domingo, 29 de diciembre de 2013

Simbolismo entre el Neandertal y Humanos Modernos

Una de las controversias que más artículos y libros ha suscitado entre los autores que se dedican al estudio del Paleolítico ha sido, y seguramente seguirá siendo, la capacidad simbólica de los neandertales. En este contexto, recientes descubrimientos en yacimientos musterienses asociados a neandertales han ofrecido datos que avalan la existencia de este tipo de conducta (Sima de lasPalomas, Grotta Fumane, Cueva de Skhül, etc.). Sin embargo, el problema del simbolismo no puede limitarse a la aceptación o no de un simbolismo indefinido entre estas poblaciones humanas, sino que debe de ampliarse al estudio de conductas simbólicas en el género Homo, pues todos sus componentes son susceptibles de haber poseído algún grado o forma de simbolismo en su conducta.

¿Qué es el simbolismo y cómo estudiarlo?

Para su estudio lo primero que hay que realizar es una definición de simbolismo, que nos sirva de límite y marque el camino a seguir.

La conducta simbólica humana es la consecuencia de un complejo proceso cognitivo en el que se relacionan las abstracciones e ideas desarrolladas o aprendidas con símbolos, los cuales pueden ser muy varados: sonidos y gestos (lenguaje), objetos (elementos simbólicos) o conductas (usos, costumbres), siendo necesario aplicar un consenso social a todo el proceso. De tal modo que, en la sociedad en la que se desarrolle este proceso cognitivo, la percepción de tal símbolo revive en las personas la idea, concepto o sentimiento que le dio origen.

Esta definición nos conduce a las primeras manifestaciones simbólicas, las cuales debieron de ser cualquier forma de lenguaje existente en nuestro linaje, donde una intención, deseo o expresión se simbolizaría por unos sonidos, los cuales eran entendidos por los demás miembros del grupo. Tal comunicación era básica para poder realizar las tareas logísticas, sociales y tecnológicas que se aprecian en el registro arqueológico de todos los pertenecientes al género HomoEl lenguaje fue la primera manifestación del simbolismo en el Paleolítico. Pero su uso se realizaba de una forma inconsciente, pues simplemente se ejercían unas capacidades cognitivas (abstracción y simbolización), dentro de los límites evolutivos para cada especie humana. Por tanto, el lenguaje es la simbolización de los conceptos, ideas o deseos que los humanos tuvieron en su momento, los cuales, en su complejidad, tuvieron que crearse y posteriormente desarrollarse a lo largo del Paleolítico. Es decir, las abstracciones que se simbolizan por medio del lenguaje (sonoro, gestual, pictórico, etc.) se tuvieron que crear y eso llevaría su tiempo y su manifestación en la conducta, lo que nos permite realizar cierto seguimiento arqueológico en el tiempo y en el espacio (Rivera, 2009).

Sin embargo, estas primeras manifestaciones inconscientes del simbolismo no pueden explicar por sí solas las características de la conducta simbólica que se ve aprecia ya en el Paleolítico medio y con claridad a partir del inicio del superior. Pondremos un ejemplo: conductas religiosas. ¿Qué abstracciones son necesarias para crear y desarrollar este tipo de conductas? Habría que definir las abstracciones básicas que posibilitan esta compleja conducta. Así, para su realización sería necesario la creencia de la existencia de “otro mundo, naturaleza o experiencia” diferente a la vida cotidiana, pero real para el que la experimenta. Se podría ir o comunicarse con ese “mundo” con ciertos requisitos conductuales. Habría elementos “vivos” en esa otra realidad con los que comunicar o interaccionar. Se diferenciaría claramente a los humanos de un mundo “real” y a los “seres vivos del otro mundo”. Como pueden verse, se pueden establecer una serie de relaciones muy amplia, que jamás podremos conocer con exactitud, pero que sin duda existieron. De este complejo conductual ¿qué facetas son imprescindibles y que no han existido siempre, por lo que han tenido que crearse? Serían los criterios o abstracciones de la individualidad personal o social (autoconciencia), y su ubicación en un espacio y tiempo concreto y amplio a la vez (pasado, presente y futuro). Es decir, para crear un mundo con conductas religiosas o espirituales de este tipo es imprescindible haber desarrollado con un nivel adecuado las abstracciones del “yo” como diferente del “tú o los otros” y los conceptos temporales y espaciales (otro mundo, otro tiempo, traspaso de uno a otro, comunicación entre ellos, etc.). Sin estos conceptos no pueden crearse conceptos espirituales como para crear conductas como las que se expusieron al principio. Arqueológicamente, el inicio de estas conductas si puede rastrearse por medio de los rastros que van dejando la adquisición de las abstracciones necesarias: individualidad o autoconciencia (adornos), concepto del tiempo y del espacio en las conductas que requieran su creación (conocimiento y desplazamiento geográfico recurrente, almacenaje, exportaciones, comercio, etc.).

