viernes, 28 de abril de 2017

El concepto de nicho en las sociedades humanas

Desde el comienzo de nuestro linaje (Homo habilis y su forrajeo de lugar central) los seres humanos han ido construyendo un mundo en el cual poder vivir lo mejor posible. En el Paleolítico tal mundo siempre se basaba fundamentalmente en la propia supervivencia y, de forma clara, a partir del Paleolítico superior en un mundo espiritual y social con un continuo ascenso en complejidad y eficacia adaptativa.


Partiendo de conceptos ecológicos todas las especies viven en un nicho ecológico. Sería un lugar geográfico con ciertas características físicas, químicas, topográficas, latitudinales o fisionómicas del ambiente (lugar), y donde la especie (individuo, población) puede desarrollarse en el espacio y en el tiempo, gracias a las relaciones funcionales (conducta) con la comunidad con dicho hábitat. Como es lógico, todas las especies humanas participan de estos conceptos, pues solo pueden vivir, procrear y desarrollarse en lugares determinados que así lo permitan. Al nacer, todos se encuentran es un conjunto de interacciones sociales mediadas por artefactos simbólicos (cultura) y materiales (medio ambiente determinado). Este conjunto constituye el nicho ecológico en el que la cognición humana se desarrolla normalmente, y sin el cual muy probablemente no llegaría a desarrollarse plenamente (Tomasello, 1999).

Sin embargo, a diferencia de las demás especies, la capacidad de aprendizaje social, las habilidades cognitivas generales y el lenguaje humano permiten que la construcción de este nicho sea un proceso de permanente acumulación y transformación, en el que los procedimientos, las herramientas y las ideas se van mejorando de generación en generación (Tomasello, 1999; Bickerton, 2009). Es decir, en las poblaciones de las diversas especies del género Homo se ha producido una evolución cognitiva que posibilita una mejor adaptación a más medios ambientales. La mayor resistencia a los cambios ecológicos y la posibilidad de ocupar nuevos hábitats por parte de las poblaciones humanas, no se deben principalmente a la evolución morfológica, sino a la evolución cognitiva.

En este contexto, algunos autores han definido a este nicho ecológico como cognitivo, queriendo resaltar la mayor influencia de la cognición humana sobre las características de estos espacios ecológicos. Se fundamenta en la concepción innata de muchas de nuestras capacidades cognitivas, las cuales han sido desarrolladas y moduladas por la selección natural, para poder resolver problemas concretos de adaptación a los que los humanos han tenido que enfrentarse con frecuencia. Las habilidades claves serían dos: el uso del razonamiento causal para realizar inferencias relativas a las contingencias propias del ambiente local, y la habilidad para aprender unos de otros, gracias a la cual se reduce enormemente el coste de adquirir la información necesaria para adaptarnos a las condiciones ambientales propias de cada lugar (Pinker, 2010).

Otra alternativa sería el concepto del nicho cultural. Se fundamenta en que la hipótesis del nicho cognitivo sobreestima el papel innato dirigido por la selección natural de las habilidades cognitivas humanas como responsables del éxito de la especie, y subestima el papel que en ese éxito ha jugado la cultura. La hipótesis del nicho cultural da mucha mayor importancia a la capacidad para aprender de los demás, ya que nos ha permitido acumular información generación tras generación, y desarrollar herramientas, creencias y prácticas que ningún individuo podría desarrollar o inventar por sí mismo. La evolución cultural, al haber operado a lo largo de generaciones, habría acumulado y combinado elementos de tal manera que ha creado paquetes adaptativos que no dependen de la capacidad de los individuos para comprenderlos y utilizarlos (Boyd et al. 2011).

