contexto, el lenguaje implica un sistema de organización del pensamiento estructurado a la simbolización de las abstracciones que se deducen de la experiencia cotidiana: el lenguaje es una simbolización de la acción.

Conclusiones


El pensamiento y su expresión externa o conducta se logra por medio de un procesamiento computacional de la información adquirida y procesada por medio del lenguaje (interno y externo). El lenguaje es una tecnología cognitiva. El idioma es la caja de herramientas que ha desarrollado cada cultura para imaginar el mundo. En este sentido habría que admitir la hipótesis Sapir-Whorf, pues nuestro pensamiento al ser básicamente lingüístico, depende de las características de cada lenguaje. Sin embargo, hay otra serie de procesos cognitivos que también influyen en nuestro pensamiento, como son las emociones, sobre todo las primarias de carácter innato. Éstas, al crear sentimientos emocionales dan una apreciación especial y propia a las abstracciones que se asocian a tales emociones. La variedad lingüística, emocional y racional en una característica básica de nuestra propia esencia como seres humanos.

Quien esté interesado en un trabajo sobre el origen interdisciplinario del lenguaje puede leerlo en la siguiente dirección: Origen del lenguaje: un enfoque multidisciplinar

- Arsuaga J. L. y  Martín-Loeches, M. (2013): El sello indeleble. Pasado, presente y futuro del ser humano. Barcelona. Mondadori.
- Belinchón, M.; Igoa, J. M. y Riviére, A. (1992): Psicología del lenguaje. Investigación y teoría. Madrid. Trotta.
- Bickerton, D. (1994): Lenguaje y especie. Alianza. Madrid.
- Bruner, J. (1984): Acción, pensamiento y lenguaje. Alianza. Madrid
- Bruner, J. (1988): Desarrollo cognitivo y educación. Morata. Madrid.
- Curtiss, S. (1977): Genie: A psycholinguistic study of a modern-day wild chid. Nueva York. Academic Press.
- Changeux, J. P. (1985): El hombre neuronal. Madrid. Espasa Calpe.
- Damasio, A. (2010): Y el cerebro creó al hombre. Barcelona. Destino.
- Dunbar, R. (2004): The Human Story. London: Faber and Faber.
- Elías, N. (1990): La sociedad de los individuos. Ensayos. Península / Ideas. Barcelona.
- Elías, N. (1992): Time: An Essay. Basil Blackwell. London.
- FILLMORE, CH. (1968): The Case for Case. En E. Bach y R. T. Harms (comps.). Universals in Linguistic Theory. Holt, Rinehart and Ewinston. New York.
- Gazzaniga, M. S. (2015): Relatos desde los dos lados del cerebro. Espasa libros. Barcelona.
- Geschwind, N. (1965): “Disconnection syndromes in animal and man”. Brain, 88. 237-94.
- Hernando, A. (1999): “Percepción de la realidad y Prehistoria, relación entre la construcción de la identidad y la complejidad socio-económica en los grupos humanos”. Trabajos de Prehistoria, 56 (2): 19-35.
- Lenneberg, E. H. (1976): Fundamentos biológicos del lenguaje. AU. 114. Madrid. Alianza.
- Luria, A. R. (1966): Higher Cortical Function in Man. New York. Basic Books.
- Luria, A. R. (1979): Conciencia y lenguaje. Madrid. Pablo del Río.  
- Marina, J. A. (1998): La selva del lenguaje. Introducción a un diccionario de los sentimientos. Anagrama. Barcelona.  
- Mercier, N. (2001): Palabras y mentes. Barcelona. Paidós.  
- Parker, S. T. (2015): Re-evaluating the extractive foraging hypothesis. New Ideas in Psychology. Vol. 37: 1-12.
- Rakic, P. (1995): “Evolution of neocortical parcellation: the perspective from experimental neuroembryology”. En Origins of the human brain. Changeux, J. P. y Chavaillon J. (Eds.). Clarendon Press. Oxford.
- Renfrew, Colin (2008): “Neuroscience, evolution and the sapient paradox: the factuality of value and of the sacred”. Philosophical Transactions of the Royal Society B: Biological Sciences. London. 363, pp. 2041–2047
- Rivera, A. (2009): Arqueología del lenguaje. Akal. Madrid.
- Springer, S. P. y Deutsch, G. (1981): “Cerebro izquierdo, cerebro derecho”. Editorial Gedisa, Vol. 2. 1994. Barcelona.
- Tomasello, M. (2007): Los orígenes culturales de la cognición humana. - Buenos Aires. Amorrortu.
- Vygotsky, L. S. (1920): El desarrollo de los procesos psicológicos superiores. Barcelona. Crítica.

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