viernes, 25 de noviembre de 2016

Pautas arqueológicas de la evolución cognitiva humana

Cuando estudiamos la evolución conductual del género Homo observamos como a través del tiempo la conducta de los diversos homínidos de nuestro linaje se va haciendo más compleja, simbólica y con mayor flexibilidad en su desarrollo, ofreciendo mayores posibilidades adaptativas (Kandel et al. 2015). Aunque tal evolución nos parece obvia, desconocemos las causas que lo producen, limitándonos a pensar que la evolución del cerebro sería la principal causa de tales cambios, al aumentar las capacidades cognitivas, aunque desconozcamos de qué estamos hablando. La mayoría de los arqueólogos piensan que la evolución biológica es la responsable de todo desarrollo cultural y, por tanto, de la evolución cognitiva. Según fue evolucionando el cerebro fueron aumentando las capacidades cognitivas y la cultura se fue desarrollando. Sin embargo, la Arqueología nos ha enseñado en múltiples ocasiones que la evolución biológica no fue paralela a la cultural, sino que se produjeron avances culturales después del desarrollo biológico y de una forma heterogénea en el tiempo y en el espacio. Las explicaciones de lo que pasó tendrán que adaptarse a estas conclusiones arqueológicas.


En el inicio del Homo sapiens conocemos que la base biológica de nuestra especie se estableció hace unos 200.000 años, mientras que las primeras muestras arqueológicas de un comportamiento sabio (simbólico, complejo y con mayor poder adaptativo) no aparecen hasta fechas que se sitúan sobre el 70.000 BP (p.e. África en Bomblos), lo que ha sido denominado por Colin Renfrew como la sapient paradox (Renfrew, 2008).

Si el cerebro ya había evolucionado con un importante aumento de su volumen, notable incremento de la superficie de las áreas corticales (sobre todo las asociativas), y alteraciones en la densidades neuronales diferentes (que facilitando una mejor y más densa interconectividad neuronal) ¿Porqué el desarrollo cultural se produce con posterioridad? Pocas respuestas se han ofrecido desde la Arqueología, siendo la más tradicional la que lo justifica por medio de mutaciones favorables, posteriores a los cambios evolutivos ya mencionados y que favoreciese el desarrollo cultural (Klein 2003).


Las respuestas a tan complejas preguntas, que en principio parecen fuera del quehacer de la Arqueología, solo pueden responderse con un mínimo de conocimiento de la realidad psicobiológica humana. Que tales conocimientos no se impartan en los medios académicos no quiere decir que no existan, que sean muy importantes y que, tarde o temprano, tendrán que abordarse dentro del campo de la Arqueología cognitiva.

De los diversos marcos teóricos existentes parece que el Estructuralismo podría ser el más interesante. En líneas generales intenta, a través de una interpretación lo más objetiva y metodológica posible, crear formas interpretativas de la conducta humana. En la actualidad es posible desarrollar un modelo teórico basado en lo común de todos los seres humanos, pero independiente de los aspectos particulares de sus numerosas culturas. Con la información actual de la Biología evolutiva, Neurología, Psicología cognitiva (procesamiento de la información), Paleogenética, Lingüística (Neurolingüística) y Antropología cultural se ha podido elaborar un estructuralismo funcional, es decir, una base psicobiológica sobre la que se va a desarrollar nuestro pensamiento y conducta (Damasio, 2010). No obstante, la forma en que esta percepción y procesamiento de la realidad va a dar lugar a la construcción cultural (económica, tecnológica, social y simbólica) sería diferente entre los humanos del pasado y del presente, pues cada uno estaría condicionado por las características medioambientales espaciales y temporales del momento en el que le tocó vivir. Lo que en un principio es común, en su desarrollo se diversificaría, lo que explica el aspecto de mosaico (cultural y cognitivo) que caracteriza tales procesos, algunos tan debatidos como la transición al Paleolítico superior o el carácter heterogéneo temporal y espacial de la evolución cultural (D’Errico y Stringer, 2011). 

Decálogo de la evolución cognitiva humana

Sus fundamentos interdisciplinarios permiten crear una metodológica que facilite la elaboración de trabajos genéricos a partir de los particulares datos del registro arqueológico, que en definitiva deben ser la guía del desarrollo conductual humano. Se pueden establecer leyes generales sobre la forma de crear y desarrollar la conducta humana, pero con la suficiente flexibilidad como para que se adapten a las particularidades, sociales y personales de cada contexto arqueológico, y explicar la diversidad cultural y cognitiva como características esenciales de la conducta humana:

1.- La evolución biológica nos dota de unas capacidades funcionales innatas (capacidades cognitivas elementales o básicas), tanto racionales (memoria, cierto nivel de funciones ejecutivas, atención y percepción) como las emociones primarias (miedo, enfado, tristeza y alegría/felicidad, asco y sorpresa). Cualquier acción racional (individual o social) siempre incluye un componente emocional (Ardila y Ostrosky-Solís, 2008; Rivera, 2009 y 2015).

2.- Nuestras características neurológicas y psicológicas muestran la necesidad de un medio ambiente adecuado, que previamente hay que crear (social, económico, tecnológico, lingüístico, etc.), para que las capacidades cognitivas básicas (racionales y emocionales) se desarrollen adecuadamente (Vygotsky, 1920; Luria, 1977; Rivera, 2009). Podría definirse como un nicho cultural o cognitivo que posibilite tal desarrollo (Tomasello, 2007; Bickerton, 2009).