La secuencial adquisición de ciertas abstracciones imprescindibles para el desarrollo de la conducta simbólica en creciente complejidad, hace que no siempre pueden existir ciertas formas simbólicas, aunque existan otras conductas simbólicas más elementales. El cuadro adjunto puede resumir el desarrollo de las conductas simbólicas en el Paleolítico. Esta situación nos lleva a una cuestión importante: Si en ciertos momentos ya existen las poblaciones humanas con las capacidades cognitivas adquiridas evolutivamente ¿De qué depende que aparezcan las conductas simbólicas en un momento y lugar heterogéneos en las poblaciones humanas?


La respuesta es sencilla, la evolución proporcionas capacidades cognitivas, pero su desarrollo depende de las características del medio ambiente en el que se vive. Si en este ambiente no es posible desarrollar adecuadamente las condiciones para crear las abstracciones necesarias para la elaboración de un simbolismo complejo (p. e. conductas religiosas), pues éste no se produce. Mientras que en otros lugares, y posiblemente de forma coetánea, el simbolismo complejo empieza a manifestarse gracias a que las condiciones medioambientales en ese lugar si reúnen los requisitos necesarios para su desarrollo. ¿Cuáles serían estas condiciones necesarias? Son varias y en general serían las siguientes:

- La existencia de las capacidades cognitivas necesarias para el desarrollo de conductas simbólicas. Evolutivamente cada especie del género Homo tendría cierto nivel cognitivo, que en general sería superior al que se necesitaría para el desarrollo de la cultura que en su momento pudieron desarrollar, como pasa a todos los primates que en cautividad (medio ambiente más estimulante) desarrollan conductas más complejas que en libertad.
- Existencia de cierto lenguaje que permitiera la comunicación social, y la rápida adquisición de los nuevos conceptos o ideas simbolizados por el lenguaje existente. El lenguaje permitiría, una vez interiorizado (lenguaje interno), el mejoramiento del pensamiento, la mayor facilidad de lograr nuevas abstracciones, su simbolización lingüística, su almacenamiento y transmisión social, y mejoras en la conducta de supervivencia y social.
- La existencia de un acervo cultural previo que pueda facilitar el desarrollo (tecnología, sociabilidad, relaciones externas con otros grupos, etc.).
- Las necesidades sociales y ambientales del grupo, que actuarán como estímulo o motivación consciente para superar los problemas sociales y de supervivencia del momento.
- Condiciones socioeconómicas, familiares y tecnológicas que favorezcan los criterios de individualización personal (aumento poblacional, separación de tareas, diversidad social de todo tipo, aumento de la complejidad tecnológica y logística, etc.) y social (la necesidad de actuaciones complejas entre varios componentes del grupo en el tiempo y en el espacio). En definitiva, todo aquello que por su misma existencia marque la diferencia entre los miembros de la sociedad y de ésta con otras poblaciones.

Las características medioambientales (contexto arqueológico) solo pueden conocerse por medio de la actuación arqueológica en los yacimientos, así como de la agrupación coordenada de los mismos. Como es lógico, estas premisas afectarían a todas las poblaciones humanas del género Homo. Así, es posible comprobar la existencia de poblaciones de HN y de HAM que carezcan de simbolismo elaborado por no haber alcanzado el nivel de complejidad sociocultural adecuado.