Un último aporte sobre este complejo proceso lo realiza el Estructuralismo funcional, al opinar que el desarrollo cognitivo del género Homo, además de la propia neuroevolución propia del linaje humano, se produce mediante la influencia del medio ambiente cultural, produciéndose un desarrollo cognitivo y, por tanto, importantes cambios conductuales. Sería la hipótesis del nicho cognitivo-cultural (Rivera y Menéndez, 2011). Tales cambios se producen gracias a la existencia de tres procesos que son los que van a producir y regular los mecanismos de la evolución cognitiva:


- Exaptación. Al analizar la conducta en la prehistoria vemos que la neuroevolución no parece estar encaminada a la creación de las altas capacidades cognitivas que configuran nuestra conducta (lenguaje, escritura, simbolismos de todo tipo, etc.), pero sí para la recogida y procesamiento del la información que se puede adquirir de la observación del medio ambiente, lo que nos pone en el camino de los conceptos evolutivos de la exaptación.

- Coevolución. El trabajo neuronal que se realiza con esta información es variado, y puede especializarse en diversa zonas cerebrales de compleja interrelación. Podemos desconocer con exactitud las características de esta interrelación o del porqué se asientan en unas u otras áreas cerebrales, pero estamos seguros de que sin la influencia medioambiental (entrada de información o sensaciones) nada de esto se produce, o se realiza de forma anómala. Parece que la coevolución de todas estas áreas, en consonancia con la influencia medioambiental, es lo más común que podemos observar en el desarrollo cognitivo humano. Naturalmente, estamos hablando de una coevolución cognitiva que se asienta en las características exaptativas de nuestra neuroevolución.

- Emergencia cognitiva. De esta coevolución cognitiva influenciada por las aferencias exteriores y organizadas por el lenguaje se va a producir la emergencia de una capacidad cognitiva de gran trascendencia para la conducta humana: la autoconciencia.
En todos estos procesos el lenguaje juega un papel primordial como organizador del pensamiento, de la conducta y de la transmisión generacional de todos los avances culturales y simbólicos que se hayan podido realizar.

Así, se podría explicar la influencia de la cultura sobre la evolución o efecto Baldwin (Bateson, 2004). Al estructurar cognitivamente las áreas de asociación del córtex de cada especie humana con la influencia medioambiental, se consiguen desarrollar capacidades cognitivas emergentes, pero que en principio no evolucionaron para tal fin (exaptación). La expansión demográfica produciría un aumento de la relación social, que a su vez originaría un mayor desarrollo lingüístico y cognitivo, creando el ya mencionado nicho cognitivo-cultural que se transforma en un mecanismo de selección natural.

Estos conceptos conllevan la consecuencia de que todos los humanos requieren desde su mismo nacimiento interaccionar constantemente con un medio social adecuado (racional y emocional), su falta o limitación grave dañaría irreversiblemente su desarrollo cognitivo, con un importante déficit de las capacidades cognitivas tal y como las vemos entre los demás miembros de la sociedad. Todo ello sin que exista un déficit neurológico que lo justifique, sino que las capacidades cognitivas (entendidas como potencialidades a desarrollar) no lo han hecho en su adecuada medida. La importancia de la influencia del medio ambiente (nicho cultural-cognitivo) es crucial para nuestro desarrollo cognitivo, lo que es aplicable a todas las especies del género Homo.


- BATESON, P. (2004): “The Active Role of Behavior in Evolution”. Biology and Philosophy 19: 283-298.
- BOYD, R.; RICHERSON, P. J. y HENRICH, J. (2011): “The cultural niche: Why social learning is essential for human adaptation” PNAS 108 suppl 2: 10918-10925.
- PINKER, S. (2010): “The cognitive niche: Coevolution of intelligence, sociality, and language”. Proceedings of the National Academy of Sciences, vol. 107, suppl. 2: 8993–8999.
- RIVERA, A. y MENÉNDEZ, M. (2011): “Las conductas simbólicas en el Paleolítico. Un intento de comprensión y análisis desde el estructuralismo funcional”. Espacio, Tiempo y Forma, Nueva temporada, 4.
- TOMASELLO, M. (1999): The Cultural Origins of Human Cognition. Harvard University Press.