3.- Cuando la evolución neurológica sea suficiente y las características ambientales adquieran un nivel adecuado, pueden producirse nuevas capacidades de naturaleza sociocultural, las cuales sólo existían como potencialidad. Son las capacidades cognitivas emergentes (simbolismo, autoconciencia, lenguaje, escritura, etc.) (Vygotsky, 1920; Edelman y Tononi, 2000; Searle 2000; Mora, 2001; Tomasello, 2007; Ardila y Ostrosky-Solís, 2008; Renfrew, 2008).

4.- Este proceso es acumulativo, constituyendo el acerbo cultural de cada población humana. Para su logro se necesita cierta estabilidad demográfica que facilite su perduración, transmisión generacional y progreso.

5.- La existencia de un lenguaje (primera conducta simbólica) es condición necesaria para la formación, desarrollo y transmisión de todas las conductas simbólicas. El pensamiento (racional y emocional), la conducta y el lenguaje son tres vertientes del mismo proceso psicobiológico que va a caracterizar a los seres humanos.

6.- La evolución cognitiva y cultural es un continuum heterogéneo en el tiempo y en el espacio, pues depende de diversos factores (capacidades y desarrollo cognitivo, existencia de un lenguaje previo, medioambiente sociocultural, condiciones demográficas, emotividad, etc.) que no siempre actúan con la misma intensidad, ni tienen igual desarrollo temporal y espacial. Lo que en un principio es común (base psicobiológica común), en su desarrollo se diversificaría, lo que explica el aspecto de mosaico (cultural, cognitivo y emocional) que caracteriza tales procesos.

7.- En este continuum se producen diversos estadios intermedios, de los que desconocemos sus características precisas, pero que podemos proponer hipotéticamente y contrastar con los datos conocidos del registro arqueológico.

8.- Los conceptos y abstracciones que van a configurar la conducta humana en todos sus niveles han de adquirirse de la observación del medio ambiente en el que se vive, tanto de la propia naturaleza como de las construcciones socioculturales que los grupos humanos vayan creando.

9. - Su aplicación en la prehistoria debe realizarse exclusivamente con los datos que el registro arqueológico nos ofrece, pues aunque sea limitado constituye el único rastro real de lo que pudo suceder en el pasado.

10. - Exaptación,emergencia y coevolución como los mecanismos evolutivos que van a configurar las características de la evolución cognitiva humana.

-                     Exaptación es la estructura de un organismo que evoluciona originalmente como un rasgo que provee adaptación en unas determinadas condiciones. Con posterioridad comienza a ser utilizado y perfeccionado para otra finalidad.

-                     Emergencia es la propiedad que se puede explicar como una nueva capacidad adquirida por la suma funcional de los elementos del sistema; pero no es una propiedad de ninguno de los elementos individuales, ni un imple agregado de las propiedades de estos elementos.

-              Coevolución o la modificación recíproca que dentro de los organismos de una misma especie se causan entre sí sus diferentes sistemas y aparatos (o conjunto de órganos) anatómicos o fisiológicos. 


Toda la variación conductual paleolítica puede explicarse mediante la aplicación de estos diez conceptos. Solo hay que aplicarlos como forma explicativa, pues su fundamento se basa en el análisis interdisciplinario/transdisciplinario de la realidad psicobiológica humana ya analizada en otras entradas (Mecanismos de evolución cognitiva).

- Ardila, A.; Ostrosky-Solís, F. (2008), “Desarrollo Histórico de las Funciones Ejecutivas”. Revista Neuropsicología, Neuropsiquiatría y Neurociencias, 8 (1), pp. 1-21.
- Bickerton, D. (2009): Adam´s Tongue: How Humans Made Language, How Language Made Humans. Hill and Wang. New York.
- Damasio, A. (2010): Y el cerebro creó al hombre. Barcelona. Destino
- D’Errico, F. and Stringer, Ch. B. (2011): “Evolution, revolution or saltation scenario for the emergence of modern cultures?” Philosophical Transactions B. 366, 1060–1069.
- Edelman, G. M. y Tononi, G. (2002): El universo de la conciencia. Barcelona. Crítica.
- Kandel, A.; Bolus, M.; Bretzke, K.; Bruch, A.; Haidle, M.; Hertler, Ch. and Märker, M. (2015): “Increasing Behavioral Flexibility? An Integrative Macro-Scale Approach to Understanding the Middle Stone Age of Southern Africa”. J Archaeol Method Theory.
- Klein, R. G. 2003: “Whither the Neanderthals?”. Science 299, 1525–1527.
- Luria, A. R. (1977): Conciencia y lenguaje. Madrid. Pablo del Río.
- Mora, F. (2001): El reloj de la sabiduría. Tiempos y espacios en el cerebro humano. Madrid. Alianza.
- Renfrew, C. (2008): “Neuroscience, evolution and the sapient paradox: the factuality of value and of the sacred”. Phil. Trans. R. Soc. B 363, pp. 2041-2047.
- Rivera, A. (2009): Arqueología del lenguaje. La conducta simbólica en el Paleolítico. Akal. Madrid.
- Rivera, A. (2015): “Arqueología de las emociones”. Vínculos de Historia, núm. 4, pp 41-61. UCLM.
- Searle, J. R. (2000): El misterio de la conciencia. Barcelona. Paidos.
- Tomasello, M. (2007): Los orígenes culturales de la cognición humana. Buenos Aires. Amorrortu.
- Vygotsky, L. S. (1920): El desarrollo de los procesos psicológicos superiores. Barcelona. Crítica.