Sobre el simbolismo humano ya publiqué una entrada (conductas simbólicasen el paleolítico) donde se especificaban las diversas formas de simbolismo que se aprecian en el Paleolítico y los restos materiales o conductuales que los justifican en los diversos periodos del mismo. Este texto es una introducción a un trabajo que sobre este asunto realicé, junto al Prof. Mario Menéndez de la UNED, y que se ha publicado en la revista Espacio, Tiempo y Forma (Rivera y Menéndez, 2011).

Criterios para pensar en diferencias entre los HN y HAM

Pero ahora el tema es ahondar en el simbolismo que tuvieron los neandertales (HN). Para ello partimos de la base de que efectivamente tuvieron un simbolismo conductual elaborado, pero, al igual que el simbolismo de los Humanos Anatómicamente Modernos (HAM), con unas características heterogéneas en el tiempo y en el espacio. El gran problema es que, al ser coetáneas las dos poblaciones humanas (HN y HAM) en varios milenios en Europa, aparece la discusión de que si las dos poblaciones tuvieron o no una conducta simbólica igual y, por tanto, unas capacidades cognitivas semejantes.

Siempre hay que tener en cuenta lo que nos dicen diversas ciencias (Biología evolutiva, Genética, Paleoneurología, estudios ontogénicos, anatomía comparada, etc.) sobre las diferencias visibles en estas dos poblaciones, pues son índices claros de la realidad que se pretende analizar.

- Diferencias genéticas. El genoma de los HN es casi idéntico al de los HAM, pues comparten un 99.5%. Sin embargo hay que valorar la proporción entre los HAM y los chimpancés es del 98.8%, aunque en otros estudios solo llega al 94%. Estos datos son conocidos por el estudio del ADN mitocondrial en diversos restos óseos del Neandertal localizados en diferentes lugares (Lalueza Fox, 2005), y por el reciente conocimiento de la secuencia completa del ADN de los HN (Pääbo, 2013).

- Diferente proceso evolutivo. En tales análisis se ha comprobado que existe una diferencia genética entre estas dos poblaciones, así como la existencia de una importante diferencia temporal respecto de la separación de las dos poblaciones a partir de un ancestro común, calculándose en unos 500.000 años. Esta diferencia de ADN y el conocimiento de que ambas poblaciones se originaron en lugares lejanos (Europa y África), en distintos ambientes y con un importante aislamiento geográfico, indican la coexistencia temporal de dos formas evolutivas diferentes.

- Diferencias anatómicas. Las diferencias morfológicas entre las dos poblaciones son muy conocidas y están bien documentadas en el registro arqueológico. Estas diferencias solo indican una diversificación biológica que podrían significar la existencia de dos especies, pero con poca seguridad.


– Diferenciación neuroanatómica. Profundizando en las diferencias anatómicas, se han efectuado análisis paleoneurológicos que han comprobado que los HAM presentan una forma de evolución neurológica diferente a la observada en los HN, comprobándose un diferente patrón de desarrollo neurológico. En los HN existe una pauta de desarrollo cerebral definido por diversos autores como arcaico, en el que gran parte del cambio está basado en un simple crecimiento general. Mientras que en los HAM se observa un aumento vertical, dilatación del lóbulo frontal y una relativa reducción de longitud y anchura del lóbulo occipital. Se produce un aumento alométrico de la forma y superficie de los lóbulos parietales y posiblemente frontales de nuestra corteza cerebral (Bruner, Manzi y Arsuaga, 2003). Esta diferenciación neuroanatómica indica diferencias de la superficie del córtex cerebral en las áreas asociativas de los lóbulos parietales y frontales (donde tienen lugar los procesos cognitivos claramente humanos). Si se acepta que son dos líneas evolutivas y un desarrollo ontogénico diferentes, no sería raro pensar en la existencia de diferencias neurofisiológicas en el funcionamiento cerebral de los dos grupos. Estos datos pueden justificar la idea de unas capacidades cognitivas parecidas, pero no iguales.

- Diferente desarrollo ontogénico. Por medio del análisis dentario como signo preciso del desarrollo ontogénico postnatal, se ha comprobado que los neandertales tenían un desarrollo rápido, llegando a la madurez biológica antes que los humanos actuales, indicando la presencia de un desarrollo ontogénico distinto (Ramírez y Bermúdez de Castro, 2004).

Todos estos datos parecen indicar la existencia de dos líneas evolutivas diferentes, que pudieron acabar en dos especies independientes (Lieberman et al. 2002), aunque la comprobación de una pequeña hibridación en el Próximo Oriente durante el Paleolítico medio (Pääbo et al. 2010), dificulta tal atribución. Sin embargo, el concepto de especies en el género Homo está actualmente cuestionado tras el estudio de los cráneos de Dmanisi. No obstante, todos estos datos asumidos por la comunidad científica y ampliamente divulgados, no parecen significar mucho en lo que parece más importante para la Arqueología, es decir, si tienen una respuesta significativa en la conducta de las dos poblaciones. Poco aclaran sobre las capacidades cognitivas que pudieran tener las dos poblaciones, pues solo indican la posibilidad de tal diferencia.

La conducta arqueológica como criterio fundamental

El estudio de la igualdad o desigualdad de las capacidades cognitivas solo puede realizarse por medio de las manifestaciones culturales que el registro arqueológico nos ofrece, pues tal conducta sería la manifestación del desarrollo de las capacidades cognitivas de los humanos que la produjeron. En definitiva, la comparación conductual de las dos poblaciones sería la piedra angular de todo estudio sobre sus respectivas conductas, por lo que la forma de realización es fundamental.

Aunque, como ya se vio en el anterior apartado, hay diferencias (genéticas, evolutivas, anatómicas y neuroanatómicas) que en conjunto pueden indicar una mayor posibilidad de unas capacidades y conductas diferentes entre las dos poblaciones, la comprobación arqueológica de tal diferencia es puesta en duda por diversos autores (D´Errico et al. 2003). La investigación realizada en estos últimos 20 años en este aspecto ha aportado numerosos e importantes avances, cambiando varias veces de paradigma, lo que en la actualidad aún no se ha podido concretar.

Creo que lo que falta en el estudio del simbolismo humano es un método científico, ampliamente contrastado por el mayor número de ciencias adecuadas (interdisciplinar), que permita analizar estos problemas con mayor base científica. Sin él, todo es darle vueltas a lo mismo, pues tradicionalmente el razonamiento de atribución simbólica a un objeto o conducta era demasiado elemental: como no tiene utilidad práctica o lógica de ser un objeto simbólico, pues ¿qué va a ser si no? Se habla del simbolismo como una entidad de existencia real que existe en los humanos desde siempre, pero sin especificar sus características básicas, formas de evolución, condiciones imprescindibles para su inicio y desarrollo y, lo que es más grave, introducir en la interpretación de la conducta humana elementos inexistentes como posibles, solo para completar una imagen de gran carga simbólica (se pueden incluir todos los elementos perecederos: maderas, plumas, materiales orgánicos, etc.).

En este contexto, es donde la subjetividad científica más ha actuado, pues desde siempre en el estudio de la conducta de los HN se han omitido aspectos metodológicos importantes en los análisis encaminados a demostrar que su conducta fue igual a la de los HAM. Así, aprecio la falta de formas científicas elementales en todo estudio.

- La comprensión y limitación teórica de lo que se quiere estudiar: el simbolismo humano. Un estudio psicobiológico básico de esta capacidad humana parece imprescindible, lo que se ha intentado resumir al principio del artículo.
- Falta de un método interdisciplinar que nos encauce el origen y desarrollo del simbolismo y las capacidades cognitivas humanas.
- El uso de una amplia muestra de la población en estudio para evitar los posibles sesgos estadísticos que tan frecuentes son el los estudios prehistóricos.
- La aceptación de que no todo lo que no tiene una utilización práctica debe de ser simbólico. Existen otros factores capaces de generar respuestas complejas, como son el mundo de los sentimientos y de las emociones. A los aspectos racionales hay que añadir siempre un proceso emocional íntimamente ligado de ellos. Cualquier proceso cognitivo tiene asociada una correlación emocional (Ardila y Ostrosky-Solís, 2008).

Estudio de la cognición en el Paleolítico

En el análisis de la conducta humana durante este período hay que admitir dos problemas de compleja solución. Primero, la imposibilidad de adquirir una certeza absoluta en las conclusiones que alcancemos. El hecho de que sólo podamos obtener información de procesos indirectos, escasos y de difícil interpretación, son motivos suficientes para entender tal afirmación. Segundo, la subjetividad que empleemos en el estudio de los escasos datos, pues siempre se nos presentan dos aspectos que lastran continuamente cualquier análisis: el efecto humano, pues los razonamientos que realizamos están elaborados subjetivamente; y el desconocimiento de las bases reales de la conducta (Criado-Boado, 2006). De la primera sólo podemos tomar conciencia de su problema, lo que nos obliga intentar mejorar en lo posible los fundamentos de la segunda.

Existe una enorme dificultad en estudiar el comportamiento de aquellos que son diferentes a nosotros, sin conocer, aunque sea someramente, en qué radica tal diferencia. En la actualidad, sólo podemos valorar la aparición y desarrollo de conductas observables en el registro arqueológico, consecuencia de la acción conjunta de las capacidades cognitivas (primarias y emergentes) que las posibilitaron. El objetivo principal de estas conductas fue la supervivencia de sus creadores, por medio de su adaptabilidad al medio ambiente en el cual vivieron. La adaptabilidad es el resultante de la acción conjunta de todas las capacidades cognitivas (primarias y emergentes) para la solución de diversos problemas, pero no ha sido igual a lo largo de nuestra evolución.

¿Cómo podemos estudiar este proceso en el Paleolítico? Sólo podemos hacer dos cosas, establecer un esquema básico sobre el origen y desarrollo de la conducta en nuestro linaje, e intentar analizar aquellos grupos de capacidades cognitivas que, en su acción conjunta, van a producir unos procesos cognitivos muy relacionados con la conducta (motivación, creatividad, funciones ejecutivas y capacidades cognitivas emergentes), intentando realizar su rastreo a través de la conducta que el registro arqueológico nos ofrece. Nunca hay que olvidar la integración funcional del cerebro (p.e. la creatividad sería el resultado de la interacción funcional de varias capacidades cognitivas: imaginación, razonamiento, memoria, etc.).

A. Esquema básico de la conducta humana. Los fundamentos generales del desarrollo cultural y cognitivo se basan en diversos factores. Primero, en las capacidades cognitivas de origen evolutivo, que posibiliten tal cambio. Segundo, en la existencia de un acervo cultural previo que pueda facilitar este desarrollo (tecnología, sociabilidad, alguna forma de lenguaje). Tercero, en las necesidades sociales y ambientales del grupo, que actuarán como estímulo o motivación consciente para superar los problemas sociales y de supervivencia del momento. En este sentido, la conducta simbólica nace de la propia interacción social, entre los mismos miembros del grupo y de estos con otros (Shennan, 2001; Powell et al. 2009), y del propio desarrollo socioeconómico de estas poblaciones (Hernando, 2002, Rivera, 2008 y 2009), apareciendo nuevas necesidades que sólo pueden satisfacerse por medio del desarrollo de elementos de identificación social y/o personal. Por tanto, el simbolismo debe ir asociado a situaciones arqueológicas en las que se observe un aumento demográfico de las poblaciones que convivan en una determinada área geográfica; de cierto desarrollo socioeconómico y, por supuesto, de la existencia de las capacidades cognitivas que lo posibilitan. Estas ideas nos conducen a un lógico escalonamiento en la producción tecnológica y simbólica de estas poblaciones. Primero tendría lugar cierto desarrollo tecnológico (socioeconómico) que potenciaría, al mejorar la adaptabilidad, los aspectos demográficos y sociales; posibilitando la nueva tecnología sobre las materias primas orgánicas. Segundo, se produciría la necesidad de desarrollar cierto simbolismo que facilitase la nueva complejidad socioeconómica, es decir, de producir elementos socialmente diferenciadores (adornos).

B. Principales capacidades cognitivas relacionadas con la evolución cultural. Se han elegido cuatro procesos cognitivos, muy relacionados con la realización de la conducta, y que pueden apreciarse en el registro arqueológico (Rivera, 2008).

* Motivación: Indica la existencia de hechos que estimulen la necesidad o el interés (componente afectivo, fundamental en la conducta humana) de elaborar mejores y más complejas conductas de todo tipo (tecnológicas, sociales y simbólicas) para alcanzar una solución (meta). Su única manifestación arqueológica radica en la apreciación de tal necesidad (aumento demográfico y socioeconómico que necesite alguna regulación social) y la propia comprobación del cambio de conducta (adornos y conductas simbólicas).

* Creatividad: Supone la capacidad de producir nuevas soluciones a situaciones determinadas. Para su realización se utilizan los avances tecnológicos, sociales y simbólicos que la sociedad haya podido crear. Su desarrollo puede comprobarse por medio de la aparición en el registro arqueológico de nuevos aspectos tecnológicos (talla, útiles, materias primas), sociales (conductas que regulan y marcan los aspectos logísticos, organizativos y de convivencia), y simbólicos (manifestaciones cargadas de simbolismo como el lenguaje, arte, religión, etc.), que con anterioridad no se tenían conocimiento de su existencia o estaban poco desarrollados.

* Funciones ejecutivas: Conjunto de acciones muy relacionadas con el inicio, la planificación y el desarrollo de la conducta, facilitando adecuadas secuencias de la acción en el tiempo y en el espacio. Actúan en los cambios tecnológicos, sociales y simbólicos, siendo imprescindibles para su realización. Su capacidad funcional puede apreciarse por la rapidez y generalización del desarrollo cultural de los humanos que las posean. Estos tres procesos cognitivos siempre actúan en conjunto, representando las tres facetas de toda realización cultural (motivación, creación y ejecución).

* Capacidades cognitivas emergentes: Son la consecuencia de la acción conjunta de las capacidades cognitivas primarias, dando lugar al desarrollo de nuevos procesos cognitivos fundamentales para el logro de una conducta moderna. Así, aparecen los conceptos de individualidad social y personal (observable por los adornos corporales, pinturas, grabados, conductas religiosas y sociales), desarrollo de los conceptos abstractos de tiempo y del espacio (caza organizada, estructuración espacial del hábitat y logístico, pautas de conservación y almacenaje, etc.). Son la base del lenguaje, pensamiento y conductas simbólicas, (Rivera, 2008 y 2009).

* Datos arqueológicos que valorar en la conducta de las dos poblaciones (HN y HAM).
- Diferencias poblacionales y densidad de yacimientos. Podemos analizar un reciente estudio sobre este problema, donde se constata que lo primeros asentamientos de los HAM en Europa. En él se analiza las características de las poblaciones humanas (NH y HAM) en la región de Aquitania (SW. de Francia) durante el periodo de transición del Paleolítico medio al superior (55-35.000 BP). Se hace una comparación del desarrollo de las tres industrias o culturas que de una forma u otra estarían relacionadas en el tiempo y en el espacio: Musteriense de tradición Achelense (MTA), Chatelperroniense y Auriñaciense. Las dos primeras relacionadas con el HN y la última con los HAM. Así llegaron a analizar 26 yacimientos musterienses, 37 chatelperronienses, y 147 auriñacienses. El estudio se realiza por medio de un análisis estadístico de tres parámetros arqueológicos: número de yacimientos, intensidad de ocupación (tasas de acumulación de los residuos líticos y óseos) y extensión del yacimiento (superficie con material arqueológico en cada nivel de ocupación).

Del primero se aprecia un mayor número de yacimientos del Auriñaciense respecto del Chatelperroniense en una proporción que puede cifrarse en un factor de 2,5 a favor de los HAM respecto de los HN. Del segundo se obtiene otro factor de 1,8 a favor de los HAM. En el tercero se calibra un factor mínimo de 2 igualmente a favor de los HAM. Estas cifras apuntan a un aumento global de la población de 9 veces (2,5x1,8x2=9) mayor de los HAM que el crecimiento de los HN.


Los yacimientos de los HAM fueron muy limitados, dispersos, relativamente aislados y con poblaciones acordes con las posibilidades del momento (Europa poblada por los HN). Sin embargo, poco a poco fueron aumentando en número, densidad y desarrollo cultural, lo que favoreció su expansión a costa de las poblaciones de HN que no pudieron tener un crecimiento semejante, aunque si presentaron un desarrollo cultural, demográfico registrable en sus yacimientos, y simbólicos en algunos del Chatelperroniense y Uluzziense. Las situaciones poblacionales se invirtieron y el resultado no puede ser otro que la desaparición de los menos adaptables (Mellars y French, 2011)

- Desarrollo tecnológico (lítico y óseo). La conducta entre los neandertales es claramente heterogénea, observándose un importante aspecto de mosaico cultural en los yacimientos situados en una misma área geográfica durante el período transicional. Igualmente, en toda Europa (Chatelperroniense, Uluzziense, Szeletiense, Bohuniciense, Lincombien-Ranisien-Jerzmanowiciense, perduración del Musteriense, Musteriense con puntas de Chatelperron, Neroniense) se aprecia un variado desarrollo tecnológico y simbólico. Incluso en la perduración del Musteriense durante el periodo transicional, donde parecía que menos diferencias podían existir, se ha comprobado una gran variedad tecnológica (sistemas operativos) para lograr similares tipos de útiles, así como una diversificación del aprovechamiento del medio y diversos cambios en la estructura y características de los yacimientos (Baena y Carrión, 2006).

Incluso las conductas modernas del Chatelperroniense y Uluzziense, en su distribución geográfica relativamente bien delimitada, presentan suficientes diferencias tecnológicas y simbólicas como para afirmar no son culturas homogéneas. Así se observa en su pobreza en la Península Ibérica, la concentración de la tecnología ósea y de adornos en muy pocos yacimientos franceses, y a la mayor parquedad simbólica y variedad tecnológica italiana. Sólo algunos Chatelperronienses y Uluzzienses pudieron desarrollar comportamientos simbólicos complejos.

- Manifestación simbólica de individualidad (adornos). El ejemplo más importante del simbolismo entre los HN el Chatelperroniense. De los 125 yacimientos que componen su registro en Francia y la Península Ibérica (Demars, 1996; d´Errico et al. 1998), sólo seis de ellos tienen objetos de adorno en sus conjuntos, y siete presentan una tecnología ósea (de los cuales cinco coinciden con los primeros). Tal hecho confirma la falta de homogeneidad en el desarrollo tecnológico y simbólico del Chatelperroniense francés, y de la fractura que el simbolismo tiene en el mundo de los HN en la transición europea al Paleolítico superior.

- Conductas complejas relacionadas con el tiempo y el espacio. Entre los neandertales existe cierto desarrollo en la adquisición de las abstracciones relativas a la individualidad y su ubicación en el tiempo y espacio. El desplazamiento o utilización de los conceptos del tiempo y del espacio con mayor profundidad que el aquí y ahora, están también desarrollados, aunque en menor medida que el apreciado entre los HAM, si tenemos en cuenta las características de su expansión geográfica, limitación de sus relaciones sociales y la importación de materias primas lejanas (Gamble, 2001; Powell et al. 2009).

- Conductas relacionadas con algún tipo de simbolismo (emocional, espiritual y/o religioso). En los enterramientos del Paleolítico medio es difícil pensar en inhumaciones con carácter metafísico (ajuares, otra vida, etc.), cuando en las formas conductuales de su vida cotidiana no existen las condiciones básicas que posibiliten la existencia de las abstracciones necesarias para su desarrollo. Los enterramientos del Paleolítico medio solo pueden explicarse como inhumaciones intencionadas, con un fin sanitario, a las que hay que añadir cierta presencia de respuestas sociales y/o emotivas originadas por la muerte de un miembro del grupo, sobre todo si se trata de un niño o individuos con cierta relevancia social. Podría pensarse en un desarrollo cognitivo camino del simbolismo moderno, pero que aún no habría llegado a su pleno desarrollo. Como ya se dijo, tal proceso sólo puede desarrollarse en aquellos lugares donde existiera una importante interacción social, consecuencia de un aumento demográfico y perduración del mismo, así como un cierto desarrollo socioeconómico más selectivo. Lo que en las comunidades del Paleolítico medio más densamente pobladas sólo lo apreciamos un grado intermedio de desarrollo.


Conclusiones

En el desarrollo cultural humano, tanto de los HN como de los HAM, hay que tener presente:

* Entre los neandertales y los HAM conocemos importantes diferencias genéticas (separación evolutiva de más de 500.000 años), somáticas y neurológicas (diferente morfología cerebral y posiblemente distintas áreas del LPF), que inducen a creer que se trata de dos especies distintas. Por tanto, no sería raro que sus capacidades cognitivas fueran igualmente diferentes, lo que hay que aclarar con el análisis de su particular conducta.

* Existe un modelo de desarrollo cognitivo común a todas las poblaciones humanas del Paleolítico. Su diferente manifestación depende del propio nivel evolutivo alanzado. Así, siempre hay que tener en cuenta:

- Las características neurológicas y psicológicas de nuestro sistema nervioso indican la necesidad de un medio ambiente adecuado (que hay que crear), para que su funcionalidad adquiera los parámetros modernos y simbólicos.
- Las funciones ejecutivas, ubicadas en el LPF, son fundamentales para el buen desarrollo de las capacidades cognitivas emergentes y de la conducta humana. Su funcionalidad depende de un específico y mayor desarrollo de las áreas asociativas del lóbulo prefrontal.
- Importancia del desarrollo tecnológico y social para el inicio de la conducta simbólica. Así como del lenguaje, pues es un proceso básico en la transmisión de los conceptos simbólicos que van a desarrollar las capacidades cognitivas emergentes.

En definitiva, la conducta no depende sólo de las capacidades cognitivas que se posean, sino de su propio desarrollo cognitivo, lo que a su vez depende de las características medioambientales (sociales, demográficas, lingüísticas, tecnológicas, simbólicas, etc.). Este modelo psicobiológico, social y evolutivo nos lleva a admitir y explicar una serie de procesos que, sobre la evolución cultural humana, observamos en el registro arqueológico en Europa.

* Las capacidades cognitivas que pueden producir conductas simbólicas, estarían presentes en los grupos humanos del Musteriense y del MSA, pero sin un medio ambiente adecuado (influenciado por el desarrollo tecnológico, la sociabilidad, demografía, evolución lingüística), no se dieron las condiciones necesarias para su desarrollo y manifestación. Es la explicación del hecho de que los seres humanos tuvieran diferentes desarrollos culturales en el mismo tiempo y en diferentes lugares (evolución cultural en mosaico).

* El desarrollo cognitivo y su manifestación conductual no tienen porqué ser homogéneos ni paralelos en los logros tecnológicos, sociales y simbólicos. El registro arqueológico indica que primero se produjo un avance tecnológico, que favoreció el aumento demográfico y, con posteridad, motivó la producción de elementos simbólicos.

* En el análisis de la conducta de una población en un período determinado, hay que valorar la que ofrecen todos sus componentes en su expansión geográfica y temporal, así como sus características medioambientales.

* Los dos grupos humanos del momento (HN y HAM) son la representación de dos Humanidades diferentes, cada una de ellas con unas capacidades cognitivas específicas, que desde luego hay que intentar describir. No obstante, al tener un indiscutible origen evolutivo común, y por tanto neurológico, se producirían pequeñas variaciones (anatómicas y fisiológicas) sobre determinadas áreas cerebrales. Con ello, se apreciarían diferencias de grado la funcionalidad cognitiva, no la existencia de capacidades cognitivas diferentes. Sería la justificación biológica de las diferencias conductuales existentes entre estas dos poblaciones humanas.

Podemos seguir insistiendo en la total igualdad de las dos poblaciones, pero la realidad arqueológica indica que aunque algunos HN tuvieron una tecnología ósea, simbolismo con adornos, un desarrollo social y logístico importante, todo ello presenta unas características diferentes de las que presentaban los HAM del mismo periodo (dos Humanidades). Pues mientras que en los primeros las facetas culturales más complejas (relacionadas con la conducta simbólica y el desarrollo cognitivo de las capacidades cognitivas que lo posibilitan) fueron limitadas en el tiempo y en el espacio (sólo algunos HN tuvieron con claridad tal conducta), entre los HAM se constata un desarrollo generalizado, homogéneo en su complejidad y en constante evolución.

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